Un cedido conquista el Bernabéu

No era Pepe el único que pedía a la afición que aplaudiera frente al Valencia mientrás él se dejaba la piel en el césped. No era Ramos quien corría sin parar, entraba, peleaba y buscaba el gol, topándose con el poste. Los dos centrales siempre animan al equipo y a la grada. Ahora se les ha sumado otro compañero en esa inyección de espíritu que enardece a las masas. Es un jugador cedido que pretende quedarse en el club: Javier Hernández, el hijo del Chícharo, un antiguo jugador mexicano al que denominaban así por sus ojos verdes. Le gusta jugar al lado de Cristiano y Bale. Es delantero centro del tridente y le encanta ser el pivote fijo para el portugués y el galés. Le dan goles y él da goles a Ronaldo. Y james le entiende de maravilla.

Chicharito se ha ganado al Bernabéu por su lucha constante, su nervio, su garra, sus goles y sus asistencias. Su coraje gusta a la afición. Cae bien. Y ha rendido en cuanto le han dado partidos enteros. El mexicano también pide aplausos para Casillas, en busca de la victoria ante el cuadro italiano.

El mexicano es jugador del Manchester United y no desea volver allí. Le gustaría ser traspasado al Real Madrid, siempre que tenga más oportunidades que este año. Su rendimiento en el conjunto blanco le ha reforzado mentalmente. Piensa que es un delantero válido para ser titular, no se cree suplente y trabaja para ganarse ese respeto.

Los seguidores blancos le animan cada vez que salta al campo. Javier Hernández espera ser titular frente a la Juventus, salvo que Ancelotti se decida por Benzema en una elección arriesgada. El mexicano quiere ser decisivo y levantar a las gradas. Tiene carácter. Pequeñito, se pega con centrales que le sacan medio metro. El público lo valora. Es valiente. Y se gana los aplausos. En el vestuario también es ejemplar. Chicharito es cosa aparte.