Sporting-Real Madrid
Ha de engrasarse el ataque
El Madrid empata con el Sporting de Gijón en un disputado partido. Posibles penaltis y la evidencia de que los de Benítez han de mejorar
El Madrid se deja dos puntos en El Molinón. O dos puntines, usando el sufijo local. E inicia el inevitable proceso de prueba-error , porque mejora su defensa, pero ha de mejorar un ataque que se está redefiniendo. Es como si se le estuvieran resintonizando los canales tras haber desenchufado a Ancelotti. Hay varios serios que no pilla. No sólo es cuestión de forma, quizás también de argumentos.
La obsesión por verle el dibujo puede llevar al observador a la locura .El Madrid parte de un 4-2-3-1 que en ataque se quiere convertir en un 4-3-3 y a veces en un 4-4-2 defensivo . Esto suena absurdo y poco importante, el rollo de las flechitas, pero son formas que adopta: el Madrid achica, sube la defensa y empuja atrás, pero también se achica en las bandas, que deja libres para que llegue el lateral (Delfín Danilo) o caiga el delantero. Aspira a tener tres y cuatro jugadores por delante de la pelota; Bale hace de obturador y se mueve más que un cursor , y hay libertad arriba mientras que Kroos y Modric se agarran de la mano para no perder la posición en la tormenta. ¡Hay un cacumen táctico detrás de eso!
Lo revolucionario de la decisión de Bale también es que rejerarquiza el ataque. Parece que Bale tiene la preeminencia ofensiva, se hace grande, importante, ¿pero cómo lo lleva Cristiano?
Bale mejora su primer toque, apoya mejor los avances del lateral, y es congénitamente vertical. Ahora bien, sigue teniendo problemas cuando el espacio se reduce y dificultades para ser clarividente con el cogote (como algunos profesores en la pizarra). Juega mucho de espaldas . Con él, el objetivo es atacar de forma velocísima, pero a veces los de arriba se juntan, se emparedan. Es el ataque cachopo. Y hay un punto de elaboración menor que en el sistema escalonado de Ancelotti, esponjosamente trigonométrico.
Todo lo anterior, me lo disculpará el lector, serviría para tratar de entender la Idea de Benítez .
El Madrid tuvo su primera ocasión en el 11’, un pase exterior de Modric, fabuloso, que Bale no aprovechó.
En el 13’ hubo una jugada para echarle una foto de las de radar : evolución del Sporting y Jesé defendiendo mientras Bale y Cristiano miraban. A esto lo llamaremos tradición.
En ese ataque impulsivo que sobre la fresca resolución de Bale se quiere organizar, Isco pone una coma , una leve pausa. Parece otro lenguaje. Tuvo un par de chuts y exceso de recortes sobre sí mismo. Nos pasa a muchos.
Hubo un posible gol fantasma de Sanabria, pero la pelota no entró por completo. Se elevarán consultas a físicos y expertos en balística en las tertulias de la semana. El Madrid protestó luego un posible penalti sobre Ronaldo. La polémica despertó el «Así, así, gana el Madrid» , que nació en El Molinón y es allí donde tiene su mejor y más natural entonación. Es hasta dulce, melodioso, como si lo cantara Víctor Manuel. El antimadridismo también nació en Asturias, como España... ¡qué lío! ¿Y si Madridismo y Antimadridismo fueran el yin y el yang de la pelota española? A veces, los dos llegan a coincidir en un mismo sujeto.
El Madrid mejoró en la segunda. Hubo unos buenos y fugaces instantes con Jesé por la izquierda. Se dibujaba ahí un 4-4-2. El Madrid hace más figuras que el batería de «Whiplash», otra cosa son jugadas. Es un ejército de maniobras . Gusta cuando sube la defensa y se mueven todos sincronizados; les falta la pinza en la nariz.
El entendimiento James-Danilo
Entraron James por Jesé y Kovacic por Isco, que sólo tuvo una diagonal. En esos minutos el Madrid trenzó más su fútbol. La inteligencia entre Danilo y James fue interesante, de lo mejor, unos minutos de jugadas rapidísimas. Apareció Ronaldo, llegó Marcelo, hubo un córner para Varane, pero el ataque del Madrid era urgente y sin claridad.
Lo mejor llegó con dos puntas y un interior más, cuando hubo combinación en la media. El Madrid tiene por principal argumento el acarreo de Bale hacia Cristiano Ronaldo, parece el mensajero de Maratón (¡Barípides!), pero por mucho que él mejore, el equipo necesitará otra urdimbre adicional que se vislumbró en algunos minutos de la segunda parte.
Presionó y en un chut de Modric el Sporting llegó a parecer el preso atado a la silla al que abofetean en un interrogatorio. Pero resistió. Se agarró a la tablilla de los minutos del cuarto árbitro como el náufrago al corcho y llegó al empate. Exultante, una señora gritó: «¡Si son unos guajines!».
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