Champions League

Chicharito mete al Madrid en semifinales

Ancelotti se impuso por fin a Simeon en un duelo vibrante (1-0). El Madrid superó por intensidad y empuje al Atlético. Éxtasis en el Bernabéu

Chicharito mete al Madrid en semifinales Reuters

HUGHES

Se temblaba al final del partido. El Bernabéu, en pleno éxtasis, gritaba el nombre de Chicharito, quién lo iba a decir. El Madrid había dado una versión de coraje de cuando el blanco y negro. Estuvo bien, por fin, Ancelotti , que le puso delante a Simeone un equipo que le robó la «intensidad». El Atlético ha sido dueño de ella durante estos años. Quizás sólo la Agencia Tributaria de Montoro le ha plantado cara en este aspecto. Hasta que llegó este Madrid de Chicharito, Pepe y Ramos, otro Madrid. Y es que no se puede vivir sin nueve. [Así vivimos en directo el Real Madrid-Atlético ]

Al entrar en el estadio, aún sin público, había un ambiente distinto. Cada localidad tenía su bandera y flotaba un polvillo dorado que podía ser la humedad del riego, una niebla exclusiva del recinto o, así sería, el humo de los petardos y tracas que recibían al equipo.

La noche definitiva. Tan definitiva que Ancelotti se dejó de bailar la yenka del interior derecho y sacó a los tres centrales por primera vez durante la temporada. El Atlético de Simeone no salía con cinco medios, sino con cuatro más la posibilidad de descuelgue de Griezmann.

El Bernabéu estaba, cuando el himno, de una forma tal que hasta el helicóptero parecía querer posarse allí. Todos rezaban. Chicharito más, de rodillas.

Salío Ramos de Modric. Estuvo al principio torpe en el toque, hasta que se olvidó del balón y se centró en otras cosas. Bloqueó las salidas en largo, presionó a Saúl, buscó el remate y hasta se dirigió al público.

El Madrid salió con empuje, pero sin penetrar. La primera ocasión llegó tras una combinación de James y Chicharito en banda que el mexicano lanzó fuera. Frente a este Atleti, los jugadores como Isco se quedaban encerrados en los pasillos de seguridad. La zona de Miranda, Godín y Tiago no se podía pisar, parecía quemar. Sólo James, de puntillas, se iba al centro. El colombiano estuvo sensacional. Fue la estrella del Madrid. Se iba donde los dieces y desahogaba de la única forma posible, a un toque. A veces con medio toque, con el levisimo exterior de su zurda. Simeone no permitia más.

Brillaba también Chicharito, con una movilidad constante que devolvia al Bernabéu el placer del nueve.

En los primeros minutos al Atlético le pesó el ambiente. Parece mentira, pero después de tantos partidos, el estadio estaba distinto. La unión del público y el equipo era desconocida. La agresividad de Pepe y Ramos se notaba, también algo inmaterial, una especie de orgullo continental ante los vecinos.

Los colchoneros comenzaron a asomar alrededor del 20' con Arda. Un par de jugadas de esas en las que parece despegarse de su propio equipo. Intervino Iker por primera vez en el 38 en un tiro lejano de Gámez.

El partido era limpio, pero hay que reseñar que en media hora hubo tres codos del Atleti en tres rostros madridistas. También una acción en el aire de Cristiano cargando con el hombro contra el rival.

Simeone no paraba de dar instrucciones. No se sentaba. Lo asombroso es que todas le eran obedecidas. Había momentos en que no era bastante y el Cholo se colocaba tras el Mono Burgos, dando instrucciones al instructor.

La defensa del Atlético era superlativa y el Madrid era expulsado a los laterales. A lo periférico. La lucha de Carvajal, los desmarques de coleóptero de Chicharito, o las intervenciones milimétricas de James. En esa atmósfera sin oxígeno, poco se vio a Isco.

Entre jugada y jugada, Chicharito agitaba la cabeza como un boxeador. Eso es un nueve. El Madrid tuvo un córner en el 30' y el público lo celebró como si fuesen de Leeds.

El Madrid tuvo en el 43' su mejor ocasión. Robo de Carvajal por presión, toque de James para Cristiano, que se la tiró a Oblak, otra vez Oblak. Al portero le disputó Chicharito los últimos balones. Era una estampa de cuando la Furia. El Bernabéu recibió el descanso aplaudiendo a rabiar, encantado con esa versión de su equipo.

La salida del Madrid fue igual. Una genialidad de Isco de medio tacón para Chicharito. Córneres consecutivos. Como si el Madrid le dijese al Atlético: «Me podrás vacilar en todo, menos en la Copa de Europa». Buen papel de Varane en pases largos, voluntad constructiva y una actitud general desconocida. Otro Madrid que estaba dentro, y no lo sabiamos, del Madrid del protocolo estelar de la BBC. Ese equipo ya hubiera sido aburrido por Simeone. El de los chicharitos no. Era como Cristiano mirando a los García.

Pero el dibujo se empezó a alargar sobre el 60'. Llegó Griezmann, aprovechando espacios y el Atlético empezó a pisar los córneres. Los jugadores caían abrazados. Hay algo de eterno combate grecolatino en estos derbis.

Y no falló. En ese momento en el que el "punch chícharo" del Madrid decaía, momento técnico de desdibujamiento del otro, Simeone, como siempre, dio entrada a Raúl García, su yo en el campo. Había trazas de guión ahí. Dejó su impronta a los pocos minutos.

El partido cambió. Surgieron los espacios. Cuando el Atlético empezaba a extender su juego, Arda fue expulsado por una acción sobre Ramos, no se olvide. El Madrid sacó un aguijón con James y Chicharito y entre Mandzukic y Raúl García crecía una pradera. Simeone sacó a Jiménez y se puso con defensa de tres.

Flotaba un ambiente de prórroga, los jugadores bebían como ciclistas a la menor pausa. Pero en una reanudación, Cristiano se fue directo al área, dribló y dejó a Chicharito ante su gol. El estadio gritó su épica más grande en el héroe más pequeño. Ya tiene su página en la historia. En el Madrid, a veces, basta con un solo partido.

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