EL PALMAR DE TROYA
Las mentiras de la iglesia palmariana contadas por un exobispo
Dinero, engaños, normas restrictivas hasta convertir a los fieles en semiesclavos... Un antiguo militante de la secta palmariana desvela la farsa de la congregación de los Carmelitas de la Santa Faz.

La emisión en Movistar+ de la serie documental «El Palmar de Troya» ha vuelto a poner sobre la mesa la gran farsa que se originó en el municipio sevillano de El palmar de Utrera, hoy independiente de la localidad de Utrera, a raíz de unas supuestas apariciones de la Virgen María a cuatro niñas en la finca La Alcaparrosa en el año 1968. Clemente Domínguez y Manuel Alonso Corral pronto se hicieron fuertes en un ambiente enrarecido de fervor, fe descontrolada y mediums variopintos. Lo que vino después ya es historia. ABC recupera las declaraciones de un antiguo obispo de la secta, que revela las atrocidades que se producían dentro de la autodenominada iglesia palmariana.
El padre Guido entró en la iglesia del Palmar de Troya con 12 años. Sus padres le llevaron a una Andalucía que le sonó a tercer mundo. «Ni retretes había en las casas», recuerda. Aquella parte del sur de España estaba salpicada de «pueblos de cuatreros sin agua corriente». Y, en medio de esa pobreza, ese atraso, la fe pura de la aparición de la Virgen.
Un niño de esa edad vivió fascinado las apariciones, las revelaciones divinas, las llagas y los estigmas . Hoy ve la verdad: «Era todo mentira. Todo. El papa Clemente, que predicaba contra la homosexualidad, se autoproclamó papa estando en la cama con un chico colombiano». Esa es la más leve de las acusaciones de este exsacerdote, expalmariano, excreyente, exobispo.
El mensaje del padre Guido, sin embargo, no tiene nada que ver con la venganza. Solo quiere, afirma, ayudar a quienes aún están dentro y a quienes consiguieron marcharse del Palmar. Es una idea que repite insistentemente. Apela a los niños que están aún encerrados en lo que el califica como «secta».
«El papa Clemente, que predicaba contra la homosexualidad, se autoproclamó papa estando en la cama con un chico colombiano»
«Ahora la iglesia del Palmar de Troya es más peligrosa que nunca ». Esa es otra de las frases que también repite insistentemente. ¿Por qué? «Los palmarianos nunca han sido apostólicos, no buscaban gente que se uniera a su fe, los fieles venían solos. Ahora sí. Han empezado a salir a buscar a quienes los anteriores papas expulsaron», asegura. Los palmarianos plantean la expansión, única salida al arrinconamiento en el que viven y a los escándalos que han salpicado toda su historia.
Mucho saben de escándalos en esta iglesia cismática: dinero (mucho dinero), relaciones homosexuales entre sacerdotes supuestamente célibes «ordenados» por los palmarianos, acusaciones de lavados de cerebro , separación de familias , muertes en soledad... La Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, que así se hace llamar esta congregación de corte personalista y autoritario, tiene más 50 años. Medio siglo dando (malas) noticias.
Lujo y sexo en El Palmar de Troya
El padre Guido -quien no quiere que se revele su nombre real-, describe a los papas que han pasado por El Palmar como adictos al lujo y esclavos del sexo. Cuenta que Clemente, el primer «papa» palmariano, además de mantener públicas relaciones con otros hombres, tenía un reservado en los mejores restaurantes de Sevilla. «Solo bebía y comía lo mejor. Yo le he visto gastarse 5.000 euros en una sola noche» , describe. Muchas tunas de Sevilla estaban deseando encontrarlo por los mejores restaurantes del barrio de Santa Cruz para cantarle al papa Clemente. Las propinas, al parecer, eran fabulosas. «Comida, alcohol, chicos...». ¿Y drogas? «No, yo no he visto nunca drogas en El Palmar. No digo que no las haya, pero yo no las he visto».

