MÚSICA
Una guitarrista utrerana que se ha hecho cantaora flamenca en Holanda
La artista María Marín toca la guitarra clásica desde los siete años y lleva en su sangre la herencia flamenca de Utrera
El flamenco y la música clásica se dan la mano en la capacidad creativa de la joven artista utrerana María Marín, quien cuando sólo tenía siete años comenzó su carrera musical en el antiguo conservatorio de música elemental de Utrera «Hilarion Eslava». Iniciaba en aquel momento su formación clásica, pero el ambiente en el que creció – repleto de influencias flamencas - iba a crear un interesante sedimento, que ahora cuando tiene poco más de treinta años, ha aflorado con una fuerza arrebatadora.
«Recuerdo como mi padre me llevaba a las clases de guitarra clásica en el conservatorio, mientras en la radio del coche sonaba la voz de Camarón de la Isla, que a mí me volvía loca », cuenta María, quien siguió su camino en el mundo de la música completando sus estudios en el conservatorio profesional de música «Francisco Guerrero» de Sevilla y en el conservatorio superior de música «Manuel Castillo», donde se licenció con matrícula de honor en el año 2007.
La guitarra ha sido la compañera inseparable de fatigas y aventuras vitales de María desde que prácticamente tiene uso de razón y con ella se marchaba a tierras holandesas para completar un master, siendo prácticamente una niña, con sólo 22 años . Su campo de acción seguía siendo la música clásica, pero su tradición y su tierra no la abandonaron nunca, convirtiéndose además en un nexo de unión con su pasado.
Con sólo 22 años María se marchó a vivir a Holanda para estudiar un master de guitarra
María se estableció en La Haya, ciudad en la que reside en la actualidad, y aunque pueda parecer contradictorio, ha sido allí en tierras holandesas, donde se ha convertido en cantaora. Sintió la llamada de su infancia, y comenzó a estudiar el cante flamenco que había sido una parte fundamental de su vida en Utrera y decidió lanzarse y compaginar la guitarra con el cante. «El cante y la guitarra fluyen dentro de mí a partes iguales, no sabría con que disciplina quedarme», explica María.
Para esta utrerana la música es algo tan natural casi como respirar, y desde incluso antes de nacer ya escuchaba música, porque en su hogar familiar siempre hubo mucha afición. Gaspar de Utrera, Bambino, Fernanda y Bernarda , y el «saber estar y la forma tan personal de interpretar que tenía Enrique Montoya», son sus referencias flamencas más importantes, a las que hay que unir también «la bella voz de mi madre, que siempre nos cantaba en casa».
Fusión
En un acercamiento preeliminar puede parece extraño que una persona de formación clásica y académica pueda moverse por disciplinas como el flamenco y la música clásica con la naturalidad que lo hace María, pero para ella es algo que no requiere un especial esfuerzo porque ha crecido amando la música en mayúsculas. « El flamenco y la música clásica no son contrapuestos , podemos recordar por ejemplo a Sabicas quien siempre se colocaba la guitarra como lo hacen los guitarristas clásicos. Sólo hay que conocer los códigos para poder transitar por ambas disciplinas», explica la utrerana, quien a estos dos estilos musicales ha unido también el amor que ha desarrollado por el jazz, un estilo de música muy popular en tierras holandesas.
Toda esta apuesta vital se ha plasmado en el primer disco que María ha grabado, que llega bajo el título de «Junio» , donde la utrerana toca la guitarra flamenca y canta, pudiéndose encontrar en este trabajo un completo ramillete de palos como una soleá dedicada a su madre, un taranto dedicado a su padre u otros cantes como fandangos, guajiras, martinetes o seguiriyas.
María ha ofrecido conciertos de guitarra clásica en escenarios de media Europa, colabora con diversos proyectos musicales, pero la guitarra y el cante flamenco se han convertido para ella en la mejor medicina para conectar con lo que más echa de menos de su tierra , para vencer la nostalgia que siente cuando recuerda el pasado e imagina esa Utrera en la que el compás flamenco resonaba prácticamente en cada esquina.
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