Fallece por hipotermia tras negarse a encender la calefacción por miedo a que la factura de la luz se le disparara
«Estaba obsesionada con la preocupación de ponerla», remarca un juez que investiga el caso
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La pobreza energética es una denominación que en los últimos años, por desgracia, se ha empezado a usar con fuerza para aquellas situaciones en las que una persona o familia vive en condiciones precarias y apenas puede ver cubierta sus necesidades básicas de suministros de energía por falta de ingresos suficiente para poder capear la factura. El encarecimiento de los precios derivados de la crisis tras el Covid y por la guerra de Ucrania no han hecho más que empeorar muchos de estos casos.
Estas situaciones críticas han desencadenado en muchas situaciones de gravedad o incluso algunas muertes, como la que se ha conocido ahora en el Reino Unido. Una anciana de 87 años residente en Bury, en las afueras de Manchester, falleció el pasado diciembre como consecuencia de una hipotermia tras haber estado viviendo con la calefacción elevada por miedo a una factura elevada de la luz. Una investigación judicial lo ha confirmado.
La mujer, Barbara Bolton, se había negado deliberadamente a encender la calefacción por temor al coste final y fue encontrada por su nieto el pasado 11 de diciembre en estado crítico. Había caído desplomada en la cocina y los servicios médicos que acudieron al lugar de los hechos confirmaron que presentaba una temperatura corporal de apenas 28 grados, muy por debajo del índice normal (que suele rondar los 37 grados).
Barbara, que había estado trabajando en un supermercado hasta los 82 años y que vivía en una casa adosada, fue trasladada a un hospital de la zona para ver si podían salvar su vida pero, tras varias semanas ingresada, acabó falleciendo de una neumonía derivada de la hipotermia el pasado 5 de enero.
«Estaba obsesionada»
Según ha trascendido de la investigación judicial, la mujer tenía una pensión y podía contar con el apoyo y ayuda de su familia, que se preocupaba por ella y que contactaba con ella a diario para ver cómo estaba. Sin embargo, se ha corroborado que ella era testaruda y no quiso hacerles caso cuando le instaron, en varias ocasiones, a que abriera la calefacción ante las bajas temperaturas de la época en la zona y no temiera por las facturas. La insistencia de la familia no tuvo su efecto.
«Lo que se desprende claramente tanto de las declaraciones del personal del hospital como de las que ella mismo hizo allí es lo mucho que, como familia, se preocupaban y cuidaban de su madre», remarcó un juez, que constató que «está claro que estaba obsesionada con la preocupación de poner la calefacción, sin importarle nada lo que le dijeran sus allegados».
El juez dice más al respecto. «Se había atrincherado un poco en la idea de que no podía poner la calefacción por el motivo que fuera. No importaba nada lo que otros le dijeran, no pensaba hacer lo contrario». Su hijo Mark también explicó al juez, como ejemplo, que cuando alguien la visitaba ella solía encender un fuego de gas en la sala de estar para no pasar tanto frío.