La visita de Juan Pablo II al Rocío en 1993: «¡Que todo el mundo sea rociero!»

Miles de fieles esperaban al pontífice a las puertas del Santuario que fue recibido entre aplausos

Llegada de su Santidad Juan Pablo II a las puertas del Santuario de Almonte ABC VIDEO: YOUTUBE

M. J. LORA

La aldea almonteña tuvo un invitado de excepción el 14 de junio de 1993. El Papa, Juan Pablo II , -el Papa viajero- acudía al Rocío como un peregrino más. Miles de fieles llegados de todas partes esperaban al pontífice a los pies del Santuario de Almonte , que hacía su llegada en helicóptero , entre fuertes medidas de seguridad. Fue recibido dos veces, en el mismo helipuerto y a las puertas del Santuario por el capellán del mismo, el alcalde de Almonte y por el hermano mayor de la hermandad Matriz de Almonte.

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El Papa pisó las arenas del Rocío entre aplausos y vítores : «Viva la Virgen del Rocío!», «¡Viva la Blanca Paloma!», «¡Viva el Papa rociero!» ... Muchísima expectación para acoger a su Santidad, que saludó a todas las autoridades que lo esperaban a las puertas del Santuario. Posteriormente, se postró a los pies de María Santísima del Rocío durante varios minutos, donde los numerosos fieles lo acompañaron en silencio.

Juan Pablo II oró a los pies de María Santísima del Rocío ABC

Tras ello, bendijo uno a uno a los Simpecados de todas las hermandades del Rocío, que formaban alineados en el interior del templo, para después, asomarse a un balcón erigido expresamente para dicho acto en una esquina del Santuario. Los aplausos y las palmas al compás rompieron el silencio que se mantuvo durante la oración. La multitud estaba entregada: «¡Qué poderío, el Papa en el Rocío!» , se podía escuchar.

«Queridas hermanas y hermanos rocieros, me siento feliz de estar con vosotros en esta hermosa tarde»

Posteriormente, su Santidad se dirigió a todos los rocieros: «(...) Es para mí motivo de honda alegría y de acción gracias culminar mi visita apostólica a la Diócesis de Huelva peregrinando a estas marismas en las que la Madre de Dios recibe, en la romería de Pentecostés e incesantemente durante todo el año, el vibrante homenaje de devoción de sus hijos de Andalucía y de muchos otros lugares de España. A esa multitud incontable de romeros, he querido reunirme hoy, ante esta bellísima imagen de la Virgen , para venerar a nuestra Madre del cielo», relataba en su discurso, como un compromiso para todo buen rociero.

El Papa, en un balcón en el Santuario de Almonte ABC

Y proseguía Juan Pablo II: «Queridas hermanas y hermanos rocieros, me siento feliz de estar con vosotros en esta hermosa tarde, aquí, en este paraje bellísimo de Almonte y ante este bendito Santuario, en el que acabo de orar por la Iglesia y por el mundo». «Antes de bendeciros, alabemos juntos a María : ¡Viva la Virgen del Rocío!, ¡viva la Blanca Paloma!, ¡que viva la madre de Dios! Los aplausos interrumpieron varias veces el discurso: «Se ve que lo decís de verdad, se ve con este aplauso». «¡Que todo el mundo sea rociero!» , señaló. A lo que la multitud estalló a gritos de «Ole, ole, ole». Finalmente rezó tres Avemaría con los peregrinos y se cantó la Salve Rociera.

Para terminar, bendijo al resto de Simpecados, oró nuevamente a los pies de María Santísima del Rocío, antes de despedirse de las autoridades y pisar de nuevo las arenas entre el clamor del público allí presente. En 1994 se colocó un azulejo en el interior de la ermita y otro en el llamado «Balcón del Papa». En 2002, se instaló frente a la ermita un busto del Papa.

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