200 «extraños» acuden al funeral de una veterana de la Segunda Guerra Mundial que murió sin familia
Entre lágrimas, 200 miembros de la otra familia de Serina Vine demostraron el poder de la comunidad militar, y su capacidad para unirse cuando de honrar a uno de sus miembros se trata
Cuando una mayor del Ejército se percató de que tan solo cuatro personas asistirían al funeral de una veterana de la Segunda Guerra Mundial sin hogar, no solo decidió asistir, sino que tomó partido. «En el servicio militar no se sirve para uno mismo, por lo tanto no se debe morir solo », declaró Jaspen Boothe, tal y como recoge 'Today' .
Boothe se enteró del funeral de Serina Vine gracias a William Jones, un marine retirado que trabaja en el cementerio nacional de Quantico, y el 7 de junio, durante la despedida, fue la encargado de recitar el discurso frente a 200 extranjeros .
Pero Boothe, una sin techo reconvertida a veterinaria que ahora dirige una organización sin ánimo de lucro llamada Salute, no solo aceptó la invitación del marine retirado, sino que escribió a cada veterano de guerra que conocía y pidió a la gente que asistiese al funeral de Serina Vine.
«Venía de camino al cementario pensando que mis esfuerzos habrían hecho que tal vez 20 a 30 personas se presentasen al funeral pero, cuando llegué, había cientos de coches alineados », explicó Boothe, de 38 años.
Poco se sabe sobre la vida de la fallecida Vine: sirvió en la Marina entre 1944 y 1946 y, al terminar su servicio, y mostrando aparentes signos de demencia, en 1995 trasladó su hogar a las calles de Washington DC, hasta que la acogieron en el Department of Veterans Affairs' Community Living Center, donde vivió hasta su muerte, a los 91 años.
Jones decidió investigar más sobre la veterana fallecida, para poder honrar su memoria. Descubrió así que se había graduado en la Universidad de California en 1954 y que hablaba tres idiomas, le encantaba bailar e iba a la Iglesia todos los domingos .
Cuando se lo contó a Boothe, inmediatamente se sintió identificada con la veterana de guerra. Ella estaba a punto de ser enviada a Irak como jefa de la sección de correos cuando el huracán Katrina en agosto de 2005 hizo acto de presencia, dejándola sin hogar junto a su hijo , Brandon, de 9 años. Por eso se sintió preparada para recitar su discurso de despedida.
«Sus familiares y amigos no pudieron venir, pero aquí estábamos de pie, en solidaridad, todos juntos, como su familia », relata Boothe.
Entre lágrimas, 200 miembros de la otra familia de Vine demostraron el poder de la comunidad militar , y su capacidad para unirse cuando de honrar a uno de sus miembros se trata.