El parlamento de los jubilados que no pueden ir al Pleno
Desde hace décadas se reúnen en el mismo banco para debatir los problemas diarios
A pesar de haber crecido de manera vertiginosa en las últimas décadas, la localidad de Utrera ha sabido mantenerse fiel a sus más puros orígenes y mantiene intactas algunas de sus señas más importantes de personalidad.
Utrera ya no es el pueblo que fue en su día, en el que todo el mundo se conocía perfectamente, hoy tiene casi 53.000 habitantes, pero todavía es posible palmar como algunas tradiciones y gestos propios de poblaciones más pequeñas, siguen en pie. Uno de ellos es el autodenominado «Parlamento de la Trianilla» , una animada reunión de jubilados que todos los días tienen su punto de encuentro en un banco que se encuentra a la entrada de la localidad, donde tienen lugar arduos debates sobre el estado de Utrera.
Desde hace más de dos décadas este grupo de mayores, se reúne exactamente en el mismo lugar, toman el fresco y debaten sobre los problemas del día a día en la localidad . Una reunión que en algunas ocasiones puede llegar a alcanzar hasta las catorce o quince personas, aunque no siempre acuden los mismos, y que se ha terminado convirtiendo en un clásico, por eso fue bautizado por un señor de Barcelona que los acompañó durante un tiempo como el «Parlamento de la Trianilla», en referencia a la plaza junto a la que se ubica el banco que ejerce como poder de atracción de sus miembros.
Muchos de ellos se conocen de toda la vida, otros se han conocido en el propio «Parlamento», pero sin falta, todos los días este particular grupo acude puntualmente a su cita con el debate, sea día laborable o festivo.
«Nos reunimos todos los días menos los días que llueve, porque aquí nos mojamos . En su día le solicitamos al anterior alcalde de Utrera que nos instalara una marquesina para protegernos de la lluvia, pero nos dijo que no había dinero para eso», explica uno de los miembros de este parlamento que se reúne a cielo abierto y donde sus parlamentarios no cobran ningún tipo de dieta ni gozan de privilegio alguno.
En los últimos tiempos la actividad de este grupo se ha intensificado y han llevado a cabo diversas denuncias para tratar de solucionar problemas que saltan a la vista en Utrera. Comenzaron poniendo de manifiesto la suciedad que afectaba a la zona en la que se reunían , pero han dado un paso más allá denunciando deficiencias que encuentran en las calles del resto de Utrera como la existencia de numerosos baches, solares sucios y abandonados, la vegetación que crece a su antojo en algunas carreteras o el mal estado de determinados parques.
Denuncias que han comunicado al Ayuntamiento de Utrera a través de escritos, que también han trasladado en algunas ocasiones a los medios de comunicación y que incluso han encontrado solución tras ser señaladas por el parlamento. Y es que incluso hasta esta peculiar reunión han llegado las nuevas tecnologías, realizando fotos para denunciar estas situaciones.
«Los políticos prometen mucho cuando están en la oposición, pero al día siguiente de gobernar ya no son los mismos. En alguna ocasión un concejal nos dijo que fuéramos a los plenos para dar nuestra opinión, pero nosotros estamos muy mal de las piernas , ¿A dónde vamos a ir?», se preguntan desde el parlamento.
A diferencia de los parlamentarios reales, estos utreranos no faltan ni un día a su trabajo, a no ser que haya una fuerza mayor, como la enfermedad o que se vean obligados a faltar a su sesión diaria porque tengan que acudir a algún «mandao».
La sesión comienza a las 10 de la mañana todos los días y finaliza aproximadamente a las 12 del mediodía , momento en el que cada uno de los parlamentarios va tomando el camino de vuelta a casa, siempre con los cinco sentidos alerta, por si encuentran algún tema o problema en las calles de la localidad que pueda ser motivo de debate en la sesión del día siguiente.