Paradas
Plantaciones de pistachos, oro en la Campiña sevillana
Juan Álvaro Lumbreras es un ingeniero técnico agrícola de Paradas, que está perfeccionando la planta de la pistachera
«El olivar deja 300 euros de rentabilidad por hectárea, y el pistacho sobre 3.000 euros». En una frase define Juan Álvaro Lumbreras las razones de la empresa que ha montado hace más de tres años en una finca del término municipal de Paradas , basada actualmente en la venta de los plantones de pistachos o pistacheras.
Aunque este proyecto no se quedará en abastecer sólo a los agricultores que se han decidido también por esta variedad, cuyo origen se remonta a la Era Terciaria. Hay quienes sitúan los primeros vestigios de su existencia en la isla de Madeira .
Este paradense de 52 años ha comprado una finca, la que da nombre a la zona, El Palomar, con infinitas posibilidades. Y está cada vez más cerca de ponerlas todas en práctica.
Poco a poco, sin prisas pero sin pausa, los más jóvenes empiezan a buscar alternativas al olivar . Se trata de profesionales de distintas ramas, algunos recién salidos de la carrera, y otros con experiencia en sectores relacionados con la aceituna. Como Juan Álvaro Lumbreras, ingeniero técnico agrícola , quien se ha llevado 20 años trabajando para distintas cooperativas del sector.
«El sector del olivar está en manos de las distribuidoras. Hace tiempo estuve en una reunión de la interprofesional para repartir los tantos por ciento de representación con sindicatos y productoras y el porcentaje que les correspondía a los agricultores se los dieron a las industrias; la rentabilidad del olivar es la mínima para subsistir», comenta. Lumbreras eligió el cultivo de la pistachera después de hacer un viaje a Ciudad Real , donde se encuentra el Centro de Investigación Agroambiental El Chaparrillo , dependiente de la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha.
«El olivar deja 300 euros de rentabilidad por hectárea, y el pistacho sobre 3.000 euros»
En la finca de este vecino de Paradas, este año han salido 12.000 plantas dispuestas para comercializarse, principalmente para viveros. Pero la historia empieza antes, cuando este especialista se «tira al monte», literalmente, para recoger semillas de «pistacia cornicabra» que serán el árbol base del pistacho.
Demanda espectacular
Entonces llega a su finca y la siembra en bandejas de alvéolos forestales. La planta necesita año y medio o dos desde que nace hasta que se injerta en pistacho. La técnica del injerto se realiza en primavera-verano y es muy delicada. «No agarra como las demás, le afecta todo, un día con mucho calor, por ejemplo», explica Álvaro.
En la actualidad, hay una demanda «espectacular» del producto. Es una planta con mucho futuro. El precio del kilo de pistachos va de 6 a 8 euros, al consumidor llega a entre 12 y 15 euros, y no tiene visos de bajar. La demanda es mucha porque el 90% de lo que se consume actualmente viene de Estados Unidos.
La inversión inicial por hectáreas es de 3.000 euros, mientras que los gastos anuales del cultivo suponen 1.500 euros por hectáreas.
No obstante, Juan Álvaro Lumbreras no ha llegado a este mundo del pistacho para que pase lo mismo que en el sector del olivar. Compró la finca, con terreno suficiente para plantar una parte de su producción de pistacheras, además de otros productos ecológicos , y transformarlo, de manera que empiece la cadena de valores en sus tierras y allí acabe.
«Quiero que los agricultores que comiencen con este producto hagan lo mismo, para que no se prostituya, quiero seguir teniendo la sartén por el mango y cuando lleguen empresas de distribución, estar preparados para decirles que no les vendo ni un kilo. Desde aquí ya hay posibilidades de enviar pistachos a cualquier parte del mundo».
Adaptación al clima
La pistachera necesita de calor y frío y tres años para estar en plena producción, además de mucho mimo, sobre todo a la hora de injertarla. Después de tres años, este empresario paradense está perfeccionando el proceso de forma que la planta se adapte a la perfección a este clima. Y estudia de 8 a 10 patrones que se comportan adecuadamente, mejorando las posibilidades de cada planta.
En un paseo por la finca es fácil imaginarla repleta de pistacheras. Y a Juan Álvaro mirando uno a uno los injertos, porque sabe, a un primer golpe de vista, cuándo saldrán o no adelante.
El proyecto tiene muchos condicionantes para seguir adelante, pero hay tres para el que este paradense está preparado a más del cien por cien: la ilusión, la experiencia y el trabajo. Por eso se ha convertido en precursor en la comarca de este nuevo producto. Y quién sabe si será el que revolucione la agricultura en tierras de olivos .