«Los enfermeros vamos a ser los encargados de dar esperanza a los ciudadanos cuando llegue la vacuna»

La pandemia ha cambiado por completo el ambiente y las maneras de trabajar propias de los profesionales de la sanidad. Los enfermeros, conocidos en muchos pueblos de manera cariñosa como «los practicantes», son en cierta manera a los que más les está afectando la nueva realidad, ya que su trabajo se ha basado tradicionalmente en el contacto estrecho con los pacientes, algo que actualmente ha cambiado de manera radical. Donde antes había una mirada a los ojos y un apretón de manos , hoy existen mascarillas, sistemas de seguridad y medidas de distanciamiento.

Pero al mismo tiempo, son precisamente los enfermeros los que miran con esperanza hacia el futuro, ya que cuando llegue la ansiada vacuna, van a ser los auténticos protagonistas. «Los enfermeros vamos a ser los encargados de ofrecer seguridad a los ciudadanos cuando llegue la vacuna, estamos deseando poder regalar esa felicidad y tranquilidad a la ciudadanía para que nos olvidemos de este dichoso bichito», explica Manolo Laínez quien lleva ejerciendo desde 1983 su profesión como enfermero en el centro de salud «Virgen de Consolación de Utrera», siendo uno de los profesionales de la sanidad más queridos en la ciudad.

Este utrerano de adopción, ya que nació en Los Palacios, representa de manera inmejorable a ese grupo de profesionales que en la actualidad está luchando en primera línea contra la Covid-19 en los centros de salud de la provincia de Sevilla. Alguien que ha visto con sus propios ojos como las vacunas han salvado miles de vidas en las casi cuatro décadas que lleva trabajando como enfermero, por lo que manda un mensaje bien claro a los ahora llamados «negacionistas»: «No hay dudas de que las vacunas es uno de los principales avances de toda la humanidad, a los niños se les ponen vacunas que los salvan de numerosas enfermedades desde que están en el vientre de la madre».

Laínez es un profesional que decidió dedicarse al mundo de la Enfermería de manera vocacional, para los que la relación humana con sus pacientes ha sido siempre algo esencial. Por ello, en la tesitura en la que nos encontramos en la actualidad, donde la pandemia del coronavirus ha obligado a cambiar numerosas formas de actuación en los centros de atención primaria, este enfermero confiesa que le está costando trabajo adaptarse a la nueva realidad. Acostumbrado a visitar incluso en su casas a sus pacientes, charlar con ellos y mirarlos directamente a los ojos, Manolo explica que « llevo muy mal la pandemia , porque mi trabajo no puede ser telemático, mi trabajo precisa de la relación personal, hemos perdido el contacto estrecho con el paciente, que en algunos casos parece incluso que se ha convertido en algo así como en tu enemigo porque te puede contagiar el virus».

Este enfermero es el heredero de la clásica figura del practicante, que además de realizar una cura o poner una inyección, en muchos casos se convertía en una especie de psicólogo o confesor y que era una auténtica figura de referencia para los ciudadanos, ya que muchos problemas de salud se solucionaban con una simple charla . «Los pacientes llega un momento en el que te aprecian ya casi más por tu forma de ser que por tus conocimientos, porque la empatía y el contacto cercano es fundamental», precisa.

Una forma de ser, que simboliza el enorme trabajo que están realizando en la actualidad a todos los niveles el sector de la sanidad, donde Laínez asegura que en la actualidad «los profesionales están exhaustos , hay que invertir en sanidad y aumentar las plantillas, porque si no va a ser imposible ofrecer la atención que precisan los ciudadanos».