LANTEJUELA

«Paco el cartero» lanza una caja con libros y objetos camino de la Antártida

Intenta conectar a niños de todos los continentes y algunas cajas viajeras van ya hacia la India, Argentina, EE.UU., Canadá y Cuba

Una de las «cajas viajeras» va camino de San Francisco B.M.

BORJA MORENO

El pasado viernes arrancó de forma oficial un proyecto que en poco tiempo se ha ganado el corazón de muchos vecinos de la Sierra Sur . Francisco Pérez presentaba ante 300 personas, la mitad niños y niñas de diferentes localidades de la comarca, lo que ha denominado como un «libro-experiencia».

Bajo el título de «La caja viajera», este lantejolense ha creado un libro que anima al lector a comenzar su propia aventura para conocer a niños de otros lugares compartiendo conocimiento.

«Se trata de un libro que narra las aventuras de cuatro amigos de un pueblo de Sevilla (Lantejuela) que, a partir de un trabajo de clase, comienzan una andadura que les llevará a conocer amigos de todo el mundo», explica Francisco Pérez.

En esta historia jugará un papel transcendental el envío de una caja que volverá cargada de objetos que conectarán a los protagonistas con otros niños. «Al finalizar la lectura, el libro te anima a que inicies tú mismo otra historia ». El volumen va acompañado de la primera caja.

Francisco Pérez trabajó durante veinte años como cartero, de hecho firma el libro con el sobrenombre por el que le conocen sus convecinos lantejolenses, « Paco el cartero». Precisamente su experiencia en esta profesión, ha sido una buena fuente de inspiración. « Quería hacer un trabajo que sirviera para inculcar valores y este proyecto permite reunirlos».

Recuerda las caras llenas de interés de centenares de escolares cuando visitaban la oficina donde trabajaba. Todos han nacido en una época focalizada en lo digital y en las nuevas tecnologías, «cuando conocían en la oficina de Correos cómo se mataba un sello, o se enviaba un paquete o una carta escrita a mano, se quedaban impresionados».

Su proyecto quiere que los niños conozcan también otra red de comunicación que ha existido siempre. «Todos tenemos un cartero», sonríe. Otro medio de contacto y comunicación que puede guardar muchas sorpresas.

Inculcando valores

«La idea consiste en algo muy sencillo », señala. El lector tiene que mandar su caja viajera a quien quiera. Lo hará con cinco objetos dentro «que pueden representar sus gustos, las costumbres de su pueblo, o cualquier cosa que diga algo de su personalidad », dice el autor. Además se pueden añadir cartas, fotos o alguna sorpresa. El primer receptor deberá coger uno de esos objetos y dejar otro a su vez para luego enviarlo a otra persona.

«De esta forma, cada niño conocerá sólo a uno de los niños que participen . Cuando la caja vuelva al primero recibirá los objetos de otras personas, de otros lugares y conocerá cosas nuevas». Con esta original idea, Francisco quiere que en sus cajas vayan además valores como «el esfuerzo, el trabajo en equipo, el conocer las realidades de otros niños, la paciencia y la imaginación ».

Y por supuesto, la ilusión y la sorpresa de recibir un paquete «unos sin esperarlo, otros tras la espera de todo su recorrido. Envías una caja con sorpresas y la recibes cargada de nuevos conocimientos».

Otra de las partes más divertidas de este proyecto es la del seguimiento del viaje que realiza la caja. El proceso puede ser compartido con otros lectores gracias a un código de registro que acompaña a la caja y que se puede seguir desde un mapa del mundo en la web del proyecto (lacajaviajera.com). « Ya hay un centenar de cajas viajando por el mundo» , dice Francisco Pérez.

Parece que otro de los valores que ha conseguido este proyecto, algo más inesperado para el propio autor, ha sido el del contagiar esa ilusión. «Para arrancar el proyecto contacté con algunos amigos por si querían participar. Mi sorpresa ha sido la respuesta que han mostrado y cómo, casi sin darme cuenta, las primeras cajas no sólo habían salido de España, sino también de Europa» .

En ese sentido aclara que la intención de esta propuesta es que sea lo más libre e imaginativa posible. «La caja la puedes enviar sólo o con un grupo de amigos , con ayuda de tus padres o de tus profesores, que incluso pueden ayudar a escribir cartas en otros idiomas para estimular su aprendizaje. Como imagine cada uno ».

En el mapa de seguimiento ya se pueden ver algunas en cada rincón de España y en ciudades como San Francisco o en viajes a través de Argentina, la India, Canadá o Cuba . «Me hace mucha ilusión porque la idea se me ocurrió hace ya unos diez años, cuando quise hacer un cuento para mi sobrina Mari Carmen . Cuando lo he podido hacer ella ya está estudiando a la Universidad, pero fue la persona que me inspiró para hacer este proyecto».

El mismo autor parece haber recibido una especie de regalo desde el pasado. « Cuando era joven se me ocurrió escribir una carta a la Antártida para ver si recibía respuesta, pero nunca llegó de vuelta». Ahora, y tras un sin fin de casualidades y anécdotas en el proceso de hablar de su proyecto, una de las primeras cajas que se envió va en el interior de las bodegas del buque de investigación oceanográfica Hespérides, rumbo al continente helado. «Me han prometido que me van a enviar fotos con la caja junto a los pingüinos », sonríe Francisco.

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