PROVINCIA

El primer verano sin ortiguillas en Cádiz: decepción para el cliente, la ruina para el sector

Las anémonas son una especie muy habitual en la gastronomía de la provincia. Tras la prohibición de su pesca debido a la proliferación del alga invasora, ahora las recolectan de forma ilegal en el litoral gaditano

José Pérez, representante de la asociación de ortigueros andaluces, pide que por fin se plasmen las ayudas y denuncia la situación y exige «estrecho control»

Foto de archivo de una ortiguilla viva. L.V.
Esther Macías

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El pasado 17 de octubre, hace ya casi un año, la Junta de Andalucía decretaba el cierre de la pesca de ortiguilla de manera indefinida por el riesgo de su desaparición en toda la comunidad andaluza. Y es que en los últimos años se estaba notando su disminución debido a la proliferación del alga invasora Rugulopterix okamurae, el aumento de la temperatura del agua y la presión pesquera (sobre todo de pesca furtiva).

En la provincia de Cádiz ha sido y sigue siendo tradición el consumo de este invertebrado. Se trata de un 'manjar' entre el crujiente de la fritura y el interior cremoso y yodado que no puede faltar en la mesa. Aunque eso sí, no se sabe con certeza cuando va a ser la última vez que se vea un generoso plato de ortiguillas.

Porque la realidad es que, pese a su prohibición, son muchos los restaurantes gaditanos los que continúan ofreciendo este producto «sin miedo a ningún tipo de sanción». José Pérez, buzo autónomo y titular de una de las 14 licencias otorgadas, denuncia la alarmante situación porque «esta especie típica en el litoral gaditano se encuentra en un grave peligro de extinción y no podemos consentir que a día de hoy se sigan viendo platos y platos de ortiguillas sin penalización».

El furtivismo, presente en todas las conversaciones

Para José no es novedad que algunos lugares de la provincia -mayoritariamente en Barbate y la zona próxima- sirvan el producto en forma de plato típico de la costa gaditana. El buzo ha sido testigo de primera mano de esta progresiva desaparición de ortiguillas en el mar andaluz: «He visto como las algas han tapizado toda la roca donde se criaba la anémona. Se han quedado sin luz para sobrevivir. Sé y asumo que no es fácil reabrir los caladeros. Propusimos otras zonas donde no hay algas, pero eso no es de un día para otro, conlleva su tiempo". El furtivismo está en todas las conversaciones.

Es momento de reflexión y de actuación. José Pérez es representante de la asociación de ortigueros andaluces y exige respeto hacia todos los que se han quedado sin trabajo, también él. «El cierre de caladeros ha significado el cese de actividad para al menos una veintena de personas que tenemos familia y vida. A los que se están saltando todas las normas y no respetan a los que sí teníamos las licencias en vigor, ¿no se les va a perseguir?», se cuestiona.

Plato de ortiguillas fritas. L.V.

El buzo da la voz de alarma y reclama «actuación». Cada vez hay más algas y menos ortiguillas. Pérez pide un estrecho control y una dura sanción. «Si a estos pescadores furtivos se les quita el material y se les pone una multa asequible, lo volverán a hacer. Están preparados para ello. Hay que ir más allá. Somos personas que nos hemos quedado sin trabajo y no es justo ver que esto sigue hacia adelante sin miedo a nada. Parece que estas cinco o seis personas -porque no son más- son insolventes ante la ley. ¿Qué pasa?».

En cuanto a la ayuda económica que iban a recibir estos mariscadores por parte de la Junta, poco se sabe. «A mí me ha quedado algo, pero a mis compañeros prácticamente nada. Ellos al menos son jóvenes y están a tiempo de incluso cambiar de sector. Yo con 54 años me he quedado sin muchas opciones», lamenta.

La ayuda económica, congelada y sin noticias

Casi un año después, estos pescadores siguen sin recibir la ayuda económica que se les prometió. José lamenta que «si fuera al contrario, esto no pasa. Si te pasas de la fecha para entregar la documentación, estás fuera». Se trata de una ayuda de 4.500 euros que todavía está por tramitarse. «No hay contestación», asegura. En cualquier caso, lo que más piden es «responsabilidad» a las administraciones, restaurantes y clientes porque «el perfil de un pescador furtivo toca a todas las puertas. Desde restaurantes hasta proveedores».

En esta misma línea, el buzo también hace especial hincapié en la falta de información por parte de los clientes. «Casi nadie se ha hecho eco del gran problema que supone esto. La gente sigue preguntando en los restaurantes sobre las ortiguillas. Porque pocos saben de su prohibición cuando siguen saliendo platos y platos de la cocina».

Ante la pregunta ¿estamos a punto de hablar de una extinción total de las ortiguillas?, Pérez duda. «Tendríamos que ver la evolución en los próximos meses. En zonas donde hay algas es imposible, ahí se ha perdido de momento. Si se hace una gestión responsable, hay esperanza. Ya pasó, por ejemplo, con el atún. Se hizo una moratoria y ahora hay atunes por todas partes».

José Pérez, uno de los pescadores más veteranos de un sector pesquero especializado, diminuto y desunido, sabe de lo que habla cuando se aborda esta ardua situación. Lleva buceando desde que apenas era un niño, y desde 2003 posee licencias autonómicas en Cádiz y Granada que le permitían pescar, comercializar y distribuir ortiguillas, erizos y anémonas en cualquier provincia. Acepta su complejidad. Cuando se le pregunta sobre alguna alternativa, solo habla de apoyo por parte de las administraciones, control, sanción y vigilancia. «A mí que no me digan que vienen de Galicia, porque la realidad es que aquí llega, si eso, un 5% de lo que pescan», concluye y con tono esperanzador espera que proliferación de los furtivos acabe cuanto antes y piensen más en el que lleva toda la vida buceando en las aguas andaluzas para sobrevivir.

José Pérez, buzo autónomo. L.V.

«Los clientes nos siguen preguntando por las ortiguillas, la mayoría no saben qué esta pasando»

Son muchas las pizarras de sugerencias y las cartas de los restaurantes los que aún mantienen este producto. «La gente pregunta, la mayoría no tienen ni idea de lo que está pasando y por qué están prohibidas», comenta uno de los camareros del famoso 'Tío la Tiza', el bar gaditano que ofrece pescado del litoral.

Pero no descartan en absoluto quitarlo de la carta. Otros hosteleros, que prefieren no indicar en el bar que trabajan, sostienen que «a veces nos vienen muchos pescadores a venderlas de forma ilegal. En nuestro caso, no nos la jugamos porque sabemos que conlleva una multa. Aunque eso sí -añade- la sanción es asumible y mientras que lo sea, muchos se la van a jugar y lo van a ofrecer como producto de oro».

Otras de las alternativas que encuentran los hosteleros para ofrecer ortiguillas fritas son las congeladas. «En Puerto Real hay un proveedor que las sigue teniendo congeladas, pues tenían una cantidad considerable antes de que esta norma saliera a la luz. Hasta que se acaben, claro», clarifica un empleado de Mariscos Cortemar. «A nosotros no nos está llegando y, de hecho, no las aceptamos porque estamos muy concienciados con el problema real de las ortiguillas. Hay que respetar la naturaleza. Todos queremos vender, pero hasta cierto punto».

Actuación y sanciones

Agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil son conscientes de la situación y abogan por acabar con los furtivos. Sin datos exactos, en el marco de la operación se incautaron hace unos días unos 50 kilogramos en la provincia de Cádiz. Se trata de una operación contra la captura ilegal y comercialización de anémonas de mar, en la que hay personas investigadas.

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