Una peregrina llora emocionada al llegar al altar de la Blanca Paloma en Almonte Miguel A. Jiménez

Miguel A. Jiménez / M. Humanes

Las autoridades, incluida la Hermandad Matriz de Almonte , lo han pedido por activa y por pasiva en los últimos días: Rocío de Esperanza , sí, pero en el espíritu. Y los devotos están cumpliendo… más o menos. Si bien es verdad que son cientos las personas que en estos días previos a Pentecostés están llegando a las plantas de la Blanca Paloma , el ambiente es de prudencia y contención, y ni en Almonte ni mucho menos en la aldea, se producen aglomeraciones ni desmadres que, por el momento, haya que reprochar a nadie.

En El Rocío, muy tocado por la ausencia de la Virgen del Rocío por segundo año consecutivo de su Santuario Nacional, la Asociación Flores para la Pastora ha engalanado la puerta principal del templo como ya hiciera el año pasado. En esta ocasión, está muy vivo el recuerdo a las 125 filiales de la Matriz que en un día como el de hoy habrían culminado su presentación ante la Patrona de Almonte . Un momento de tanto regocijo está simbolizado en un mural en el que las medallas de las hermandades rodean una gran imagen de la Virgen, a la que tanto añoran los rocieros. En el interior, sólo silencio, polvo y soledad.

No hay jolgorio en los porches, ni paseos a caballo ni carriolas colmadas de alegres romeros cantando camino de la casa de algún familiar o amigo. Y aunque la carretera A-483 ha sido un chorreo constante de vehículos durante toda la mañana, el éxodo parece repartirse entre la aldea y Matalascañas.

Las casas del Rocío están abiertas, cierto es, pero las familias se mantienen en su mayoría aisladas unas de otras . Las casas de Hermandad, fieles a la recomendación de la Matriz, que no quería por nada del mundo que este Rocío de Esperanza sin restricciones en la movilidad se convirtiera en un riesgo para las personas, permanecen cerradas.

Bien distinto es el ambiente en Almonte , donde la Virgen del Rocío preside los cultos de este segundo Pentecostés sin Romería. Cientos de devotos pasean a la sombra de una catedral efímera bellamente adornada bajo la atenta vigilancia de Policía Local y Guardia Civil , que vela para que se respeten las normas de seguridad sanitaria, hasta llegar a la Parroquia de la Asunción , en cuya fachada también se homenajea a las filiales. En el presbiterio la Blanca Paloma es un faro de luz que baña de consuelo y esperanza las miradas suplicantes de los fieles. Y a sus pies, los miles de flores que ya se acumulan son muestra inequívoca de todas esas plegarias que se han venido depositando en estos días.

Desde luego, nada que ver con el sábado de Rocío del año pasado, cuando lo único que transmitía un cierto consuelo eran los balcones adornados de los almonteños. Hoy, la música de los tamboriles resuena en la megafonía por toda la villa y hay cohetes en el cielo y un bullicio controlado en los bares y en las tiendas de velas que los peregrinos llegados de todas partes encienden en la capilla votiva mientras musitan sus ruegos. Que sea el último, Madre, a tres leguas de la aldea, porque ese será el mejor signo de que la pesadilla , por fin, habrá acabado.

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