PESCA
La subida del gasóleo se cobra las primeras víctimas del sector pesquero gaditano
Las cofradías de Barbate y Conil pierden una veintena de barcos ante la imposibilidad de mantener a flote el negocio
Solo un armador ha solicitado permiso para pescar en Marruecos el próximo trimestre
La pescadilla que se muerde la cola. El sector pesquero de Cádiz se ahoga ante la subida de los costes de explotación y cada vez se pone más cuesta arriba salir a faenar. El incremento del precio del gasóleo ha sido la puntilla para una actividad que, para colmo, se enfrenta también a la ausencia de un relevo generacional que asuma el timón. No hay jóvenes dispuestos a seguir con la actividad ni siquiera por tradición familiar. En poco menos de un año la flota de cerco de Barbate ha perdido diez barcos. Las dificultades por mantener viva la tradición pesquera y la escalada de precios han dado al traste con estos autónomos de la mar. Uno de los armadores de la localidad, Tomás Pacheco, destaca que 25 barcos componen en estos momentos la flota barbateña, pero teme que el número sea menos en los próximos meses de seguir con esta subida de los precios.
Antes de que la guerra de Ucrania destrozara los mercados internacionales y obligara a la Unión Europea a fijar una nueva estrategia económica, los pescadores gastaban una media de 2.500 euros a la semana en cargar los tanques de combustible sus embarcaciones. Sin embargo, las consecuencias del conflicto y la inflación que ha sobrevenido han dado lugar a que el gasóleo se haya puesto por las nubes. Un barco necesita ahora más de 5.000 euros semanales para salir a faenar y poder cumplir mínimamente con la jornada. De hecho, los pescadores, ante este cambio de rumbo de los acontecimientos, han reducido las distancias para echar sus redes y ya no superan las 30 millas. Pacheco reconoce que el sector se encuentra en una situación muy delicada porque los costes de explotación se han desbordado. «No es rentable salir a faenar y recibir en la lonja tres euros por una caja de jureles de 7 kilos, es decir, sale a céntimos la carga». Todo ha subido, menos el producto en origen.
Hace dos años pagaban el litro a 0,3 euros. Hoy vale 1,10, que con las ayudas se queda en unos 0,90 euros. «Nuestro precio máximo admisible en las cuentas es de 0,60». Todo lo que suba de esta cifra implica pérdidas para las empresas.
La ayuda se queda corta
Los pescadores ya iniciaron un paro en marzo en señal de protesta por el precio del gasóleo, pero volvieron a soltar amarras una semana después debido a la promesa del Gobierno de incentivar con 20 céntimos este incremento, sin embargo, los profesionales del mar señalan que «esos 20 céntimos ya no valen para nada porque la subida experimentada en los últimos meses se ha comido la ayuda del Gobierno».
El sector pesquero gaditano tampoco mira a los caladeros marroquíes. La distancia frena las inquietudes de los armadores. LA VOZ ha podido saber que de las 22 licencias permitidas en Barbate para pescar en aguas del país vecino solo un armador ha solicitado permiso para el próximo trimestre.
La pesca en Marruecos de la flota gaditana languidece. El Acuerdo de Pesca Sostenible entre la Unión Europea y Marruecos existe desde hace más de 30 años y ha ido renovándose desde 1988 a través de sucesivos acuerdos bilaterales y de protocolos de implementación. El 14 de enero de 2019 se firmó el último y significó el regreso a la actividad de un total de 45 barcos, principalmente de los puertos de Barbate, Conil, Algeciras y Tarifa, y el alivio laboral para unas 500 familias andaluzas.
Las 40 licencias para embarcaciones de menor tamaño de Conil, Algeciras y Barbate han tirado la toalla y faenan en aguas españolas. No hay que olvidar que una embarcación necesita entre 80 y 100 litros de gasoil para cubrir una hora de navegación y si antes «tirábamos con 2.500 euros de combustible a la semana ahora necesitamos más de 5.000 euros». No está la situación para embarcarse y volver con cifras en negativo.
En el último acuerdo con Marruecos, ratificado en 2019 y válido por cuatro años, la Unión Europea se comprometió a pagar a Marruecos 52 millones de euros anuales a cambio de que 128 barcos faenaran en sus aguas y en las del Sáhara Occidental. De esas embarcaciones, 92 son españolas. Pero una vez firmado el acuerdo, la realidad es que España solo ha hecho uso tanto los últimos años de menos de la mitad de las licencias asignadas. Las razones son variadas. Hubo sus tiras y aflojas para lograr el acuerdo , pero la subida del combustible ha dado la puntilla.
De la pandemia a la guerra
Tomás Pacheco, por su parte, presidente de la Asociación Barbateña de Empresarios Pesqueros (Abempe), reconoce que «hemos ido a peor en los tres últimos años». Tras la pandemia en 2020, sobrevino en 2021 la crisis diplomática entre España y Marruecos. En mayo del pasado año, las autoridades marroquíes permitieron la entrada de miles de emigrantes irregulares en Ceuta. En esos meses, los 15 barcos de pesca de cerco de Barbate que solían acudir a las aguas de Larache, en el norte de Marruecos, a capturar boquerones y sardinas quedaron amarrados a puerto.
Ahora que las relaciones vuelven a retomarse no es rentable para los barcos recorrer las 120 millas que les separan del caladero marroquí. El gasoil es muy caro y el precio del pescado que se paga en lonja no ha subido en la misma proporción que el combustible.
En vías de extinción
Los pescadores reclaman a las administraciones públicas una mayor implicación con el sector pesquero, porque de lo contrario estará en vías de extinción a final de año. El responsable de la Cofradía de Pescadores de Conil, Nicolás Fernández, aclara que el covid marcó un antes y un después en el sector primario. «Éramos esenciales para mantener el suministro a una población que estaba confinada, pero nos dimos cuenta de nuestras debilidades». Sin embargo, las consecuencias que ha traído la guerra de Ucrania han terminado por debilitar aún más a la pesca y a la agricultura. La inflación es un tsunami devastador. Según Fernández, «ha subido el combustible, los precios del transporte se han encarecido y al final todo ha empezado a subir de una manera desbocada».
Nicolás Fernández señala que la flota de Conil es artesanal y hasta hace unos meses la integraban 62 barcos. Ahora el número de embarcaciones es de 50.
Esta flota se dedica al palangre y trae a las lonjas de Cádiz especies como el bocinegro, urta, corvina y el pargo, entre otras. Sin embargo, los costes de explotación del negocio y la falta de u relevo generacional han situado al sector al borde de la desaparición. Fernández destaca que el Gobierno debe actuar de inmediato en poner freno a la inflación, porque de lo contrario la pesca, ña agricultura y el sector del transporte estarán sentenciados de muerte. La flota de Conil es clave para la pesca del bocinegro, que logró el pasado año 31.000 kilos.