real Madrid-Levante

Reconciliación antes de jugar el clásico

Un doblete de Bale decide el trámite ante el Levante (2-0). El Madrid llega al Camp Nou con uno de desventaja

Reconciliación antes de jugar el clásico afp

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Como si no hubiera pasado nada, el partido empezó con ánimo reconciliatorio. El Madrid jugaba rápido, muy aplicado, irreprochable, y el público aplaudía todo lo que podía. Especialmente a Bale, que estuvo muy bien desde el comienzo. Un par de virguerías, de primeros toques excepcionales. Encerrado, sin espacio o forzado a jugar al borde del fuera de juego, como un delantero puro, ya empieza a destilar un fútbol de toques más sutiles en el área, donde se tiene que buscar la vida. Esto es una evolución, sin duda. Bale es ahora el objeto de discusión, pero está muy lejos de ser el problema. (Narración y estadísticas)

Entre el público y el equipo había ese clima de cordialidad extrema de las parejas cuando se reconcilian tras la discusión. Concretamente, de reconciliación racional, fría, cariñosa. No de la otra, la del revolcón pasional.

Modric daba lucidez a todo lo que pasaba en banda derecha, aunque tuviera algún lapsus. Con Modric el Madrid tiene otro motor. Lucas Silva estuvo mejor en la posición de Kroos, la suya natural. Rehuyó un tackling, pero estuvo bien al corte, tácticamente bien colocado y hasta demostró visión en largo en algún pase que aventuró hacia Carvajal. Luego fue decayendo.

La delantera estuvo enchufada. Cristiano falló un gol bajo palos, una de esas cosas que le pasan ahora y que parecen, efectivamente, síntomas de un estrés postraumático. Está bien, irreprochable, pero raro. Demuestra a veces un leve aturdimiento, un segundo en Babia. Benzema bajaba a crear la jugada y además centraba balones que nadie remataba. El nueve dando el pase al nueve.

Y Bale estuvo pulcro en todo y además abrió el marcador en un gol en el que participó toda la delantera. Intento de chilena de Cristiano, pase y viveza de Benzema y remate de Bale, que se tapó las orejas al celebrarlo, quizás para no escuchar los aplausos del veleidoso público.

Florentino estaría contento: Bale rehabilitado de aplausos y además goleador en una jugada muy BBC. Hay que anotar la mayor velocidad de juego de Isco, que, seguramente avisado, soltó antes la pelota en las transiciones.

El Madrid tuvo un solo bache a la media hora. Perdió la posesión y, además, no se replegó ni dibujó la silueta amenazante del contragolpe. Era un reflejo de los males de estos meses. Ataques estáticos apelmazados, en cuña, los delanteros sin espacios y sin creatividad en la media punta; y luego una indefinición entre el equipo que manda, pero pierde el balón y el que quiere esperar al contragolpe.

Ese tramo duró poco por rápidos arranques personales de los jugadores. Cristiano se montó solo una contra y al poco marcó el segundo. Carvajal mira hacia atrás en una subida y le buscó para que rematara. La megafonía se lo concedió a Bale, último en tocar, y el público pitó. Hasta el «speaker» se lleva silbidos en el Bernabéu...

La primera parte se cerró con una ovación enorme a Isco. Un regate en corto levantó un olé de plaza de toros. Sonó taurino, redondo. Sí, puede decirse que Isco hace redondo el Bernabéu.

Pitos

Al cuarto de hora de la segunda parte empezó la música de viento en el Bernabéu . Algunos pitidos sancionaban un fútbol sin profundidad ni agresividad del Madrid. La Nada hasta que Benzema hizo algo... inventó un gesto nuevo. Centró Cristiano desde la banda y él, esperando el balón, remató de espuela-tacón. Quieto frente al portero, hizo el gesto de dar una volea de espuela, pero metió el tacón. En «Los Sexoadictos», la película de John Waters, uno de los personajes inventa un acto sexual, un acto sexual que no conocía la humanidad. Algo así quiso crear ayer Benzema con esa finura de rematador quietísimo . El gesto fue importante para evitar la calma chicha en el estadio y también para oponer algo a la maravilla que el sábado hizo Messi en Eibar, ese toque infinitesimal para superar a Navas a mitad de jugada.

Tras el gol, el partido se desarrolló por los cauces del aburrimiento más absoluto. Ni patadas dio el Levante y el Madrid jugó al trote de Lucas Silva, que es mucho trote. Se ovacionó la salida de Benzema, algo tramó Jesé en el extremo y Cristiano hizo lucirse a Mariño, pero poco más. Cuando levantamos la vista del césped, del estadio se había ido la mitad del público.

Se cicatrizó la herida para no ir al Camp Nou hechos unos ecce-homos y volvió Modric, que es cosa seria. El resto, más de lo mismo: BBC y tedio en rachas alternas. Ah, y se homenajeó a Betancort, eterno portero ye-yé.

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