INDUSTRIA

De Venezuela a Arabia, los grandes clientes de los astilleros

El contrato firmado entre Navantia y el Gobierno saudí coloca a este país como uno de los preferentes con más pedidos: ocho barcos

Los venezolanos encargaron al Gobierno de Zapatero la construcción de ocho patrulleros en Puerto Real y San Fernando entre 2005 y 2010

Corte de chapa en 2018 de la primera corbeta saudí en el astillero de San Fernando LA VOZ

El contrato que firmó la pasada semana Navantia con el Gobierno saudí para la construcción de tres nuevas corbetas sitúa a Arabia como clientes preferente de esta empresa pública española a escala internacional. El nuevo encargo de tres buques se suma a los cinco que se construyeron en el astillero de San Fernando entre 2018 y 2023. En total, ocho unidades que colocan a este país del Golfo Pérsico como el mayor cliente de Navantia. No hay que olvidar que Venezuela también fue cliente preferente entre 2005 y 2010 con la construcción de ocho patrulleros en Puerto real y en San Fernando.

En esta misma línea destacan también Australia y Noruega, aunque ambos países han ido ajustando a la baja su relación con Navantia.

 

Australia y Noruega han perdido peso en la red clientelar de la empresa pública española

 

 

En el caso de Australia se ha pasado de la euforia a la decepción con la pérdida de dos importantes contratos en el último lustro. La empresa española ha sido en la última década el principal suministrador de buques de la Marina Real Australiana. De hecho, Navantia ha construido por transferencia tecnológica tres destructores de la clase 'Hobart', basados en la veterana F-100 española, además de dos buques de asalto anfibio y otros dos AOR, desarrollados en los astilleros de la ría de Ferrol, lo que convierte al grupo naval en uno de los principales aliados estratégicos de la nación oceánica. Además ha entregado 12 lanchas de desembarco, construidas en San Fernando.

La relación con Australia emprendió un nuevo camino en 2018. Navantia recibió ese año un duro revés al quedar apeada de la carrera para hacerse con un contrato naval de 22.000 millones de euros. El Gobierno australiano iniciaba el concurso internacional para construir sus futuras fragatas SEA 5000. El contratista militar británico BAE Systems fue el que se adjudicó este gran encargo para construir nueve buques. No está confirmado, pero las razones políticas pesaron más que las razones industriales. Reino Unido se encontraba entonces en plena negociación con el Brexit y Australia optó por una constructora naval inglesa antes que por una europea.

 

En el año 2000 la Marina australiana firmó un contrato con Navantia para construir en Ferrol cinco fragatas

 

 

La propuesta española se basaba en la F-110, aunque adaptada a los requerimientos de la Armada de Australia. Y su fortaleza residía en la fiabilidad y la reducción de riesgos que implica un tipo de barco ya probado. Mientras, el contratista inglés, BAE Systems, alegaba que el suyo era un buque más moderno y con mayores capacidades.

Este revés obligó a la empresa española a buscar alianzas para optar con fuerza a los futuros concursos de este país. Navantia Australia y los astilleros australianos Austal y Civmec se asociaron en noviembre de 2023 con la mirada puesta en un nuevo concurso público para la construcción de 11 fragatas.

El segundo revés para la empresa española sobrevino el pasado mes de noviembre cuando la empresa pública quedó fuera de esta carrera naval. La batalla final por este contrato la librarán alemanes y japoneses. La decisión se tomó tras un estudio exhaustivo de las cuatro ofertas que se seleccionaron el pasado febrero y que hasta ahora aspiraban a la licitación, valorada en 11.000 millones de dólares australianos (más de 6.770 millones al cambio actual). La naviera pública española aspiraba a este concurso con su fragata Alfa 3000, pero finalmente se quedó fuera, al igual que la surcoreana Hanwha Ocean.

Por otra parte, en el año 2000 Navania firmó un contrato de construcción de 5 fragatas AEGIS (Clase F-310) para la Marina Noruega, construidas en los astilleros gallegos de Fene-Ferrol entre los años 2000 y 2010. Este contrato significó entonces la consagración de Noruega como cliente preferente, además se hizo con el mantenimiento de los buques una vez que se echaran al mar.

Sin embargo, la relación se enfría en 2018 cuando una de sus fragatas, construida por Navantia, se hunde tras una colisión. Finalmente, el Ministerio de Defensa de Noruega ha demandado a la empresa naval pública Navantia por el hundimiento de uno de sus buques en el año 2018, la fragata 'KNM Helge Ingstad', construida en el astillero de Ferrol, tras chocar contra un petrolero en aguas de este país nórdico.

El hundimiento parcial de este buque supuso durante un tiempo cruces de acusaciones desde España y desde Noruega, pero en abril de 2021, el informe final de la Agencia Noruega de Investigación en Seguridad (NSIA), recogía que el hundimiento de la fragata en la madrugada del 8 de noviembre de 2018, en aguas de Noruega, no se debió a fallos en la construcción de la unidad militar, ejecutada en el astillero de Navantia en la ría de Ferrol, sino que fue debido «a no haber seguido los procedimientos establecidos antes de su evacuación por parte de la dotación».

No obstante, este incidente dejó a Navantia en fuera de juego de nuevos contratos noruegos. De hecho, el pasado verano quedó apeada del concurso para la construcción de cinco nuevas fragatas.

En materia internacional, Navantia ha tenido una de cal y otra de arena. El contrato con Arabia para la construcción de tres nuevas corbetas y la obras que desarrolla en el astillero de San Fernando con el patrullero marroquí le han permitido salvar los muebles. Sin embargo, el verano de 2024 no ha tenido muy buenas noticias para la empresa pública. A la decisión de Turquía de enfriar el encargo de un segundo buque anfibio portaeronaves como el 'LHD Anadolu', entregado hace poco más de un año, se ha unido la demanda de Noruega por el hundimiento de uno de sus buques en 2018 y las dificultades económicas del astillero inglés Harland & Wolff con el que construye tres buques logísticos para la Royal Navy. El último error de Navantia fue revelar datos sensibles del submarino S-82.

La situación interna de Turquía jugó una mala pasada en las ambiciones empresariales de Navantia en el país otomano. Hace casi un año, la situación era bien distinta. En aquel momento el presidente Erdogan movió pieza en el tablero geopolítico de Oriente Próximo cuando Israel y Hamás habían entrado en su tercera semana de guerra. En un guiño al Gobierno español, anunció en su discurso con motivo del centenario de la fundación de la República turca que Ankara planeaba cerrar en breve un acuerdo con los astilleros públicos españoles.

Por lo que respecta a la construcción civil, el grupo vasco Ibaizábal ha sido otro de los grandes clientes de Navantia. En 2015 firmó un contrato con la empresa pública española para la construcción de cuatro petroleros de la serie Suezmax. En mayo de 2019 se entregó el último buque. Navantia firmó un acuerdo con Ondimar Transportes Marítimos, de la naviera Ibaizabal, sentando «las bases» para la contratación, en junio de 2015, de cuatro petroleros tipo Suezmax que se construirían en los astilleros de la Bahía de Cádiz y en la ría de Ferrol, y con opción a dos buques más. La obra arrancó en el último trimestre de 2015 con un plazo de ejecución previsto de 21 meses. El contrato inicial sería para cuatro petroleros pero subrayan que era «ampliable a dos más», seis buques en total. No fue así.

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