Reportaje

Shulo, Doza, Roger, Surco y Yuma, los 'agentes' con más olfato de Cádiz

Junto a la Guardia Civil y sus inseparables guías no les faltan cientos de horas en sus hojas de servicio, a cualquier hora, siempre dispuestos para detectar drogas, tabaco ilegal, explosivos... en cualquier circunstancia. Para ello entrenan

Surco, un experto en detectar explosivos. Atrás, Shulo y Doza, en la Comandancia de Cádiz. Francis Jiménez. Vídeo: M. Almagro

María Almagro

Cádiz

Shulo está tranquilo y a pesar de que Doza, a su lado, se muestra algo más inquieto, él parece no contagiarse de esos nervios. Ambos saben ya que les toca trabajar y también disfrutar con aquello para lo que han sido escrupulosa y cuidadosamente entrenados. Pero a estos dos canes les separa algo clave: la experiencia.

Shulo, un avispado perro de agua, es un veterano en la Guardia Civil. De sus 15 años de vida ha prestado servicio al Cuerpo nada menos que doce. Incluso ha sido condecorado por ello. Sin ir más lejos, el año pasado por su merecida jubilación recibió la Mención de Honor al mérito canino de manos del ministro del Interior. Además de una medalla al mérito social penitenciario en Botafuegos.

Y es que su currículum le consagra como uno de los mejores perros detectores de toda España. Su especialidad es la droga. Su premio, el haber participado en la incautación de cientos de kilos de estupefacientes, como cuando marcó una de las mayores aprehensiones en tránsito jamás realizadas: 47.980 kilos de hachís incautados en Algeciras en 2015.

A su lado se mueve Doza. Está en aprendizaje. En formación. Sus ganas de entrenar son evidentes. Mira atento a su guía, al agente Marcos. A su 'binomio'. «¡Vamos!». Obedece de inmediato y se lanza a inspeccionar un coche. Y en apenas en unos minutos marca y rasca en una esquina del maletero. Positivo. Ha encontrado droga. O más bien, que es lo que de verdad le gusta, ha logrado dar el paso necesario para poder jugar con el rodillo, su verdadero premio.

Doza y Shulo son dos de los perros del Grupo Cinológico de Cádiz, que en la provincia forman cinco guardias civiles, expertos guías, y once canes cuya labor conjunta es detectar drogas, explosivos, dinero, o tabaco de contrabando como apoyo a otras unidades especializadas. Y en su cometido, el éxito depende exclusivamente de ellos. De las horas que le dediquen, de la actitud que le pongan, de los instintos que se potencien, y, sobre todo, del buen vínculo y confianza que cultiven.

«Shulo salió de la perrera de una protectora de Algeciras. Lleva toda la vida conmigo. Lo puse a trabajar, fue bien y mira donde ha llegado», cuenta con satisfacción el agente Marcos, su guía, mientras por el patio de la Comandancia aparecen otros 'compañeros'. Roger, Surco y Yuma. Al primero de ellos, Roger, un pastor alemán, de una imponente complexión, también le consta un magnífico expediente que ha sido educado y cultivado además en una zona con una manifiesta intensidad en el tráfico de sustancias, el Campo de Gibraltar.

Este 'agente' de pelaje pardo oscuro se jubiló hace tan solo unos meses después de ocho años de servicio y en su haber ha quedado registrada la espectacular marca de 124.000 cajetillas de tabaco de contrabando decomisadas gracias a su buen olfato e instinto. En nada menos que 130 intervenciones. Por ello, y también por su importante labor detectora en estupefacientes, hace unas semanas también era condecorado al mérito canino en la Comandancia de Cádiz por el 12 de octubre. Y es que tan productiva ha sido su carrera que los delincuentes habituales, los 'malos' de la zona, lo conocían (y temían) perfectamente: «Sí, Roger ha encontrado mucho... cuando nos veían decían: 'uf... si está este perro por aquí no pasa tabaco, jefe'», recuerda Raúl, su experto guía e instructor.

