RELIGIÓN
La crisis del Coronavirus desde el interior de un convento de clausura de Utrera
Las Madres Carmelitas de Utrera participan en una cadena de oración en la que cada una de ellas reza por una persona

Desde hace más de cinco siglos el convento de las Madres Carmelitas de Utrera es un remanso de paz, en el que el tiempo discurre de una manera completamente distinta a como lo hace en el exterior. En un momento en el que los utreranos están viviendo su particular «clausura» en el interior de sus domicilios, las religiosas de las Madres Carmelitas siguen siendo un pilar importante para muchos de ellos, que no dejan de llamar al convento para interesarse por ellas y para buscar consuelo en la sabiduría de las monjas en una situación tan complicada como la actual.
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Sor Rosa María Nduku es la priora del convento. Nació en Kenia, pero lleva en Utrera 24 años, ciudad a la que llegó con 19 años y donde dos de sus hermanas son también religiosas. Ella explica que «Utrera no se olvida jamás de nosotros, ni nosotros de ella», por eso desde que comenzó la situación excepcional provocada por el Covid-19, asegura que «nos están llegando muchas muestras de cariño de la gente de Utrera, pero también nos están llegando las penas de muchas personas. Nosotras estamos aquí para compartir con el pueblo tanto las alegrías como las tristezas».
Cariño
El teléfono del convento no deja de sonar, ya que son muchas las personas que llaman para preocuparse por el día a día de las religiosas o simplemente para conversar unos minutos con ellas y poder imbuirse de la paz y la tranquilidad que irradian de manera natural. «Nos están llegando numerosos mensajes de ánimo , e incluso hasta las personas más pobres nos están preguntando si necesitamos algo, jamás vamos a saber como agradecer lo suficiente al pueblo de Utrera el cariño y el amor que nos demuestra».
En esta tesitura, las Madres Carmelitas ya se han puesto manos a la obra de la mejor manera que ellas saben para ayudar a la ciudadanía, por lo que están participando en una cadena de oración que se ha creado en la diócesis de Sevilla para rezar por los enfermos, profesionales de la sanidad e integrantes de las fuerzas de seguridad que están colaborando en primera línea para paliar los efectos de la pandemia. Estas religiosas se han convertido en los «ángeles de la guarda» de todas estas personas, por lo que cada una de ellas está rezando con nombre y apellidos por estos auténticos héroes que se están llevando sin lugar a dudas la peor parte en esta crisis sanitaria. «A mí por ejemplo me ha tocado rezar por un médico que en estos momentos se encuentra bastante grave y está ingresado en la UCI», cuenta sor Rosa María.
«Hasta las personas más pobres nos están preguntando si necesitamos algo»
Son numerosas las personas que en las últimas semanas han preguntado a las Madres Carmelitas por las claves para poder soportar la situación actual de confinamiento, ya que ellas viven habitualmente su día a día sin salir prácticamente a la calle. Sor Rosa María explica que «son cosas muy distintas, porque lo nuestro es voluntario, es por amor a Jesucristo . Hay muchas personas que no están llamando estos días y nos dicen que están aburridos, que no saben como estar encerrados y esa es la pena que tenemos».
El concepto del aburrimiento es algo que no existe en el día a día de estas religiosas de clausura, que siempre han destacado por la actividad casi frenética que realizan a lo largo de todo la jornada, por lo que la priora explica que «jamás nos aburrimos dentro del convento. El horario lo tenemos repleto de actividades, incluso muchas veces incluso nos falta el tiempo, no es suficiente, hay veces que pedimos al señor que alargue el día para que podamos estar con Él más tiempo».
Optimismo
Como es habitual, la alegría por la vida y el optimismo propio de la familia de las Madres Carmelitas sale también a relucir en estos momentos tristes para todos. Una filosofía que Rosa María resume explicando que «aunque sea una situación mala que se nos ha presentado, tenemos que saber vivir en lo positivo y les estamos diciendo a todos los que nos llaman que aprovechen la situación para estar cerca de los que quieren. Es un buen momento para compartirlo con la familia, para encontrarse con el Señor y vivir en la Esperanza».
Son muchas las enseñanzas que se pueden extraer de una breve conversación con estas queridas religiosas que ocupan un lugar muy especial en el sentimiento común de los utreranos, que en un momento en el que saben que el pueblo las necesita, lanzan este precioso mensaje: «Tenemos un torno abierto y el corazón abierto , que es mucho más que abrir una puerta, estamos para atender a la gente. Para que la gente pueda encontrar aliento dentro de su sufrimiento».