UTRERA
Los dulces de Utrera arreglan iglesias
Los pestiños, sultanas y bollitos de aceite de las madres carmelitas utreranas han servido para arreglar la iglesia en la que viven y que data del siglo XVI
Utrera es de sobra conocida por su tradición confitera. Los más golosos no pueden pasar de largo por esta localidad sin entrar en algunos de su más famosos establecimientos y degustar sus célebres mostachones, lenguas de nata o brazos de gitano . Al margen de la oferta más conocida, esa que se expone en los escaparates de las magníficas confiterías, existe otra estupenda opción; acudir al mágico torno del convento de las Madres Carmelitas.
En pleno casco histórico de la localidad, junto a dos joyas arquitectónicas como son la iglesia de Santiago el Mayor y el Castillo , se encuentra el convento de las Madres Carmelitas , un espacio que ocupa un lugar muy especial en el corazón de numerosos utreranos.
Muchas generaciones de ciudadanos han crecido degustando los maravillosos dulces que elaboran de manera completamente artesanal estas religiosas, manjares que en Navidad no pueden faltar en una buena mesa.
Las Madres Carmelitas andan entre fogones a lo largo de todo el año, pero cuando llegan las fechas especiales, su producción se intensifica y en este torno se pueden comprar especialidades reposteras como magdalenas, bollitos de aceite, pestiños, almendrados, sultanas, bizcochos, diferentes variedades de roscos tortas y todo aquello que la imaginación de los amantes de los dulces pueden pergeñar, porque las monjas no solo se han encargado de recoger el legado clásico, ya que no tienen ningún problema a la hora de innovar y crear nuevas especialidades o recuperar recetas hoy en desuso.
Todos estos dulces se elaboran usando recetas tradicionales, que se han ido transmitiendo de generación en generación, utilizando siempre ingredientes completamente naturales, sin conservantes ni colorantes. Como las propias Madres Carmelitas aseguran entre risas «trabajamos en la realización de dulces y repostería totalmente artesanal para ganar el pan de cada día . Así nos encuentra el diablo siempre ocupadas y a la vez permanecemos en silencio meditando la ley del Señor».
Tradicionalmente el secreto de los dulces de las Madres Carmelitas no ha trascendido las fronteras utreranas, y ha sido un patrimonio exclusivamente local, ya que la organización de las propias religiosas no les permitía producir a mayor escala. En los últimos años esto ha cambiado, ya que las Madres Carmelitas emprendieron los trámites necesarios para obtener el carné de manipulador de alimentos y así poder incrementar la producción.
Proyección exterior
Este paso adelante ha permitido que sus dulces comiencen a ser más conocidos en el exterior y hayan estado presentes en los dos últimos años en la muestra de dulces de conventos de clausura que se celebra en el Alcázar de Sevilla. Eso ha hecho posible que todos los sevillanos puedan comprobar de primera mano la estupenda mano que tienen en la cocina estas monjas utreranas.
La venta de estos dulces, que tiene lugar a través de un tradicional torno, ha permitido además que las Madres Carmelitas hayan podido sufragar recientemente una importante obra llevada a cabo en la iglesia del convento .
El artesonado, una pieza de un incalculable valor artístico del siglo XVI, se estaba viniendo literalmente abajo, por lo que todos los beneficios que se conseguían con la venta de estos manjares se utilizaban para el presupuesto de estos trabajos, que también contaron con la aportación económica de numerosas empresas locales y ciudadanos anónimos.