SIERRA NORTE
El secreto de Adela para llegar sobrada a los 100 años: pocas grasas y menos medicinas
Esta mujer, que no es abuela porque su hija murió de pequeña, es una de las mayores más queridas de Guadalcanal. Tuvo una tienda de chucherías en Alanís y fue becada por los ingleses del Cerro del Hierro
Adela Cuevas baja a pie la rampa de acceso a la recepción principal de la residencia Hermana Josefa María, de Guadalcanal, solo cuenta con el apoyo de dos de sus sobrinas que la acompañan cogidas del brazo. A pesar del tiempo, sigue conservando en su memoria el camino que la ha llevado hasta nuestros días, cada piedra que encontró en él y la fuerza que le ayudó a recomponerse en cada momento.
La familia de Adela era de Alanís , recuerda que, como en muchas casas humildes de la época, resultaba complicado sacar adelante a varios hijos y por eso a la edad de cinco años sus padres la enviaron a San Nicolás del Puerto con su tío Rafael Contreras , que tenía una tienda en el poblado del Cerro del Hierro .
Por aquel entonces la mina estaba explotada por una compañía inglesa y los ingenieros extranjeros vivían allí con sus familias a los que abastecía dicho comercio. Lo que mejor recuerda Adela son las matanzas y la «chacina de la buena ». «En aquellos tiempos todo era sano, no como ahora; por entonces comíamos bellota y ahora solo se come pienso», bromea.
Los que la conocen dicen que siempre fue una defensora de la cultura y «una mujer adelantada a su época », apunta su sobrina Rosario Pérez . Otra de sus sobrinas, María Cordobés Cuevas, destaca de ella su inteligencia. Su trabajo en la tienda familiar le obligó a dejar los estudios, aunque fuera una alumna destacada y la única a la que los ingleses le pagaron los libros. Incluso su profesora quería que estudiara para ser maestra, « la mayor espinita que le ha quedado» dicen sus familiares.
Cuando estalló la Guerra Civil emigró con sus tíos a Barcelona, y luego a Castellón y Valencia. Allí estuvo hasta el final del conflicto que le hizo volver a Alanís donde se casó con 35 años con su marido, Francisco. «Me casé ya durita », explica riéndose, pero asegura que ha sido la época más feliz de su vida, «para mí la más tranquila, porque, aunque guardo muy buenos recuerdos de San Nicolás y mis tíos, siempre estaba trabajando y la vida era muy dura».
De El Pedroso a Alanís
Durante un tiempo estuvo viviendo en una finca de El Pedroso, donde su marido trabajaba y ella ejercía de ama de casa. Tras la muerte de su marido montó en Alanís una tienda de chucherías que todavía muchos alanisenses recuerdan.
Adela Cuevas no tiene nietos porque la única hija que tuvo falleció siendo muy pequeña. No obstante, en la residencia Hermana Josefa todos la llaman «la abuelita », porque es la mayor de la residencia.
Adela recuerda que le contaron que cuando nació era «muy chiquitita» y sus padres estaban deseando bautizarla «porque era tan poquita cosa» y temían que falleciera. ¿Su secreto para cumplir 100 años?. «Nunca ha sido muy enfermiza y siempre ha comido muy sano, cosas del campo, ha tomado pocas grasas y escasos medicamentos», explica su sobrina Rosario. Ahora solo tiene algunos achaques de la edad: una pierna operada y la vista desgastad a por las horas que ha dedicado a la costura.