PERSONAJES
Miguel Sola «Pilín», el zapatero historiador de Utrera
Guarda en su garaje un auténtico museo del calzado con fotos y nombres de los 84 zapateros utreranos desde la posguerra
En la actualidad trabajar el calzado artesano es un oficio que se ha perdido en Utrera , quedando reducido exclusivamente a la intimidad de algunos depositarios de esta tradición que todavía mantienen los útiles en sus casas y hacen pequeños trabajos para sus familiares. Uno de ellos es el utrerano Miguel Sola , conocido como «Pilín» , que a sus 86 años mantiene sus manos en forma y no puede resistirse a seguir elaborando calzados cuando sus nietos o hijos se lo piden.
Miguel es de los pocos zapateros a la vieja usanza que queda vivo en Utrera y que ha llevado a cabo un sorprendente trabajo para que nunca se olvide ese gremio que en su momento fue tan importante y ayudó a caminar a toda una ciudad. Gracias a una memoria prodigiosa, ha elaborado una lista con todos los nombres de los zapateros artesanos que trabajaban en la Utrera de la postguerra, componiendo un listado de nada más y nada menos que 84 nombres .
Tiempos duros , en los que no todo el mundo podía permitirse el lujo de comprar un par de zapatos, la mayoría tenía que conformarse con arreglar una y otra vez los que tenía.
«Cuando estaba como aprendiz en la zapatería de Obando , a la edad de 15 años, muchas veces me encargaba de atender a los clientes en el mostrador. Al ser una de las zapaterías más grandes de Utrera, muchos zapateros acudían a comprar allí material, por lo que de apuntar sus nombres porque muchos lo dejaban fiado , se me fueron quedando los nombres y los apellidos de estos zapateros, aunque seguramente habrá algunos de los que no me acuerde, por lo que les pido disculpas de antemano. Es el pequeño homenaje que puedo hacer a todos los componentes del gremio », explica el utrerano.
«Pilín» , como lo han conocido siempre sus amigos y clientes, guarda en el garaje de casa un pequeño museo, donde no faltan decenas de fotos antiguas de sus años como zapatero, máquinas de coser y los útiles de trabajo propios para llevar a cabo cualquier arreglo.
Haciendo un gran ejercicio de imaginación nos trasladamos hasta la dura Utrera de la posguerra , donde en sus calles trabajaban numerosos zapateros a la vieja usanza, algunos de ellos fabricaban el calzado a medida y otros solo se dedicaban a las reparaciones.
Miguel trató de comenzar sus estudios, pero como él mismo explica «el hambre podía más que los estudios y junto a algunos compañeros de Los Salesianos hacíamos la ‘gachona’ y nos íbamos a las huertas que había junto al puente de los cochinos para ver si podíamos llevarnos algo al estómago, aunque fuera una naranja o una granada».
Ante esta situación en 1943 entra como aprendiz en la zapatería de José Obando , donde conocería los secretos del oficio, pasando después por varios establecimientos hasta que pudo abrir su propio negocio. Regentó zapaterías en zonas como El Arrecife o la Plaza de Abastos , sorteando las dificultades propias de año de escasez y miseria.
En 2003 se jubila, aunque desde entonces ha seguido cultivando un oficio que lo ha sido todo en su vida. « En Utrera se ha perdido el calzado artesanal, Fernando Jiménez ha sido el último de estos zapateros a la vieja usanza. En la actualidad las fábricas hacen un calzado magnífico y el calzado a medida no se valora ».