ENFERMEDADES NEURODEGENERATIVAS
El alzhéimer y el párkinson podrían tener un origen autoinmune
Las microglías, además de ‘limpiar’ las neuronas cerebrales moribundas, pueden atacar a las neuronas sanas y provocar daños característicos de los trastornos neurodegenerativos
Nuestro sistema inmune constituye la línea de defensa de nuestro organismo frente a los invasores, ya sean externos –por ejemplo, una bacteria o un virus– o internos –caso de una célula cancerígena–. Y para ello, las células inmunes deben comportarse de forma ‘adecuada’ y ‘equilibrada’. No en vano, y si bien tienen que ser lo suficientemente potentes para hacer frente a los agentes invasores, esta potencia tampoco puede ser desmedida. Y es que de ser así, el sistema inmune se extralimita en sus funciones, confunde a las células del organismo con ‘cuerpos extraños’ y las ataca. El resultado es el desarrollo de una enfermedad autoinmune, caso del lupus o de la esclerosis múltiple. Pero aún hay más. Parece que este comportamiento tan ‘entusiasta’ como ‘desmedido’ también se encuentra detrás de las enfermedades neurodegenerativas. Y es que según muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí en Nueva York (EE.UU.), las microglías, esto es, las células con capacidad fagocitaria que conforman el sistema inmune del sistema nervioso central, pueden llegar a atacar a las neuronas y provocar algunos daños celulares característicos de las patologías neurodegenerativas como el alzhéimer o el párkinson.
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Como explica Anne Schaefer, directora de esta investigación publicada en la revista « Nature Neuroscience », «nuestro trabajo muestra que la microglía tiene una capacidad diferente para eliminar, o más exactamente ‘comerse’, las neuronas muertas en función de la región del cerebro en que se encuentre. Y también hemos hallado que este comportamiento fagocitario, de activarse inadecuadamente en ausencia de neuronas muertas, puede dañar la función de las neuronas vecinas y conllevar cambios celulares frecuentemente asociados con las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer».
Limpieza ‘inapropiada’
Con el paso de los años, o lo que es lo mismo, según envejecemos, las neuronas de nuestro cerebro van perdiendo ‘facultades’. Así, y una vez llegado el momento en el que no pueden llevar a cabo su función, activan su programa de ‘inmolación’ –o ‘apoptosis’– y mueren. Y aquí entran en liza las microglías, responsables de ‘limpiar’ el cerebro de neuronas muertas o no funcionales. Y para ello, las ‘fagocitan’ –es decir, se las comen.
Pero, ¿cómo saben las microglías cuándo tienen que encargarse de las neuronas moribundas? Pues porque son las propias neuronas las que, una vez llegado su momento, activan a las microglías. Sin embargo, hay un problema: en ocasiones, las microglías se comportan de forma totalmente ‘inapropiada’ y también atacan las neuronas sanas , pasándose así al ‘lado oscuro’ y convirtiéndose en auténticos enemigos del cerebro.
El estudio muestra cómo los factores ambientales como el estrés y los cambios en el metabolismo pueden contribuir a las enfermedades neurodegenerativas
La pregunta entonces es, ¿qué es lo que hace que las microglías se comporten de forma adecuada o inapropiada? Pues parece que la ‘carga’ de neuronas muertas. El estudio muestra que en el cerebelo, región cerebral implicada en el aprendizaje motor y el equilibrio, las microglías tienen un comportamiento ‘depredador’. Y es que el número de neuronas cuya funcionalidad se acaba deteriorando y mueren es muy elevado. Lo cual empieza ya a suceder durante la adolescencia. Por el contrario, la cifra de neuronas senescentes en el cuerpo estriado y la corteza cerebral es muy inferior a la del cerebelo, por lo que las microglías tienen un comportamiento más ‘pasivo’. Y para mantener esta ‘pasividad’ cuentan con la ayuda de una proteína denominada ‘complejo represivo de Polycomb 2’ (PCR2).
Los resultados muestran cómo PCR2 se encarga de silenciar la expresión de genes que disparan el apetito de las microglías. Y lo que es más importante, que cuando PCR2 se encuentra inactivado, las microglías se ponen en marcha y atacan a las neuronas que se les ponen por delante. Tanto las moribundas como las completamente sanas, lo que provoca un daño celular característico de las enfermedades neurodegenerativas . Una situación que puede tener lugar en caso de silenciamiento –por ejemplo, por modificaciones epigenéticas consecuentes con el estrés– de los genes responsables de la expresión de PCR2.
Regiones cerebrales susceptibles
En definitiva, como refiere Pinar Ayata, co-autora de la investigación, «nuestros resultados muestran que el comportamiento fagocitario de la microglía requiere una regulación estricta y puede ser muy peligrosa para las neuronas si aparecen factores que interfieren con estos mecanismos. Así, nuestro trabajo podría arrojar luz sobre cómo los factores ambientales con capacidad de desregular los mecanismos epigenéticos, caso del estrés y los cambios en el metabolismo, pueden contribuir a las enfermedades neurodegenerativas ».
Es más; como concluye Anne Schaefer, «es posible que las diferencias en la función de la microglía en las distintas regiones del cerebro explique algunas de las susceptibilidades ya conocidas de algunas de estas regiones específicas a los trastornos neurodegenerativos ».