«Los delincuentes de la zona conocen perfectamente a Roger. Lo veían en un control y decían: 'hoy no pasamos nada'»

Surco y Yuma, un mestizo detector de explosivos, y una pastora belga malinois rastreadora de drogas, se suman a esta lista de 'agentes' con gran olfato. Ellos ejemplifican la diferencia tanto en entrenamiento como en aptitudes de estos perros tan especiales. «Surco es pasivo, es decir, cuando huele su 'presa' se sienta, se queda completamente quieto. Es su forma de marcar porque al detectar explosivos no puede arañar ni hacer movimientos bruscos y se le enseña así», explica con detalle el guardia Dani, su guía. También se le lanza 'a distancia' si la zona estuviera acordonada.

«Yuma, sin embargo, es de marcaje activo, sí araña». Lo comprobamos al instante cuando ambos encuentran sus objetivos de una forma asombrosa, disciplinada, admirable. Surco, en los bajos de un coche patrulla, entre varios vehículos y una buena explanada, donde se le ha colocado un químico de entrenamiento. De repente, y tras la excitación de la búsqueda, se sienta en un punto exacto. Impertérrito. Ha detectado explosivo. Su adiestrador hace sonar el 'clicker' y Surco regresa feliz a por su recompensa.

Y la todavía iniciada Yuma, con dos años de servicio, entre unas piedras en un jardín da del tirón con la droga. «¡Bien, bien!, ¡eso es!», les gratifica su adiestrador mientras juega con ellos.

El inicio, el entrenamiento, la selección

Pero todos han tenido un principio. ¿Y cómo es ese inicio?, ¿cómo se les selecciona?, ¿cómo se sabe si valen o no?, ¿cómo se les enseña?, ¿cómo se trabaja con ellos la frustración, el estrés, el cansancio...?

«Pueden empezar a trabajar con nosotros de dos formas. Una es por parte de la Dirección General que nos proporcionan los perros y los pone a tutela del agente guía que inicia con él un período de adiestramiento y aprendizaje. Después de ese período regresa a Madrid y allí, si se considera que ya es apto y supera una evaluación operativa, médica y tiene cualidades físicas, ese perro ya empieza a formar parte de manera oficial del Servicio Cinológico», cuentan. «Y la otra forma, es que el propio guía puede buscar un perro en adopción. Se le incluye en el Plan Aurora bajo tutela de la Guardia Civil y la protección de su guía y luego pasa el mismo filtro oficial».

Y a partir de ahí, pronto se sabrá si estos canes pueden seguir cumpliendo este trabajo de servicio y protección al ciudadano. «Lo principal es que tengan un buen instinto de caza y de búsqueda muy potenciado... y muy importante, un equilibrio mental y una sociabilidad muy alta. Que el perro se desenvuelva en diferentes ambientes y lugares sin problemas, sin inseguridades ni miedos. Suelos brillantes, oscuridad, suelos móviles. Un perro que, por ejemplo, entre en una embarcación y sepa buscar sin problemas. Que trabaje sin inconvenientes y esté solo pendiente de buscar», explican estos expertos.

Y añade el agente Marcos: «No es tan importante la raza sino su aptitud. Surco es mestizo... lo que importa es el individuo, cómo se comporta. Es verdad que hay razas que dan una probabilidad alta de que son más indicados pero no tiene por qué. Chuchillos que no lo parecen luego son los que dan mayores resultados». Y en este punto aboga por la adopción: «Hay perros muy válidos que están en perrera y nosotros lo hemos demostrado. Un perro que ha estado mal, te agradece que lo saques de ahí y crea contigo un vínculo que es especial para siempre».

«Intentamos potenciarles la caza, buscar su presa», continúan. «En este caso un rodillo, un mordedor. Se le potencia esa búsqueda. Escondiéndoles esos premios. También la forma física, algo fundamental para que luego aguanten una gran cantidad de minutos buscando. Se le empiezan a asociar sustancias al perro, las que hagan falta, para que cuando nos indiquen, de la forma que sea, lanzarles ese premio que ha salido de ese foco de olor donde ellos marcan. Le hacemos ver eso».

