¿Cuál es el verdadero origen de la «secta» de El Palmar de Troya?

El incidente que propició que el papa Gregorio XVII se autoproclamara líder de los palmarianos

Niñas videntes de El Palmar de Troya ABC

S.I.

A día de hoy los misterios e historias que rodean a El Palmar de Troya y a su iglesia palmariana siguen siendo objeto de curiosidad para propios y ajenos. El carácter reservado y cargado de secretismo de esta comunidad ha propiciado la difusión de anécdotas, mitos e historias de dudosa fiabilidad de la que apenas se sabe nada. Cabe destacar que la existencia de este tipo de congregaciones en pleno siglo XXI contrasta drásticamente con la realidad diaria y es por ello que muchas personas se preguntan: ¿cómo comenzó todo?

Con motivo de la emisión de la serie documental de Movistar+ «El Palmar de Troya», estas dudas sobre su origen han vuelto a desempolvarse entre la opinión pública. La serie dirigida por Israel del Santo se basa en una investigación de tres años sobre la congregación religiosa de «El Palmar de Troya», la cual saca a relucir las sospechas de abusos sexuales, escándalos y anécdotas surrealistas que han rondado en torno a ella.

Para ahondar en los orígenes de esta congregación hay que remontarse 52 años atrás. El 30 de marzo de 1968, cuatro niñas de 12 y 13 años, Ana García, Rafaela Gordo, Josefa Guzmán y Ana Aguilera que caminaban por el campo recogiendo flores aseguraron haber visto una Virgen María en la finca de La Alcaparrosa , la cual se encontraba a un kilómetro de la aldea de El Palmar de Troya .

Los periódicos de la época se hicieron eco de este hecho con el siguiente titular: «Cuatro niñas aseguran haber visto a la Virgen a las afueras de Utrera ». El artículo data del 7 de abril de 1968 y en él se relata que las menores fueron testigos no de una, sino de varias apariciones por parte de la Virgen.

Ana García, Ana Aguilera, Josefa Guzmán y Rafaela Gordo ABC

La ubicación exacta de la aparición era un lentisco que se encontraba rodeado de tomillo, las cuatro niñas dieron con él cuando salieron en busca de flores para adornar el altar de la Virgen de la capilla parroquial. Ana García se metió entre el lentisco y fue el momento en el que le pareció ver un hombre ahorcado. Sin embargo, cuando quiso huir, sus pies no le respondieron y en ese momento llegó al lugar el resto de la comitiva.

«Vimos algo maravilloso. Ante nosotras, quieta, estaba una señora, a la cual no se le veía más que desde los hombros para arriba. Su cara era muy redonda y sonrosada. Tenía los ojos negros y nos sonreía. Su manto era marrón . La vimos las cuatro», aseguraron a la prensa en una entrevista que concedieron poco después de este hecho.

En dicha entrevista, las niñas afirmaron que la Virgen no se había comunicado con ellas pero que cuando la vieron, «las hojas que la rodeaban se secaron y desapareció».

La seguridad de estas niñas pertenecientes a familias modestas del pueblo creó una esfera de devoción que pronto empezaron a llegar personas a El Palmar de Troya con la intención de ver a la Virgen.

Las niñas tuvieron una segunda aparición cuando iban acompañadas por su profesora

En otra ocasión que las niñas fueron testigos directos de las manifestaciones de la Virgen, éstas iban acompañadas por un grupo de amigas y por la profesora de la escuela , seguidas de una gran masa de gente. Sin embargo, ninguna de esas personas notó nada anormal sobre el citado arbusto.

Tras el revuelo que todos estos hechos provocaron, el arcipreste de Utrera se negó a hacer declaraciones y en el Arzobispado de Sevilla aseguró una semana después de los acontecimientos no tener conocimiento oficial de estas apariciones.

El día 9 de abril de 1968 , según relataron testigos presenciales, una «extraña Señora» —como fue calificada de momento— se apareció a un grupo integrado por quince personas, en su mayor parte, adultas. Por otra parte, dos de las citadas niñas aseguraron también volver a ver a la Virgen, esta vez de cuerpo entero y con más claridad. Todas las personas, al parecer videntes, coinciden, con pequeñas discrepancias, en la descripción: medía aproximadamente 1’80 metros de estatura y se cubría con un manto blanco, aunque la saya era de color marrón -¿advocación de la Virgen del Carmen?-, la cara redonda, ojos negros, muy sonriente y con un niño en el brazo izquierdo.

Entre aquellos videntes se encontrarían los que posteriormente comenzarían su lucha por el trono aparicionista de la pedanía utrerana : Rosario Arenillas, María Luisa Martín, María Luisa Villa, Antonio Romero, Manuel Fernández, José Navarro, Antonio Anillos y Arsenia Llanos.

Clemente Domínguez se erigió como líder de los videntes que aseguraban haber sufrido éxtasis místicos

Aprovechando la coyuntura, y el surgimiento de estos «videntes» , se construyó un altar que sería la primera piedra de la iglesia cristiana palmariana.

Entre todos estos videntes se encontraba Clemente Domínguez Gómez quien, ayudado por su abogado Manuel Alonso Corral, se convirtió en el líder de ellos. Tras asegurar de que entraba en éxtasis mientras se estigmatizaba, se hizo con el sitio y empezó a recaudar aportaciones de sus «seguidores».

La Basílica de El Palmar

El 30 de mayo de 1975 una supuesta aparición de Jesús pidió la construcción de un santuario en la finca de La Alcaparrosa. Fue entonces cuando se comenzó a erigirla Basílica de El Palmar, aunque el origen de la procedencia del dinero invertido en su construcción es aún confuso. Al cabo de los años la Basílica vio finalizada sus obras, siendo una espectacular fortaleza amurallada a la que sólo se puede acceder en Semana Santa o el día de Año Nuevo.

A raíz de todo esto, se funda la Iglesia Cristiana Palmariana que tiene como objetivo separarse de la Iglesia Católica y la vuelta a los tiempos previos al Concilio Vaticano II. Clemente, según indican los Escritos de su Iglesia «por orden de la Santísima Virgen funda la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz», se autodenomina Papa, bajo el nombre de Gregorio XVII , legítimo sucesor de Pablo VI.

Para legalizar en España su organización religiosa, Clemente tuvo que suprimir la palabra Papa en sus estatutos, sustituyéndola por la de Jefe de la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz . El 4 de enero de 1988, el Tribunal Supremo dictó una sentencia por la que se permitió la inscripción de la Iglesia Cristiana Palmeriana en el Registro de Asociaciones Religiosas.

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