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Ramos, como todo el equipo, cayó en la trampa

Raúl García provocó al Madrid con un manotazo de roja a Khedira. Los blancos se ofuscaron. Y Sergio hizo el penalti a Raúl

Ramos, como todo el equipo, cayó en la trampa óscar del pozo

tomás gonzález-martín

La reflexión madridista del día después es dura en la autocrítica. Un campeón del mundo como el Real Madrid no puede «caer en la trampa de las provocaciones» , especialmente cuando conoce el paño en el que se mueve el Atlético.

Los blancos saben que Simeone plantea un partido de faltas constantes para cortar el juego del rival. El Atlético cometió 23 faltas en 90 minutos, un promedio de una cada 3,7 minutos. Giménez hizo la más clara, y la primera, al cortar un contragolpe con el empate inicial y Clos Gómez ni le amonestó, presionado por el Calderón. Con eso juega Simeone. Los árbitros no se atreven en la caldera rojiblanca. Y el Madrid se desespera hasta perder el orden.

Raúl García, curtido en mil lides, es un veterano que sabe ejecutar la estrategia de su entrenador como nadie. Provoca al contrario. Ayer pegó un tortazo a Khedira que era de roja. Clos tampoco lo vio.

Los blancos se ofuscaron. El Atlético les frenaba como fuera, por lo civil y al borde del Reglamento, muchas veces fuera de él, y el Madrid perdió la serenidad hasta caer una vez más en la encerrona.

Ramos fue el ejemplo de esa pérdida de control. Falló dos balones en el primer tiempo. Torres le robó un tercero en la segunda parte, al confiarse en la banda protegiendo un balón que el delantero tocó. Fue una jugada casi de gol. Inmediatamente vino el saque de esquina que se convirtió en el tonto penalti que rompió al Madrid. Un veterano como Ramos cayó en el engaño de otro veterano como Raúl García. Se agarraron ambos y el central quedó en evidencia al placar en exceso al centrocampista rojiblanco. Pena máxima, 1-0, y más desesperación.

Arbeloa hizo una entrada de roja. Y Giménez puso de nuevo en evidencia a la defensa blanca con otro gol de cabeza. Hoy, los jugadores del Madrid se lamentaban por su falta de picardía ante el Atlético. Cuatro derrotas en dos años de Simeone. Y siempre igual.

Ramos, como todo el equipo, cayó en la trampa

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