Sucesos
El robo de perros de caza: un negocio lucrativo al levantarse la veda
La Asociación Española de Rehalas alerta de esta actividad y pone de ejemplos los últimos golpes perpetrados en la provincia de Sevilla
«Esta perra ha sido robada . Es una podenca. Tiene chip y está tatuada en la oreja izquierda. Me la robaron hace unos días. Se gratificará a quien la entregue». Ése es uno de los muchos mensajes que hay colgados en webs de anuncios o que circulan por redes sociales en los últimos días. El robo de perros de caza es una actividad que está en auge en estas fechas, con el inicio de la temporada al levantarse la veda de algunas especies. Recientemente, una operación de la Guardia Civil, bautizada con el nombre «Huntercan», ponía el acento en estas sustracciones que están detrás de lo que parece un lucrativo negocio .
«Estamos preocupados por nuestros perros porque estamos notando un incremento de estos robos. Por eso estamos aconsejando a los dueños que adopten medidas de seguridad como la identificación de cada animal y que no se escatime en recursos para reforzar la vigilancia de las perreras», explica a ABC el presidente de la Asociación Española de Rehalas, Alfonso Aguado . El último ejemplo que ha añadido más inquietud a este colectivo ocurría en Gerena, en varias fincas situadas en un paraje conocido como la Fontanilla de donde cuatro individuos sustrajeron 22 perros y mataron a otro can que ejercía las labores de vigilancia. Esa misma noche, del 3 al 4 de agosto, también sustrajeron un carro de rehala.
Los afectados llevan varios años sufriendo robos de este tipo. Por eso habían adoptado medidas de seguridad. Uno de los propietarios había instalado una cámara de fototrampeo , de las que se activan con el movimiento, la cual captó a los cuatro ladrones en el momento que se llevaban los perros.
Esas imáganes sirvieron al equipo de investigación Roca de la Guardia Civil en La Rinconada para identificar a los sospechosos, quienes resultaron ser cuatro vecinos de la barriada el Castillo de Alcalá de Guadaíra . Al presunto cabecilla se le conoce como Dundu . Todos ellos fueron detenidos y pasaron a disposición de un juzgado de Sevilla que ordenó su puesta en libertad con cargos. «Fue un tanto frustrante que ni tan siquiera el juez impusiera una orden de alejamiento para impedir que se acercaran de nuevo a las fincas de las víctimas. Este tipo de decisiones ayudan a generar una sensación de impunidad», señala Alfonso Aguado, quien además de presidir la asociación española de rehalas, está personado en este procedimiento como letrado de la acusación.
Las rehalas han sido declaradas este año BIC por el Gobierno de la Junta; lo que ha revalorizado estos canes que se emplean en cacerías
Ninguno de los 22 perros sustraídos ha sido recuperado. Cada uno de los canes está valorado en un precio que oscila entre los 600 y 800 euros. «Esta reiteración en los robos y que no sólo ocurren en Sevilla sino en otros puntos del país, sólo se puede explicar porque detrás de esto hay un lucrativo negocio». En el atestado que envió la Guardia Civil al juzgado, se subrayaba cómo las rehalas han pasado a ser considertadas un Bien de Interés Cuiltural (BIC) en Andalucía tras aprobarlo el Consejo de Gobierno de la Junta. «El valor de los perros de rehala se habría visto revalorizado, tanto en lo referente a la venta legal como en el mercado negro».
Desde el colectivo que representa a los dueños de rehalas subrayan, además, que el reciente reconocimiento como raza autóctona del podenco andaluz paternino ha elevado el interés por este perro, muy preciado para la práctica de la caza; lo que habría provocado que aumente el interés de los ladrones.
Estos robos han coincidido con el regreso de la actividad en algunos cotos de caza. Así, desde principio de agosto se permite la caza del conejo y días después llegó la media veda para aves como las palomas. Fuentes de la Benemérita señalan que no han podido probar en el caso de la operación Huntercan que el destino final de estos animales eran otros cazadores que los compran en el mercado negro. Pero todos los indicios apuntan a esa misma dirección. En estos casos lo que hacen los ladrones es tratar de eliminar cualquier rastro que ayude a su identificación. Por eso es habitual que les arranquen el chip o le traten de borrar el tatuaje.
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