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Vendimia 2022: una uva excelente, pero escasa
El marco de Jerez encadena cuatro años de bajas producciones y este año se ha recogido un 23,5% menos de kilos de uvas con respecto al 2021. En cambio, la nota positiva es el estado sanitario y la calidad de la uva
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Los viñedos del marco de Jerez se muestran ya «desnudos» de uvas, a la espera de una nueva primavera. Prácticamente, la vendimia se ha completado, a expensas de que en los próximos días se recojan los últimos racimos que permanecen aún en algunas de las cepas de Chiclana y Puerto Real. La de este año se caracteriza por dos cuestiones principales, una más positiva y otra algo más preocupante. Por un lado, la uva presenta un estado fitosanitario y una calidad excelentes. El problema se encuentra en la cantidad: esta vendimia mantiene la tendencia de baja producción que se viene observando en los últimos cuatro años.
En los últimos 15 años, la producción media se situaba en 10.500 kilos de uva por hectárea. En cambio, en los últimos cuatro años, se ha mantenido entre los 7.000 y 8.500 kilos de uva por hectárea, según explica César Saldaña, presidente del Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Jerez-Xérès-Sherry, Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda y Vinagre de Jerez.
«En el Consejo Regulador tenemos una Comisión del Viñedo, en la que están las bodegas, organizaciones agrarias y cooperativas, y la opinión generalizada de los miembros y técnicos de la misma es que difícilmente vamos a poder tener las producciones medias que teníamos hasta hace unos años», asegura Saldaña. La clave es que la caída de la producción no se siga acentuando de forma considerable en los próximos años ni alcance niveles que comprometan el normal desarrollo de las labores de las bodegas.
Este año, la media de kilos de uva por hectárea es inferior incluso a la de años anteriores. Se han recogido unos 44 millones de kilos de uvas, lo que supone una caída en torno al 23,5% con respecto a 2021, cuando se recogieron alrededor de 57,5 millones. Hay que recordar que la del año pasado ya fue una producción corta. La última vendimia que contó con una cantidad positiva de uva recogida fue la de 2018, cuando se obtuvieron 81 millones de kilos.
La producción insuficiente de la uva, materia prima para los diferentes usos y labores de las bodegas, puede generar desajustes en los mismos. Aunque el sistema de criaderas y soleras de los vinos de Jerez supone un 'colchón' ante las oscilaciones de las producciones, lo ideal es que la reposición de las botas con mostos jóvenes se corresponda, más o menos, con el volumen de las ventas, tal y como explica César Saldaña. El presidente del Consejo Regulador considera que para garantizar la total cobertura de las necesidades del marco sería necesaria una producción anual en torno a los 60 millones de kilos de uva.
La sequía, principal factor de la baja producción
La caída de este año responde a motivos climáticos y, de entre ellos, destaca principalmente uno por encima de todos: la sequía. «Cuatro años secos y con pluviometrías inferiores a la media implican cuatro años de bajas producciones. Este no es un buen año agrícola y para el sector vitícola de Jerez, tampoco», asevera Manuel Delgado, gerente de Viñas de González Byass. César Saldaña coincide en señalar la escasez de precipitaciones como el principal problema: «aquí llueve una media de unos 600 litros por metro cuadrado, pero en los últimos cuatro años ha estado entre 400-500 litros».
Los estragos de esta reducción de las precipitaciones podrían ser mayores sobre los viñedos si estos no se encontrasen en un marco incomparable con una tierra que destaca por su calidad. Carmen Romero, responsable de la División Ecológica de Bodegas Barbadillo, elogia la albariza, suelo predominante en el marco, ya que posee una gran «capacidad de retención de agua». Sin este tipo de tierra, es probable que los viñedos se hubiesen resentido incluso más ante la sequía.
Las insuficientes lluvias, sumadas a otros factores climáticos, han supuesto la caída del 23,5% de la producción de media en el marco de Jerez. No obstante, dicha bajada no ha sido homogénea en todos los pagos. Las 7.000 hectáreas de viñedos de la Denominación de Origen se encuentran muy repartidas, lo que conlleva que la vendimia sea un fenómeno heterogéneo en el marco de Jerez. Una disparidad que también se contempla en la producción: «hay algunas zonas donde la caída ha sido del 10%, otras del 20% y otras del 40%», manifiesta el presidente del Consejo Regulador.
Dentro de la baja producción generalizada, desde González Byass se encuentran satisfechos con los resultados obtenidos, ya que en su caso la merma de la producción de este año con respecto a la campaña pasada no es tan elevada: «González Byass ha tenido un resultado aceptable ya que nuestra caída ha sido solo del 15% y nuestras medias productivas están por encima de la media de la D.O., por lo que el año es malo, pero los resultados internos son satisfactorios», asegura Manuel Delgado.
