Provincia de Cádiz
«He visto a españoles a los que les han roto las puertas del frigorífico y les tiraban la mercancía»
Bautista, transportista de Algeciras, ha estado recientemente en Francia y relata la «locura» que ha vivido por las manifestaciones y piquetes de los agricultores galos
Los agricultores franceses llevan meses manifestándose por varios motivos. Se quejan de la alta inflación, los bajos salarios, una burocracia excesiva y por otro lado exigen mejoras en los sueldos, una reducción de las restricciones medioambientales, ayudas al combustible para contrarrestar la subida del precio de los carburantes y protección ante las importaciones procedentes de otros países extranjeros, ya que hablan de una «competencia desleal» al considerar que los productos importados del extranjero no tienen con las mismas exigencias y controles sanitarios que los franceses.
Hace aproximadamente una semana, los agricultores galos se echaron a la calle con sus tractores para bloquear las autopistas del país e impedir el tránsito de los camiones que se dirigían a las grandes urbes francesas como París, Marsella o Lyon como medida de presión al Gobierno. En los últimos días son muchos los camioneros españoles que se han visto literalmente atrapados en Francia, sin forma de poder avanzar hacia su destino, pero tampoco con la posibilidad de retornar a España. Además, en algunos casos han visto como los agricultores manifestantes les tiraban la carga que transportaban al suelo.
Uno de los camioneros españoles que ha sufrido la complicada situación en Francia es Bautista. Natural de Algeciras, autónomo y perteneciente a la cooperativa a la Asociación de Transportistas de Contenedores de la Bahía de Algeciras (ATCBA) y Altransa, dedicada principalmente al transporte de contenedores tanto en ámbito nacional como internacional, de cualquier tipo de mercancía incluida mercancía peligrosa y refrigerada. Ha estado recientemente en dos ocasiones en Francia, aunque ya se encuentra en España afrontando el regreso a casa tras una aventura que difícilmente olvidará. El primer viaje lo hizo solo, y el segundo con un compañero que llevaba su propio camión.
Su destino era la ciudad de Burdeos, a tan solo 220 kilómetros de la frontera con España. Un trayecto que habitualmente Bautista tarda en hacer «unas tres horas», pero que en esta ocasión «he tardado más de seis horas».
Relata que tras pasar la frontera, «a los veinte o treinta kilómetros la autopista ya está cortada», y ese no era el principal problema «porque yo viajaba de noche», sino que «te saca a lo que ellos llaman carreteras estatales», equivalente a las carreteras nacionales en España que «no tienen arcén, no están ni pintadas y que cogen por el interior de todos los pueblos»
«Vas a ciegas y la realidad es que no sabes por donde coger, te metes por los pueblos y muchas veces no cabes, está limitado a los camiones, es una auténtica locura«, afirma, y agrega que »luego que tengas la suerte de que no te paren en una rotonda y te tiren la carga al suelo«.
En el caso de Bautista «he tenido suerte y no me han tirado la carga, pero he visto a compañeros a los que le tiraban la carga, sobre todo los productos frigoríficos», pero a los «productos no frigoríficos no los paraban». En su primer viaje transportaba arándanos, y en esta segunda ocasión lechugas procedentes de Murcia.
«En el segundo viaje, como estaba tan atascada la situación en Francia, había compañeros que bajaban desde el norte de Francia a mitad de camino, y como tardaban tanto en llegar, yo les subía el remolque a mitad de camino, y él se daba la vuelta para el norte y yo me daba la vuelta al sur otra vez y así nos comíamos el marrón a medias», relata.
Aunque no haya sido su caso «ha habido compañeros que han tardado un día entero en llegar, y lo llamas por teléfono y te dicen que no pueden, que ni rutas alternativas ni nada«, y »he visto a españoles a los que le han roto las puertas del frigorífico, que le hayan destrozado los candados y les han tirado la carga«.
Tenía claro que si se encontraban con un piquete «nosotros nos paramos, y si quieren tirarnos la mercancía que nos la tiren, porque la van a tirar igual, son muchos. Es una situación como para no ir».
Pasividad de la policía
Una de las cuestiones que más enfada a los camioneros españoles es la «pasividad» de los gendarme, la policía francesa, ya que «te ven perdido por los pueblos, ven que se te pone un tractor delante y no les dicen nada».
«Yo he llegado por las carreteras comarcales totalmente perdido, le he preguntado a un ciudadano francés el motivo por el que las carreteras no estás señalizadas y me han dicho que son los propios piquetes los que quitan las señales que ponen los gendarmes indicando las rutas alternativas», cuenta. A Bautista no le han tirado la mercancía, pero «a lo mejor se te ponía un tractor delante y te llevabas un tiempo parado hasta que se entretenían con otro», y dice de nuevo que «yo he tenido bastante suerte». En su su segunda travesía por Francia «he llegado a estar parado unas ocho horas».
La legislación española obliga a los camioneros a hacer, como mínimo, dos descansos ininterrumpidos durante su travesía. La primera pausa debe ser como mínimo de tres horas, y la segunda de nueve. Al tener que parar de manera obligatoria «había camiones desperdigados por todos lados, era una locura. Hay camiones en los arcenes de las carreteras y atascados en sitios en los que no caben».
Bautista ha llevado su camión a Grecia o República Checa, «he vivido huelgas como las que hay en España», pero «estas cosas que he visto en Francia nunca las había vivido». No sabe si a corto plazo tendrá que volver a Francia «porque vivimos del día a día», pero lo que es seguro es que esta experiencia en el país galo «jamás olvidaré».