Coronavirus
Deliciosos bizcochos y mermeladas con calabazas de Kenia, manjares de las Madres Carmelitas de Utrera
Las Madres Carmelitas de Utrera hacen un llamamiento para que los utreranos sigan comprando sus dulces a pesar del coronavirus
Cuenta una teoría histórica muy extendida que el mostachón -ese singular bizcocho que en la actualidad es uno de los patrimonios reposteros más importantes de Utrera-, nació en el interior de los conventos que existían en la ciudad. Concretamente se sitúa el convento de las clarisas como uno de los lugares donde se ideó este conocido dulce, de clara inspiración árabe, ya que los conventos eran lugares donde de alguna manera pervivieron muchas de estas recetas. Muchos siglos después , sigue siendo un convento, en este caso el de las Madres Carmelitas, -uno de los escasos conventos de clausura que perviven en Utrera-, donde sus religiosas dan rienda suelta a su creatividad gastronómica para crear exquisitos dulces.
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Las Madres Carmelitas se encuentran en pleno corazón de la ciudad y se trata de una comunidad muy querida por todos los utreranos, que están siempre muy pendientes de ellas. Ahora, en un momento muy difícil para la sociedad en general, las Madres Carmelitas también están sintiendo los efectos de la pandemia de cerca. Afortunadamente hasta el momento el virus no ha hecho su entrada en la comunidad, pero han percibido un descenso importante en las visitas de utreranos que se acercan a comprar sus dulces y la suspensión de la habitual muestra de dulces conventuales que se celebra habitualmente en el Alcázar de Sevilla y la cancelación de numerosos eventos en los que se ponían a la venta sus especialidades, va a suponer una merma destacada en sus ventas. Y es que los ingresos que las monjas consiguen gracias a las ventas de sus dulces son muy importantes para el día a día y para el mantenimiento de las instalaciones del convento, por lo que las Madres Carmelitas han realizado un llamamiento para que los utreranos sigan acudiendo a su famoso torno para comprar los manjares celestiales que preparan en el interior del convento, para que puedan seguir afrontando los gastos habituales.
Varias monjas procedentes de Kenia han rescatado una receta de su tierra para elaborar mermelada
Son varias las generaciones de utreranos que han crecido degustando los manjares celestiales que preparan las Madres Carmelitas, que además este año se han lanzado a prepar una nueva y curiosa especialidad, que llega nada más y nada menos que del corazón del continente africano. «Hemos traído unas semillas de calabazas de Kenia, las hemos plantado en el huerto del convento y una vez que han crecido y recolectado, hemos preparado una deliciosa mermelada que en nuestro país se llama 'mongú'», ha explicado la priora del convento Rosa María Nduku, natural de Kenia y que siempre con una sonrisa en su rostro es capaz de transmitir una bella alegría a todas las personas que se acercan a las instalaciones del convento. Así, gracias a las Madres Carmelitas, todos los utreranos tienen la oportunidad de realizar un importante viaje gastronómico probando esta mermelada, preparada al modo keniata, un país que en la actualidad es la patria natal de muchas de las religiosas que le dan vida a este convento.
Otro de los dulces que las Madres Carmelitas han preparado siempre de una manera muy especial es la tradicional carne de membrillo, que históricamente era posible gracias también a los árboles que dan este fruto que estaban plantados en el imponente huerto del convento, que siempre ha servido para que las comunidades de religiosas no tuvieran ningún problema para su autoabastecimiento. En este caso la priora explica que « ya no tenemos membrillos en el convento, pero tenemos que dar las gracias a una familia que nos trae el fruto para que nosotras podamos elaborar estos dulces».
Variedad de dulces
La oferta gastronómica que pone a disposición de utreranos y visitantes el convento es amplia, e incluye también especialiades como el bizcocho tradicional, u otros de limón, coco, frutas o almendras; las magdalenas; el almendrado de chocolate; los rosquitos; las tortitas; las sultanas o los pestiños. Todos ellos dulces hechos con mucho amor, que según Rosa María «no engordan ninguno» . A pesar de las dificultades propias que entraña la pandemia y todas sus restricciones de movilidad, el tradicional torno en el que es posible comprar estos dulces, está abierto todos los días, de lunes a domingos, de 9.00 a 13.00 y de 16.30 a 18.00 horas, salvo si coincide con el horario de las eucaristías –los domingos, a las 12.00 horas; y los lunes, a las 10.00 horas-.
Momentos delicados, en los que son muchos los ciudadanos que se acercan al convento ya no sólo para mostrar interés por el estado de las monjas, sino principalmente para encontrar en ellas palabras de aliento y esperanza que les ayuden a seguir adelante: « Utrera nos eligió a nosotras , estamos muy agradecidas por el cariño que nos brindan todos los utreranos que siempre muestran interés por nosotras», apunta Rosa María.