Los diez insultos más ingeniosos de la Antigua Roma

Los romanos también se veían en la necesidad de insultarse... y lo hacían con gran creatividad

Estatua de Cicero en el antiguo Palacio de la Justicia en Roma

BITÁCORAS

Las poesías de Ovidio, la obra moralista de Séneca, la retórica de Cicerón... de la Antigua Roma nos han llegado un buen número de textos, muchos de ellos todavía admirados por su excelente calidad literaria. Sin embargo, no todo lo que se decía y se escribía en aquella época era lo que estudiamos de los clásicos en la escuela o el instituto. En el blog History of the Ancient World encontramos una interesantísima compilación con los diez mejores insultos de la Antigua Roma.

Esta bitácora ha recopilado algunas de las oraciones traducidas más curiosas del libro «», de Michelle Lovric y Nikoforos Doxiadis Mardas.

- Aulo Persio Flaco (34 - 62 d.C.): «¿Todavía estás roncando? ¿Está tu cabeza desencajada de tu cuerpo, tu cara atorada por los bostezos tras la juerga de ayer? ¿Tienes alguna meta en la vida? ¿Tiene algún sentido tu existencia?» (Stertis adhuc? Laxumque caput conpage soluta oscitat hesternum dissutis undique malis? Est alquid quo tendis, et in quod derigis arcum?).

- Décimo Junio Juvenal (s. II d.C.): «Hace el mismo ruido que un gallo regañando a su gallina». (Ille sonat quo mordetur gallina marito).

- Quinto Horacio Flaco (65 - 8 a.C.): «Finges ser un pez gordo» (Longos imitaris).

- Cayo Salustio Crispo (86 - 34 a.C.): «Su mente es un vasto páramo» (Vastus animus).

- Apuleyo (s. II a.C.): «Eres como el hedor de una letrina pobre» (Foetorem extremae latrinae).

- Cayo Petronio Árbitro (14/27 - 65/66 d.C.): «Lo único que haces es correr de un lado a otro con una expresión estúpida, nervioso como una rata en una olla» (Curris, stupes, satagis, tanquam mus in matella).

- Cayo Valerio Catulo (87 - 57 a.C.): «No tiene ni el cerebro de un niño de dos años dormido en brazos de su padre» (Nec sapit pueri instar bimuli termula patris dormientis in ulna).

- Marco Valerio Marcial (40 - 103 d.C.): «Eres un chivato y un calumniador, defraudador, comerciante sin escrúpulos, estafador, gigoló y experto en el mal. Todo eso, Vacerra, y sorprendentemente, estás en bancarrota» (Et delator es et calumniator, et fraudator es et negotiator, et fellator es et lanistra, miror quare non habeas, Vacerra, nummos).

- Marco Tulio Cicerón (106 - 43 a.C.): «Nadie cree que seas digno de su atención, de su tiempo, de su voto, de un lugar en la sociedad, ni siquiera de la luz del día» (Nemo congressu, nemo aditu, nemo suffragio, nemo civitate, nemo luce dignum putet).

- Tito Maccio Plauto (254 - 184 a.C.): «Todo lo que dices es tan aburrido, por Hércules, que podrías cometer asesinato por monotonía» (Ah, lassitudinem Hercle verba tua mihi addunt, enicas).

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