¿Sabes qué sevillano fue maestro de capilla de las dos catedrales más importantes del mundo?
El 5 de abril se conmemora el IV centenario del fallecimiento del músico ursaonés Alonso Lobo de Borja y este año verá la luz un volumen colectivo sobre su obra musical

En 1555 nació en Osuna (Sevilla) uno de los más grandes músicos que dio aquella tierra: Alonso Lobo de Borja . Era hijo de Alonso Lobo y de Jerónima de Borja. Este músico, muy desconocido aún en la ciudad ducal, lo traemos ahora a relucir porque en 2017 se cumple el cuarto centenario de su muerte, ocurrida en Sevilla el 5 de abril de 1617 .
Hombre del Renacimiento, discípulo de Francisco Guerrero y amigo personal de Tomás Luis de Victoria , Lobo llegaría a ser con el tiempo maestro de capilla de las dos catedrales más importantes del mundo de entonces , Sevilla y Toledo, cosa que ningún colega suyo pudo ser.
Según Juan Manuel Moreno Díaz, profesor de la Universidad de Osuna , fue «escogido a los once años de edad como cantorcito de la catedral de Sevilla por el que luego sería su maestro, empezó su formación musical con él, ya que en dicha época, el maestro de capilla catedralicio tenía, entre otros encargos, el cuidado de los mozos de coro o cantorcicos, a los cuales debían enseñar a «leer, escribir y cantar los responsorios… canto llano y canto de órgano y contrapunto… a componer y las otras habilidades que para ser diestros músicos cantores conviene que sepan los dichos niños cantorcicos»».
Con posterioridad, Lobo volvería a su ciudad natal, donde alcanzaría en 1577 el título de bachiller en la Universidad de Osuna y, posteriormente, se licenciaría en Teología, pasando a formar parte del Cabildo de la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, actuando como secretario del mismo en 1581, según consta en las actas capitulares de ese año en dicha institución religiosa, lo que le serviría para convertirse posteriormente en racionero y canónigo de la misma, a mediados de esa década de los ochenta. Dichos nombramientos fueron consecuencia, sin duda, como ha sido afirmado por Cárdenas Serván, de su cargo de maestro de Capilla de dicha Iglesia Colegial.
Maestro de los seises
Para Moreno Díaz , «sus relevantes dotes musicales y su formación a cargo de un maestro de la talla de Guerrero le sirvieron para que éste último volviera a llamarlo para que le ayudase como maestro de los seises en la Catedral de Sevilla, en 1591. Ese encargo duró poco, porque en 1593 va a marchar a Toledo como maestro de Capilla de la catedral primada, para sustituir a Ginés Boluda».

En la ciudad del Tajo, cerca de Madrid, va a desarrollar una intensa actividad musical, permaneciendo allí hasta el año 1603, fecha en la que volvería a Sevilla, una vez muerto Francisco Guerrero, para hacerse cargo definitivamente de la capilla musical catedralicia hispalense. Sin embargo, antes de regresar a la capital andaluza, y de la mano de su íntimo amigo Tomás Luis de Victoria, a la sazón uno de los polifonistas más importantes de todo el renacimiento español, lograría ver publicado su único libro de misas: el Liber Primus Missarum (1602) , que contenía seis misas, cinco motetes y dos antífonas. Con posterioridad, regresaría a Sevilla en 1603, para convertirse en titular de la capilla musical catedralicia y en maestro de los seises. Por nombramiento de 9 de febrero de ese año, «cobrará la prebenda (una ración), 40.000 maravedíes y 40 fanegas de trigo». Además, se le hace el encargo de cuidar a los niños seises, y se obligará a estrenar sus «chanzonetas» siempre en la Catedral.
También en Sevilla, ya como maestro de la Seo, su producción musical sería elevada, dado que, entre otras cosas, su cargo le obligaba a entregar al cabildo un número de obras cada cierto tiempo. Así, según consta en las actas capitulares de los años 1603 al 1610, Lobo presenta al Cabildo en 1608 un Libro de Misas , en 1611 presenta otro libro de obras suyas, y, finalmente, en 1614, ya cercana su muerte, presentará un nuevo libro.