Pero en ese aprendizaje hay que superar los obstáculos. Uno de los peores, la frustración. Que no encuentre, que no se sienta satisfecho. «El perro perfecto es el que la supera. Hay que enseñarles que vivan con ello y que siempre salgan con ganas. Que si no han encontrado, no pasa nada y que ya será la próxima».

La clave, el juego

Y en todo este entrenamiento, una de las claves es el juego. Quizá lo más importante. Porque, insistimos, su premio es jugar, que él crea que está cazando. «No es tanto encontrar la presa, el juguete, sino todo ese proceso. Ellos se dan cuenta que cuando consiguen lo que ellos quieren tú te pones muy contento y eso es lo que más les gusta. Más que el premio en sí. Más que el juego. Lo que les satisface es el mero hecho de estar buscando. Disfrutan buscando». Y añaden: «El perro no deja de ser nunca un cachorro. Siempre quieren jugar. La motivación no decrece pero para este trabajo sí les limita ciertas condiciones físicas y la pérdida de aptitudes. Por eso se les jubila pero ellos siempre quieren seguir trabajando. Esa vitalidad nunca la pierden».

Pero para que ese proceso se cumpla, para que funcione, hay algo que también es fundamental: el vínculo, la confianza entre guía y can. Cómo se entiendan ambos. «Cuando empecé a trabajar en las Aduanas de Algeciras intentaba imponer mi criterio pero al final me di cuenta que era el perro quien lo ponía porque el volumen que se tiene ahí de gente y tráfico no me permitía otra cosa», confiesa el agente Marcos. «Entonces aprendí que era mejor que fuera el perro el que eligiera qué quería hacer. Shulo me enseñó a mí a buscar. Pensé que esa era la mejor forma, que él se desenvolviera cómo su instinto nos marcaba».

Un testimonio que corroboran al cien por cien sus compañeros. «Sí, sí... mi perro me ha enseñado a madurar en mi trabajo y confiar en él. A ser mejor guía. Creo que en verdad me ha ido enseñando él a mí», y añaden: «Va madurando y cuando lleva ya mucho tiempo el simple hecho de agradar al guía como esa parte del vínculo que establecen es fundamental. El alfa de esa pequeña manada es su guía y si trabaja a gusto con él, lo hace mejor. El premio a veces ya es secundario... cuando se encuentra eso que es irrompible».

Y además del entrenamiento estos expertos detectores están especialmente tratados en las perreras donde se les protege y cuida al milímetro y también en las casas de los agentes guías que prefieren tenerlos con ellos. «Pueden estar como el resto de perros domésticos pero luego hay que saber separarles el trabajo; es algo que asumen perfectamente porque lo disfrutan. En el momento que nos montamos en el coche ya sabe a qué vamos y es como si tomaran otro rol».

Un rol que Shulo, Doza, Roger, Surco y Yuma cumplen a la perfección al lado siempre de sus guías que son quienes verdaderamente les enseñan e instruyen para que cientos de operativos e investigaciones terminen resultando un éxito. Porque si no hay pruebas, si no se descubre materialmente el delito, todo se complica más.

El vínculo que establecen guía y perro es clave. F. Jiménez

Unos héroes en adopción

Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Local, Ejército... cuentan en sus filas con estos 'agentes' de cuatro patas que dedican casi la totalidad de su vida a proteger a los ciudadanos. Desde cachorros se les entrena para salvar vidas en rescates, coger droga, atrapar a delincuentes, encontrar y prevenir explosivos, pero una vez que ya tienen que jubilarse, ¿dónde van?

Pues un alto porcentaje se queda con su guía pero en muchísimas otras ocasiones estos instructores no pueden hacerse cargo de ellos por distintas circunstancias y los tienen que dar en adopción. Y desde hace años existe una asociación que trabaja con todas estas instituciones policiales para encontrarles a estos 'héroes' una familia. Se llama 'Héroes de cuatro patas' y en internet dan toda la información necesaria para quien esté interesado en acoger en su casa a estos animales que tanto han dado por los demás.

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