liga bbva. 9ª jornada
El Real Madrid se sobrepone al cansancio
Dos partes en Vigo: una primera de dominio blanco y otra en la que el Madrid tuvo un bajón físico y sufrió ante un gran Nolito
Había por Vigo una extraña publicidad institucional. Extraña, al menos, a ojos de un recién llegado. Un cartel con la imagen de un mejillón abierto y una frase: “Namórate de un galego”. Enamórate de un gallego, me atrevería a traducir. ¿Qué extraña invitación era esa? Como fuere, a medida que pasaba el partido se aparecía el cartel. ¿Cómo que de un gallego? ¡De quien hay que enamorarse es de Nolito! Está para ser titular con la selección.
El partido tuvo también lo suyo de bivalvo. Una primera parte del Madrid , de un Madrid de pasarela, de tiros largos, tan largos como el tiro de traje de Casemiro, y una segunda parte muy distinta en la que Nolito pudo empatar el partido y en la que el Madrid acabó respirando como un galgo.
Por resumir el intringulis: el Madrid salió con un 4-1-4-1, con Casemiro entre las dos líneas como la lima en el bocadillo de un presidiario.
El Madrid jugó bien, con un elegante juego de triangulaciones y con Marcelo, que protegido por el sistema, es el diez del Madrid .
Marcelo tiene una acción que consiste en pisar el balón con la derecha y dar una vuelta entera alrededor para recuperar su perfil zurdo. La rabona es el enrevesamiento del zurdo para chutar; la marcelinha es el del zurdo para regatear.
El 0-1 nació en las fuentes de Casemiro, de un robo suyo vendría luego el desmarque en diagonal de Lucas, indeciblemente bello como todo lo que hace Lucas , y la asistencia posterior a Cristiano para que rematara ese gol suyo que siempre pilla a los fotógrafos preparados.
El 0-2 fue una cosa entre Jesé y Danilo, que llegó con una serenidad impropia del lateral. Cuando un lateral chuta así uno sospecha...
Por la misma banda por la que se deshacía en Celta en las subidas de Danilo se desharía el Madrid después en las subidas de Nolito.
La segunda parte fue de Nolito. Antes hubo un rato de, digamos, dilucidación temperamental. Un interludio sonoro para que el Celta se hiciera con el partido: Tarjetas, bronca al árbitro, conato de agresión de Aspas... De ahí salió un Celta bravo, caldeado . Hasta entonces había sido un equipo muy blando que parecía querer ganar por lo bonito, pero acabó donde se acostumbra contra el Madrid: con garra, eso que llamamos intensidad y mucho “Así, así…”.
En el hundimiento del Madrid quizás hubiera algo de fallo de carácter, porque aún conserva el equipo momentos de inopia, de viaje colectivo a Babia, pero más pareció una cosa física. Un desfondamiento , un “qué nos pasa”, una deshidratación de todos.
En una de tantas de Nolito se fue al centro y chutó a la escuadra. La estirada de Keylor, que separó sus vértebras como nos las separan en el fisio, embelleció más el gol.
El Madrid miraba el reloj como si tuviese una uva en la mano. Como si estuviera en la consulta del médico. Ramos pegó un balonazo de patio de colegio. El cansancio era tal que el gol vino hasta bien : liberó una adrenalina, por el disgusto, que le dio vida al Madrid.
Entre esa alteración del ácido láctico y un poco de toque, de ese "vamos a tocar" de cuando se tiene miedo, el Madrid pasó el trance.
Pero la incapacidad para las contras de Cheryshev fue clamorosa. Cristiano no respondía e Isco se había agotado en sus tres obras de arte (absolutamente individuales).
La mejor contra, la mejor trenzada, un pase al hueco de Isco para Cristiano acabó en vaselina pocha del portugués.
Con el Celta volcado, tuvo que ser Marcelo el que sentenciara. El árbitro, al pitar, estiró el soplo para pitar también el pitido final. Tras este alarde, salió tan exhausto como los futbolistas blancos.
El partido confirma el liderato del Madrid. Las quejas sobre Benítez son de un esteticismo hortera y no tienen fundamento: es un entrenador de los que no ha tenido muchos el Madrid. Ganará o no, pero no hay razón para moverle la silla.
Y deja otro par de cosas. El cansancio como elemento a analizar y por el que discutir, quizás otro debate que eternice la semana. Tiene sentido: si hay polémicas con las lesiones tiene que haber la misma con el calendario que las propicia. O todos moros o todos cristianos (la incorrección política de este dicho me sorprende mientras lo escribo).
El Madrid contó con dos días menos, no uno, dos, respecto al Barcelona. Por no hablar de su desventaja respecto al Celta. De esto ya se quejó Mourinho.
Y además está Keylor, que paró lo importante y lo paró bien, cuando el ojo le busca ya está en posición de pantera.
Viendo esto era inevitable acordarse de Vecchi , el preparador de porteros de Ancelotti, el de los minuciosos calentamientos. ¿Qué agilidades en días laborables le demostraría Casillas? Navas era un porterazo en el banquillo y Casillas un portero convertido en acreedor, con esa cara de señor al que se le debe algo que ha inmortalizado una campaña publicitaria reciente.
Al final, como siempre en Balaídos, el campo quedó para las gaviotas. Han visto mucho fútbol ya.
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