El gerente de Viñas de una de las bodegas más ilustres de Jerez considera que sus resultados no son tan negativos gracias a que comenzaron a vendimiar «en el momento óptimo». Tras la intensa ola de calor del mes de julio, llegaron días más frescos y gracias también a otras cuestiones como la calidad de la tierra o el delicado cuidado de los viñedos la uva pudo «recuperarse», según explica Delgado.
La calidad, excelente
Mientras se ultiman las labores de vendimia con la recogida de la uva pedro ximénez –a la fecha de la entrevista, González Byass ya había culminado la recogida de la uva palomino-, uno de los trabajadores se acerca a Manuel Delgado para comentarle el magnífico estado de la uva. Esto es el aspecto más positivo de este año.
Carmen Romero apunta que la presente vendimia destaca por «una muy buena calidad de la uva». Esto se debe, según la responsable de la División Ecológica de Barbadillo, tanto a las características del suelo como al tipo de viticultura del marco, lo que permite obtener buenos vinos.
En esta afirmación coincide César Saldaña, quien asegura que «el estado sanitario es muy bueno». Por otra parte, en cuanto a la graduación, no es excesivamente alta. La graduación mínima que establece el Consejo Regulador es de 10,5º, mientras que la media se sitúa en unos 11º.
Una maduración dispar
Otra de las peculiaridades de la vendimia de este año tiene que ver con la maduración de la uva. César Saldaña define la vendimia que se está culminando como «extraña y complicada» debido, precisamente, a las circunstancias y variaciones meteorológicas. Las pocas precipitaciones y la intensa y prolongada ola de calor de julio, que estuvo seguida de temperaturas más frescas, ha provocado una maduración muy desigual en las diferentes zonas de la Denominación de Origen. El gerente de Viñas de González Byass ratifica que la maduración no ha sido homogénea hasta el punto de que se podía encontrar «en un mismo racimo uva pasa, uva medianamente madura y uva muy verde».
La dispar maduración de la uva hizo que algunos pagos de interior comenzaran con las labores de vendimia en julio -siendo el inicio más temprano desde que se tienen registros-, mientras que en otros el comienzo se produjo casi a finales de agosto.
Además de la climatología, en la maduración de la uva también influye la localización de las viñas. Los racimos que se encuentran en los pagos de interior suelen madurar de forma más prematura que los más cercanos al mar, por lo que su recogida suele ser anterior.
La producción, un reto a medio-largo plazo
Para poder paliar las consecuencias negativas de una producción insuficiente, el presidente del Consejo Regulador señala como una necesidad el hecho de que se lleve a cabo un estudio y análisis de los problemas del marco de Jerez para poder identificar así las posibles soluciones. Este estudio debe tener un carácter a medio-largo plazo y ha de contar con todos los agentes implicados en el sector de los vinos de Jerez.
A priori, la plantación de más viñas para compensar la merma de kilos de uva por hectáreas puede parecer la solución más eficaz, pero no es tan sencillo. Además, está limitada por la Unión Europea. Quizás, según apunta Saldaña, sea necesaria una reestructuración de los viñedos ya existentes con el objetivo de aumentar su productividad.
En cualquier caso, las soluciones deberían consensuarse tras efectuarse el estudio. Lo que sí parece claro es la necesidad de esa reflexión y análisis: «lo ocurrido este año pone claramente de manifiesto que como sector y como Denominación de Origen necesitamos urgentemente ese estudio, planificación y, eventualmente, esa reestructuración de nuestro viñedo», afirma César Saldaña.
El vino ecológico como respuesta al cambio climático
Ante los efectos del cambio climático, numerosas bodegas están actuando en consecuencia. Es el caso de Bodegas Barbadillo, empresa que ha realizado «una apuesta muy clara por los vinos ecológicos» con el fin de cuidar el medio ambiente y preservar el entorno de los viñedos, según explica Carmen Romero.
También es el caso de González Byass, que cuenta con hectáreas de viñas de uva palomino ecológicas. Estas cepas se tratan con productos ecológicos certificados y aprobados por la Unión Europea, que garantizan un impacto mínimo. Manuel Delgado expone que, para conseguir la certificación de viñas y vinos ecológicos, se realizan controles para certificar que la uva ha sido tratada con alguno de los productos permitidos.
El principal valor añadido de un vino ecológico reside en su respeto y tolerancia con el entorno. La responsable de la División Ecológica de Bodegas Barbadillo identifica las ventajas de apostar por los cultivos ecológicos: «hace que la viña sea más 'feliz' y eso se traduce en masa aromática y mayor facilidad para vinificar, lo que genera vinificaciones menos intervencionistas».