crítica de música
Jóvenes que vienen empujando fuerte
La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla destaca con la presencia del solista Conrado Moya
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Real Orquesta Sinfónica de Sevilla
- Ciclo: 'Gran Sinfónico' 6.
- Programa: Obras de Rodrigo y Schumann.
- Intérpretes: Conrado Moya (marimba). Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.
- Director: Sebastian Perłowski.
- Lugar: Teatro de la Maestranza.
- Fecha 23/02/2023.
Es la primera vez que la ROSS aborda un concierto teniendo la marimba como solista, aunque hay que puntualizar que este 'Concierto heroico' es una transcripción de un concierto para piano. Como se puede suponer, aunque sean ambos instrumentos de 'teclado'(en ... cuanto a disposición de los sonidos), la forma de tocarlo es distinta y, por lo tanto, pasar de uno a otro es labor, por definición, difícil, lo que supone un aprieto añadido. De momento, hay que considerar el límite de las cinco octavas del instrumento caribeño; por otro, adecuar los diez sonidos de los dedos de las manos posibles en el piano a un máximo de cuatro sonidos simultáneos en la marimba, así como la posición de las mazas, verdaderamente complicado a veces, por ejemplo, en las octavas consecutivas que tiene que abordar durante este concierto.
A su favor cuenta con que el rango dinámico de la marimba es colosal, lo que le permite emular al piano en su tarea de héroe de este concierto que evoca la gesta saguntina frente a los ejércitos de Aníbal. La marimba (o el piano) se erige en héroe: «He querido que el piano fuera el héroe y que la orquesta no le sirviera ni de acompañamiento ni de fondo, sino de estímulo, de acicate, para poder hacer su hazaña pianística, algo así como la razón y el porqué de su empresa». Así que ya desde los primeros compases Conrado Moya encabezaba esa lucha heroica de manera providencial, con una limpieza extraordinaria, con una técnica inigualable y con un dominio completo de todos los recursos de la marimba.
Ya en el final del primer movimiento, Rodrigo parecía adelantarse a la plasticidad musical de bandas sonoras posteriores de heroicidad galáctica, rematando el movimiento con una espectacular 'cadenza' del solista. De igual manera, al llegar al 'Largo' («una elegía a los muertos...», en palabras del autor) el solista tenía la oportunidad de lucir especialmente las dinámicas más delicadas, cuyos 'perdendosi' llegaban a desaparecer imperceptiblemente.
Si brioso era el solista diríamos igual del director, aunque nos pareció que en el acompañamiento se limitó, como casi todos, a sacarlo adelante sin más. Aunque piano y marimba coincidan en su aspecto percusivo, los golpes secos de la marimba en la zona media y aguda quizá destaquen más, sobre todo al depender de la maza que se use para tal fin; ello acaso debería obligar en las partes más 'guerreras' a un sonido orquestal -pero muy especialmente en los metales- más punzante, más penetrante, y no tan grumoso, hasta el punto de que parecía producir una prolongación arrastrada del sonido del solista. Es posible también que este hubiese preferido un 'tempo' más rápido, en cuyo caso es tarea para aclarar la cuestión en los ensayos, no en la actuación: los dos son jóvenes y el acuerdo es más fácil, sobre todo por parte del director, que no habrá dirigido nunca -y seguramente ni habría oído hablar- de este concierto.
Pero estaba claro que lo suyo era la producción schumanniana. Nos pareció que el 'Andante' que abría la pieza estuvo algo descabalado: el compositor recurría frecuentemente a su habilidad para encadenar melodías y este inicio era una muestra de ello; sin embargo, el director polaco no terminó de ensamblar las diferentes frases, normalmente a cargo de distintos instrumentos, sin que se notase la soldadura.
La entrada de lleno en el 'Allegro molto vivace' supuso un cambio de planteamiento, y el oyente sólo tenía que dejarse llevar por una pureza cada vez más diáfana de sus planteamientos melódicos, a la vez que implicaba a cada sección de la orquesta para completar el lienzo. Hay que señalar enfáticamente su habilidad para hacernos sentir que el pequeño espacio físico que mediaba entre algunas secciones orquestales parecía reflejarse en la claridad con que su sonido llegaba hasta nosotros, con lo que la transparencia y habilidad del director polaco para enlazar las partes tornaba ahora en prodigiosa.
No era cuestión sólo de fuerza, ya que en el bucólico segundo movimiento mostró una gran sensibilidad al conducir a la orquesta de manera emotivo y serena; cuando tocó el turno del vibrante 'Scherzo' no cabe duda que se volcó, procurando un hermoso contraste con cada uno de sus dos tríos, con un despiste en los violines -o en el director-. Finalmente, encontramos a toda una orquesta en jubilosa alegría y con una vivacidad y colorismo exultante: justificaba así la expectación creada en torno a este joven director, al que sólo le queda canalizar tal derroche de energía.
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