Opinión
Anoche soñé
«Este año, los papeles arrugados bajo el manto de los Apóstoles decoran el arco inmenso de todas las plegarias sin veredas»
Al niño que la Virgen salvó dos veces
Descalzo sobre la arena helada de la aldea, un cobertor de bruma envuelve mi pesadilla de calles vacías y campo abierto a las respuestas que no concede la noche, la cal ni las campanas, tan dormidas. Dos flores de talco sostienen la sonrisa de la media luna que me llama. Estoy perdido ante la boca del lobo que se come a las vacas mostrencas y a los hombres que no creen que habrá mañana. Fui un hombre y un camino. No puedo esperar a un sol sin luz.
Llevo el costo pesado del recuerdo del tiempo en el que fui feliz. Llevo la sal del mar inquieto que es el miedo a tanta ausencia. La resina que no detuvo el tiempo del consuelo cuando pudo. Llevo el último abrazo del amigo y la carreta de la plata que gasté. Estoy solo, diminuto en la inmensidad de un campo de pájaros dormidos entre el polvo. Me sigue un ejército de cintas negras que buscan el varal que sostiene la bóveda de tanto silencio. El nuevo Bonaparte acecha en el aire que trae un ladrido de peste y de sequía. Solo un pañuelo de yerba me protege. Ayer era un hombre sin memoria ni paciencia. Era camino y hoy solo distancia, pero el tamboril del pecho me alimenta de ti mientras te busco.
Recostada en la última encina, una anciana de plata me señala la ráfaga del camino llano hasta tu pueblo. He de seguir el hilo de oro que lleva a tu bordado. El sendero es un surco tallado por la gubia de un carpintero hasta la cruz del destino. La lengua del arroyo canta letanías cuando Almonte es el eco del suspiro de un disparo. El pueblo duerme en el Chaparral del alba.
Este año, los papeles arrugados del manto de los Apóstoles decoran el arco inmenso de todas las plegarias sin veredas que traigo dibujado en los churretes del alma. Y recorro descalzo la catedral sin muros que lleva hasta tus andas. En la Asunción podría dormir para siempre en la nana de una Salve, pero debo volver a mi aldea cotidiana. Soy el sueño de encontrar el secreto de los ojos de la Virgen para salvar a un hombre de su tiempo. Hoy es tu mañana y es mi despertar. Tu luz explica el sol de cada día. Ya no tengo miedo Rocío a lo que venga, porque sé que sin llegar a verte nos miras siempre como al niño que somos.