TOROS
Manuel Castillo, el médico utrerano que vivió en primera persona la autopsia del torero Juan Belmonte
Su trayectoria destaca por trabajar dos décadas en el Centro de Medicina Aeroespacial del Ejército del Aire en Madrid
El 8 de abril de 1962 parecía un día más en la vida del prestigioso médico utrerano Manuel Castillo , quien además de ser médico especialista de pulmón y corazón en el pabellón vasco de Sevilla -donde hasta 1968 se ubicó el hospital del Ejército del Aire- también ejercía como médico forense en Utrera . Su quehacer diario se vio envuelto en uno de los acontecimientos que en cierta manera marcarían el siglo XX en la historia de la tauromaquia, nada más y nada menos que la muerte del popular torero, Juan Belmonte, al que el utrerano tuvo que practicarle la autopsia .
Belmonte se encontraba a gusto en Utrera, disfrutaba con el agreste paisaje de su finca de Gómez Cardeña, ubicada cerca de enclaves históricos como las salinas de Valcargado, donde ya los romanos explotaron este valioso mineral, un enclave donde la suave campiña da paso a un panorama dominado por colinas. Pasaba largas temporadas en su finca y eran famosas sus incursiones en Utrera, a donde acudía para escuchar misa en la iglesia de San Francisco, para participar en tertulias en el Bar Limones o para acudir a tradicionales barberías. Un halo de magia envolvía al «Pasmo de Triana», que parecía haber encontrado la paz que siempre buscó en su vida precisamente en la tierra considerada como «cuna del toro bravo», pero que la perdió definitivamente aquella tarde de abril, cuando los campos utreranos de trigo todavía verdean.
El día de autos, Manuel recibió la noticia y cubrió junto al juez y al secretario del juzgado los casi 20 kilómetros que separan el casco urbano de Utrera de la finca donde residía Juan Belmonte. En la actualidad Manuel tiene 91 años , reside en Madrid, pero recuerda de manera privilegiada todos los detalles que rodearon aquella jornada.
Manuel Castillo recuerda al milímetro el día de la muerte de Juan Belmonte y todos sus detalles
Al llegar a Gómez Cardeña, el utrerano recuerda de una manera muy precisa la imagen que encontró como si fuera una auténtica fotografía: «sentado en un sillón estaba el cuerpo cadáver de Juan Belmonte, con una herida en la sien derecha y una pistola de un calibre muy pequeño, de siete milímetros, colgada de una mano y la cabeza inclinada a ese mismo lado. Sobre la mesa se encontraba una cuartilla con una letra firme que decía 'No se culpe a nadie de mi muerte' » y la firma de Juan Belmonte».
Juan Belmonte y Joselito el Gallo fueron dos símbolos de esas dos Españas cuya existencia muchos autores defienden, aunque en realidad siempre tratasen de esconder el respeto y el amor que sentían el uno por el otro para que el mito de su supuesta enemistad nunca se derrumbase. Durante décadas fueron dos de las personas más famosas e idolatradas del país, por lo que el utrerano Manuel Castillo sabía perfectamente que su trabajo como médico forense en un caso de este tipo iba a ser mirado con lupa. Además Castillo sentía la figura de Belmonte de una manera muy cercana , a la que tenía un enorme respeto por lo que había llegado a ser en el mundo de los toros.
Con precisión científica, el médico utrerano recuerda como tuvo que enfrentarse a este trabajo, explicando que « fue muy laborioso encontrar en el cerebro del torero un proyectil tan pequeño , hasta que finalmente lo hallé debajo de una estructura ósea que se llama la silla turca, sabía que iba a ser leído por muchas personas y por tanto hice el informe con mucho detalle, de hecho posteriormente me lo he encontrado en muchos libros publicado».
Destacada trayectoria
No se trata del único episodio importante al que ha tenido que enfrentarse a lo largo de su vida el médico utrerano Manuel Castillo, una persona poco conocida en su localidad natal, pero que tiene a sus espaldas una espectacular trayectoria, ya que durante dos décadas ejerció como médico especialista de pulmón y corazón del centro de medicina aeroespacial del ejército del aire de Madrid, lugar en el que desempeñaría su labor profesional hasta el año 1986. Se trata del centro en el que durante muchos años se hacían todos los controles médicos a los pilotos españoles, tanto militares como comerciales. Se puede decir que durante casi dos décadas, ningún piloto militar o comercial, volaba sin el consentimiento médico de Manuel y el resto de especialistas que componían el equipo, ya que no existían centros médicos de estas características para la aviación civil.
Castillo se retiró a los 62 años, con el grado de coronel, después de haber viajado por todo el mundo en el desempeño de su profesión, así como para impartir cursos, seminarios y conferencias, pero nunca olvidará aquella tarde de abril en la que tuvo que enfrentarse nada más y nada menos que a la autopsia de una de los personajes más carismáticos de la historia contemporánea de España, el torero Juan Belmonte.
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