Polifonía y policoralidad
Su música ha sido muy valorada por los estudiosos, habiéndose dicho de él que «su artesanía magistral y compostura indiscutible no menoscaban la intensidad emotiva y misticismo de sus obras (…); se movió en el campo de la polifonía, pero siguió la tendencia iniciada en España por Victoria hacia la policoralidad, aunque no se conoce ninguna obra suya a dos coros» (Lloréns Cisteró).
Alguna de su música tuvo excepcional relevancia, por cuanto fue tocada y cantada en la Catedral sevillana durante muchos años. Es el caso de su Credo Romano , cuya belleza llevó al archidiácono de Carmona Mateo Vázquez de Leca a proponer en 1648 al Cabildo que «se cantara todos los domingos, salvo los de Pascua, Adviento, Septuagésima y en las fiestas de la Asunción y Concepción de la Virgen, por su inaudita belleza, solemnidad y unción religiosa». Asimismo, otra de sus piezas más bellas, el Versa est in luctum , fue compuesta para ser cantada en los funerales del Rey Felipe II en 1598.
Como ya se ha dicho, a su paso por Toledo, dejó editado un libro de misas (el Liber Primus Missarum ), cuyo impresor fue Juan de Flandes y del que se hicieron 103 ejemplares , según consta en el contrato de edición. Dicho Libro de Misas fue adquirido por numerosas catedrales españolas y europeas, y también del Nuevo Mundo, fundamentalmente en México, donde la música de Lobo tuvo una enorme aceptación y popularidad.
Siendo músico de gran categoría, Lobo dejó algunos discípulos, el más importante de los cuales fue Carlos Patiño (1600-1675), quien llegó a ser maestro de Capilla del Rey Felipe IV en Madrid, y cuya vida transcurrió entre Sevilla, donde llegó a ser titular de la Capilla del Sagrario, y Madrid, donde también llegó a desempeñar su magisterio de capilla en el Real Convento de la Encarnación.
Lope de Vega y Góngora
La belleza de la música del ursaonés y su maestría fueron puestos de manifiesto, no solo por músicos, sino también por personajes como Lope de Vega y Góngora. El primero fue admirador suyo, nombrándolo en alguna de sus obras, como «El Peregrino en su Patria» , dentro de la cual, unos versos del Auto del Hijo Pródigo rezan así: «Isasi vive por la tecla insigne/y en la música Riscos, Lobo y Cotes», comparando con ello la belleza de su música con las de otros músicos relevantes del momento. También Góngora tuvo admiración por él, habiéndose atribuido al poeta cordobés la siguiente composición:
[AL LICENCIADO ALONSO LOBO, RACIONERO DE TOLEDO]
Los edictos con imperio
mase Lobo ha prorrogado,
quizá hasta que barbe el grado
de su vocal magisterio.
Si no tiene otro misterio,
el nuevo término corra,
y juegue en tanto a la morra
nuestro pretendiente bobo,
o apele de un mase Lobo
para otro mase Zorra.
Moreno Díaz afirma que «sin embargo, pese a todo lo dicho, y de la valía de la música de Lobo, la vida y obra de este personaje está aún someramente estudiada y de forma dispersa; es por ello por lo que, con motivo del cuarto centenario de su muerte, verá la luz un volumen colectivo, que servirá para poner al día los conocimientos que se tienen de su vida, profundizando en algunos aspectos de su obra musical».
De dicho volumen tendrán noticias antes de que finalice el presente año. Mientras tanto, pueden disfrutar del concierto que, con obras suyas y de otros maestros sevillanos de la polifonía (Francisco Guerrero y Cristóbal de Morales) se celebrará el próximo día 5 de abril en la Catedral de Sevilla para conmemorar el IV Centenario de su fallecimiento .