Sevilla

Una veintena de mujeres de Las Cabezas de San Juan deja su impronta como costaleras de San Francisco

La cuadrilla se formó en 2009 a petición de la le hermandad de Jesús Nazareno para sustituir a sus hijos debajo del paso

Entre las costaleras hay amas de casa, cocineras, dependientas, trabajadoras de servicios sociales, camareras, políticas locales «y hasta una tatuadora» A. H.

Alejandro Hernández

La constante y amplia incorporación de la mujer a todos los aspectos de la sociedad, desde el económico, en todos los sectores y profesiones, hasta el cultural incluido el matiz espiritual, es una evidencia innegable incluso en el mundo cofrade. En este último entorno, las mujeres han ido consiguiendo progresivamente una presencia más que destacable , ocupando puestos de responsabilidad en las hermandades y cofradías o participando activamente en las estaciones de penitencia y en todas las iniciativas propias de estas instituciones. Pero hay un sector, el de los costaleros y cargadores, en el que su incorporación va más lenta .

Un claro ejemplo de la validez de las hermanas cofrades para incorporarse a las cuadrillas de costaleros se produce todos los años en Las Cabezas de San Juan alrededor de la festividad de San Francisco , cuando veinte mujeres cabeceñas portan sobre sus hombros , dentro del paso, la imagen del santo por las calles del centro de la ciudad dirigidas en sus movimientos por el capataz Fernando Puerto , marido de una de las costaleras y único hombre del equipo. La cuadrilla se completa con cinco mujeres más para cubrir los relevos.

«Venimos saliendo de costaleras desde 2009 , cuando la hermandad de Jesús Nazareno nos pidió que nos hiciésemos cargo de portar a San Francisco », comenta a ABC Encarnación Cañas , costalera desde los inicios. Hasta ese año, el santo era cargado por la juventud de la hermandad, «pero los niños pasaron a la banda de música y la hermandad nos lo ofreció a las madres de esos niños», explica Cañas mientras Manuela Bereginal , otra veterana de la cuadrilla, lo confirma subrayando que «nos lo propusieron, tuvieron valor y salió bien» . La mayoría de las costaleras lo son desde el primer año, «la que perdura es porque le gusta», apuntan las dos representantes de la cuadrilla.

Cañas y Bereginal recuerdan que el primer ensayo que llevaron a cabo «lo hicimos en una cochera , ensayamos los pasos y aprendimos que siempre hay que empezar con la izquierda ». Las costaleras reconocen que cuando se conoció en el pueblo que iban a portar a San Francisco « nos pusieron de vuelta y media , pero cuando nos vieron en la calle y comprobaron cómo lo llevábamos, callamos muchas bocas».

La procesión sale de la parroquia de San Roque, al finalizar el tríduo al santo, y recorre las calles del centro acompañada de la Banda de Cornetas y Tambores de San Juan Evangelista . «Este año nos ha salido muy bien», asegura Encarnación Cañas, «además hemos despedido a una compañera que no puede seguir en el cuadrilla».

Desde mediados de septiembre, las 25 costaleras se afanan en ensayos dos veces por semana , «al principio ensayábamos desde agosto, hasta que con los años ya dominamos la técnica», puntualizan las costaleras que coinciden en que «debajo del paso somos una familia» . Además, el grupo celebra habitualmente convivencias y cenas donde también acuden los maridos y los hijos. «Ya tenemos relevo», declaran orgullosas, « ya hay madres e hijas que quieren seguir , como las aguadoras que quieren pasar a ser costaleras».

La cuadrilla la integran amas de casa, cocineras, dependientas, trabajadoras de servicios sociales, camareras, políticas locales «y hasta una tatuadora» , señalan, «pero todas somos iguales debajo del paso, donde nos ayudamos unas a otras». Encarnación Cañas y Manuela Bereginal se definen como «cristianas y practicantes, devotas de San Francisco», pero admiten que entre el resto de costaleras «las hay cristianas no practicantes, pero con su devoción al menos se acercan a la iglesia». Todas se sienten capacitadas física y mentalmente para ir debajo del paso , «sabemos donde estamos metidas», y aconsejan a las demás mujeres cofrades que si tienen oportunidad de ser costaleras «que la aprovechen, porque merece la pena».

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