Real Madrid-Levante
Las virtudes del aburrimiento
Partido que el Madrid resolvió en media hora. Marcaron Cristiano, Marcelo y Jesé. Bale descanso en la segunda parte.
Cristiano ofrendaba el oro de su bota al Bernabéu tranquilito del sábado por la tarde. Ojalá el club hubiera tenido la ocurrencia de poner de fondo el Goldfinger de Shirley Bassey. “The man with the midas touch, a spider touch” y la gente cantando: Ro-naaaldo, tarara... La ovación fue generosa y sentida. Caminando por Concha Espina es que todo eran camisetas suyas. Parece que no, se dice poco, pero la pasión por Cristiano existe. No se vive con el meñique estirado como lo de Zidane, que fue el arte del pobre en la época burbujeante de la pastizara, un Audi y Zidane, la vida era un lujo. Tampoco se vive con esa moral de mineros en crisis que provocaba Raúl, pero el madridismo, es decir, los niños, tienen un único ídolo en Cristiano (taraaaaara).
El partido tuvo sus cosas. El Madrid atacaba lentamente, ocupando todo el campo de un modo muy minucioso. La colocación y movimientos del Madrid es compleja.
Kroos se adelantaba y nos devolvía alguna vieja sensación, y Marcelo era el tercer delantero , un recurso fundamental del ataque.
Se protestó un penalti a Cristiano en el minuto 15. La sensación era que sí, pero con la siesta zumbando en las sienes no podía uno fiarse mucho del propio juicio.
Un partido de Benítez a estas horas es malísimo, malísimo . Como se descuide se queda uno traspuesto.
Bale arreó un cabezazo en un córner, un golpeo poderoso y prebalompédico, de una cabezonería sorprendente. Pero el Madrid estaba parado, lento y algo distraído; para colmo, el Levante empezaba a llegar. Un cante aéreo de Danilo, con blandeo posterior de Varane, pudo ser un susto serio si Deyverson no se hubiese caído.
Había ya cierta inquietud en la parroquia cuando, a la jugada siguiente, Marcelo marcó tras pared con Cristiano.
Entre el 1-0 y el 2-0 de Cristiano, de bello tiro desde fuera del área (parecía un chut de de diseño, un dron), tuvo el Levante una gran ocasión que paró Keylor.
El partido se aclaraba, perdía su intriga, y la parada de Keylor nos permitirá la exageración habitual de decir que salvó al Madrid.
Con los porteros ahora no hay termino medio.
El Levante lo hacía bien pero en el ataque se le dificultaba todo, como si a sus delanteros los manejase alguien desde arriba con un mando, alguien que echase su primera partida de Play. Esa sensación de no saber dónde están los botones y de chutar cuando hay que pasar o hacer un tackling cuando hay que regatear la ofrecen a veces los equipos visitantes en el Bernabéu.
En la última acción de la primera parte se lesionó Cristiano Ronaldo, que se encaminó al legendario “túnel de vestuarios” cojo y dolorido. La inquietud le tuvo que cortar la leche del café a mucha gente, pero, afortunadamente, el de las botas de oro volvió al campo tras aplicársele el mágico linimento. Vivimos, de todos modos, en la histeria de las lesiones. Un futbolista se toca la rodilla y ya se oye: “¡Ojo, que puede haberse roto!”.
Ese “ojo” es la muletilla del narrador española y está muy extendida entre los aficionados, que siempre presumen de verlo todo antes.
Durante la primera parte también hubo gritos y cánticos dedicados a Raúl. Importante hacerlo notar, porque fueron muchos y repetidos. El raulismo existe, está, se siente , hemos vivido, vivimos en el raulismo sin Raúl. Un raulismo latente, desactivado, que es un capital de madridismo dispuesto a ser explotado.
Hubo también un minuto de silencio y un recuerdo para Zoco.
La segunda parte no fue muy divertida, ciertamente. El fútbol del Madrid a veces es como pelar patatas, como ahorrar, como acumular cupones de descuento o cortarse las uñas haciendo montoncitos. No, eso último es incluso más divertido. Pero estábamos hartos ya de festivales benéficos en el Bernabéu, y ya tocaba un poco de fútbol serio, de tostones con consistencia. A las cinco de la tarde de un sábado, esa segunda parte fue como el picatoste que te saca tu tía abuela cuando vas a visitarla.
¡Ese picatoste hay que comérselo sí o sí!
El interés estaba en el cero, en mantener el cero, esa integridad con mucho sentido, porque de la suma de ceros llegarán cosas buenas.
En el cero y en las quisicosas de Isco, que fueron muy aplaudidas. Desde Zidane, lo que más le gusta al Bernabéu es la ruleta, la ruleta priva al personal. O sea, un tío, el que sea, da una vuelta sobre sí mismo y se levanta medio estadio.
Otra cosa interesante fue comprobar los aplausos a Keylor. Se le aplaude con muchísimo cariño cualquier cosa que haga. El Bernabéu está disfrutando de tener un portero con confianza y se deleita en reforzarla a cada momento.
El árbitro tuvo su mejor acción cuando dejó pasar la pelota bajo sus piernas. Lo más cerca que está un árbitro de jugar al fútbol es ese caño que se permite consigo mismo. ¡Qué profesión tan rara!
Debutó Llorente , que entró por Kovacic. El croata ha caído de pie y es muy bueno. Por decirlo de un modo absurdo y pedante, introduce una “lógica” de interior en la banda, y a la vez dinamiza el centro del campo. Hace un fútbol de guerrillas, de diagonales, que le viene muy bien al Madrid.
También entró Lucas Vázquez para que descansara Bale. La verticalidad de Lucas es sorprendente porque siendo Danilo es normal ser vertical, pero esa determinación tan humilde es digna de mención: es vertical por voluntad e inteligencia más que por facultades.
La verdad sobre los entrenadores y el reglamento se sabe viéndoles estar en la zona técnica. Alcaraz sacaba los dos pies de ella constantemente. Tienen varios metros para ellos solos y se colocan en el límite, como si por cinco centímetros fueran a verlo mejor. Pero es que se trata de llevar la regla al límite y trasgredir. ¿Pero por qué no hacen eso en el campo? Su bilardismo se reduce a eso, a la manía del área técnica.
En algunos momentos, Benítez le da instrucciones hasta a los rivales , parece que habla solo, y se nota: sin balón, los jugadores del Madrid se van siempre a algún lugar, tienen un sitio asignado y no dejan de recuperar posiciones ideales; siempre hay tres líneas defensivas, una defensa por capas; además, a veces la defensa se organiza en rombo y hablan mucho entre sí, hasta Marcelo daba instrucciones.
En este ambiente de seriedad, Jesé metió el tercero, un golazo que además le viene muy bien.
Se puso a llover y la lluvia, el himno antiguo y Casemiro le dieron a todo un aire de fútbol antiguo y grávido .
Este Madrid, váyase acostumbrando el personal, puede que sea una de las cosas más solidas de la actualidad.
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