Tan aficionados han sido siempre a la buena vida los curas, obispos y papas del Palmar, que relata el padre Guido una escena muy curiosa: «Yo he estado con el papa Clemente y con otros obispos, al menos otros 15, en la Feria de Abril de Sevilla bailando en las casetas». Curiosa estampa la de estos «hombres de Dios» que predicaban «contra todo, contra el alcohol, el sexo, los excesos» y luego se iban a beber a la Feria .
Una de las claves de esta iglesia y el porqué de la vida a todo tren de sus miembros está en el dinero que ingresan. Hay quien ha dicho que están en crisis, pero el padre Guido lo niega: «No creo que hayan tenido crisis. Tenían muchas casas en Sevilla y mucho dinero en efectivo. Yo he visto cómo un misionero volvía de Alemania con medio millón de euros escondidos en los pantalones. Y si eso es lo que meten de forma ilegal, imagínese de forma legal».
Las escenas de lujo dentro del recinto de la iglesia tampoco tienen desperdicio. «La Orden tiene 16 pasos, uno de ellos, el paso del Santísimo, es de plata pura, pesa 7 toneladas» . Para moverlo, narra el padre Guido, usan motores, como si fueran un coche. Por un lado, por el enorme peso de las imágenes. Pero por otro, porque no hay gente para llevarlos.
«Los fieles se convierten en mano de obra cuasiesclava. Cmo premio, los van nombrando obispos»
En total, calculaba este exobispo en 2016, deben vivir dentro de la basílica unas 60 personas. Eso es todo el núcleo duro del Palmar de Troya. De esos 60 no todos cobran. «La mayoría de la gente que está allí trabaja gratis por la comida y la cama, ya está. Ni cotizan, ni cobran, ni nada». ¿A qué dedican las horas del día los 28 obispos y 40 monjas que este exsacerdote palmariano calcula que hay aún? «Trabajan y trabajan y trabajan. Hay talleres: de orfebrería, de carpintería, de aluminio...». Los fieles se convierten así en mano de obra cuasiesclava. Como premio, los van nombrando obispos: «ser obispo no tiene mérito. Ordenan a chicos de 15 o 16 años, con solo dos meses en la iglesia».
Un papa a la fuga
Si la opinión del padre Guido contra la iglesia del Palmar es mala, peor es cómo habla del papa Ginés Hernández, Gregorio XVIII. «Instauró un reino del terror. Todo eran normas, normas, normas. Creó familias rotas, separadas». Sobre su relación amorosa que le llevó a dejar su «pontificado», cuenta que fue una relación exprés: «Estuvieron dos meses juntos antes de huir, el tiempo que ella fue monja allí en El Palmar». ¿Se lo esperaban? «No, pero de Ginés nadie se esperaba nada. Figúrese que era el electricista del convento. Dice que tiene una carta firmada del papa anterior para sucederle, pero no sé si eso es verdad. Es un hombre que no sabe nada de teología, solo quiere que le obedezcan».

Con Gregorio XVIII entregado a los placeres de la carne en Granada, el cetro del Palmar es ahora de un suizo, Joseph Marcos Odermatt , que, a juicio del padre Guido, es el más peligroso de los papas que han pasado por esta iglesia. «Ahora están contactando con los palmarianos que echaron, para que vuelvan. Les prometen que no serán tan duros como antes».
Llagas y visiones en la iglesia de El palmar de Troya
El Palmar empieza con las apariciones marianas a finales de los años 60. Su éxito, cree este exobispo troyano, reside en el desencanto de ciertos católicos con la apertura al mundo de la Iglesia que supuso el concilio del Vaticano II. Por otro lado, lo teatral de los palmarianos: llagas sangrantes, visiones de Dios, revelaciones de Cristo . «El papa Clemente siempre tenía visiones cuando estaba solo en su celda. Y luego salía con llagas en las manos, con estigmas que decía que eran como los de Jesús. Pero tenían forma de corte de cuchillas y siempre le pasaban cuando estaba solo».
Las visiones y revelaciones «divinas» no fueron exclusiva de la primera época del Palmar. Siguieron con temas mucho más mundanos: si está permitido comer queso o cuántos cigarros se pueden fumar al día. «Las visiones eran de cualquier cosa», explica. «Así consiguen que la gente les obedezca a ciegas». ¿Y qué pasa con la vida espiritual? «Había muy poco de eso. Los papas llevaban una vida muy alejada de eso, las misas del Palmar de Troya duran solo cuatro minutos, ¿sabe por qué? Porque así lo mandó el papa Clemente, porque como no veía bien, no leía el misal . Además no le gustaba dar misa».
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