«No tengo la más mínima duda de que soy hija del marido de la duquesa roja»
«He pasado muchas penalidades cuando era niña porque no teníamos ni para comer. No pude ni ir al colegio»
«Me crié con mis abuelos en Écija, donde me llamaban la condesita porque todo el pueblo sabía quién era mi padre»
«Me moriré con la pena de no haberle conocido. Cuando tenía 7 años, mi abuela nos echó a mi madre y a mí de su casa»
Rosario Bermudo Muñoz tiene ahora 66 años. Desde que era pequeña, su madre, Rosario Muñoz Centeno -fallecida hace un año con 86 años- le decía que su padre era Leoncio González de Gregorio y Martí, marido de la duquesa de Medina Sidonia. A la presunta hija de Leoncio le llamaban en Écija «la condesita", a pesar de lo cual vivió muchas penalidades en su niñez «porque -dice- en mi casa no teníamos ni para comer». Este año, un juzgado de Primera Instancia de Madrid exhumará los restos de Leoncio González de Gregorio para determinar si realmente ella es su hija. «No me queda la más mínima duda de que mi padre era el marido de la que llamaban duquesa roja », dice Rosario, tranquila sobre el resultado que arrojará la prueba oficial de ADN «porque el análisis realizado a una botella de agua usada por el hijo mayor de Leoncio confirma que somos hermanos».
«Mi madre -continúa- trabajó varios años como sirvienta en la casa de Leoncio Leoncio González de Gregorio y Martí, por lo que se conocían desde pequeños. Ella estaba en la casa de la familia en Madrid, aunque también trabajó en la residencia de veraneo de Badajoz y en el palacio de Soria, donde ahora vive Pilar González de Gregorio», hija de Leoncio y de la que fuera d uquesa de Medina Sidonia.
La historia de su madre la va hilvanando Rosario a medida que rememora lo que ella le iba contando sobre su padre. «Ella se enamoró locamente del señorito Leoncio, que era hijo único. Mi madre me contaba que lo quería mucho. Cuando la dejó embarazada él estaba soltero. Entonces mi madre tendría unos 20 años, dos años más que Leoncio».
«La echaron a la calle»
La noticia de la preñez de Rosario no fue bien recibida por la familia de Leoncio González de Gregorio. «Cuando su madre, Leticia, se dio cuenta de que estaba embarazada, la echó a la calle aunque le aseguró que no se preocupara porque iba a ayudarla, pero la realidad es que nunca ayudó a mi madre», se lamenta Rosario.
Al nacer la presunta hija primogénita de Leoncio González de Gregorio y Martí, Rosario tuvo que tomar una dura decisión. «Mi madre se vio obligada a dejarme con mis abuelos en Écija porque ella tenía que seguir trabajando en Madrid. El problema es que mis abuelos tenían 16 hijos y apenas tenían dinero. Mi madre venía a Écija de vez en cuando a verme».
Su niñez no fue fácil porque estaba estigmatizada en el pueblo sevillano de Écija, donde todo el mundo se conocía. «Cuando iba por la calle y era niña, las vecinas me llamaban la "condesita" porque todo el mundo en el pueblo sabía que mi padre era Leoncio», indica Rosario, quien hoy reside en Madrid pero continúa visitando Écija para ver a los primos hermanos con los que se crié.
Mi madre quería mucho a Leoncio y estaba convencida de que algún día iría a buscarla pero pasaron los años y las doncellas de la familia de Leoncio le contaron que él se iba a casar en Cantabria, lejos de Madrid para evitar que ella impidiese el matrimonio. El servicio doméstico le dijo que si quería evitarlo que se presentara allí con la niña. Yo tenía entonces cinco años pero mi madre no lo hizo, entre otras cosas porque la amenazaron con que le iba a salir caro si se presentaba en la boda».
Leoncio González de Gregorio terminó casándose con Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, duquesa de Medina Sidonia, con la que tuvo tres hijos: Leoncio, Pilar y Gabriel. Sin embargo, Rosario asegura que su madre no le guardó rencor. «Ella decía que entendía que hubiera actuado así para no dar el disgusto a sus padres. Nunca le oí hablar mal de él. Cuando ella vio que Leoncio se casó y que no había nada que hacer, a los dos años se buscó un novio y contrajo matrimonio con Manuel Bermudo , que era buenísimo y me trató como un padre. De hecho me dio su apellido. Mi madre tuvo seis hijos con su marido, que son mis hermanastros y con los que me llevo de maravilla».
Mientras Rosario Muñoz veía cómo Leoncio vivía desahogadamente, su existencia pasó por muchas penalidades, según relata su hija. «No teníamos ni para comer. Mientras mi madre y su marido se iban a trabajar, yo me quedaba con sus seis hijos pequeños. Yo, que era una niña, tenía que comportarme como si fuera una mujer, así que no podía ir al colegio. Ahora, con 66 años, estoy yendo al colegio por las tardes».
«No pude ir al colegio»
La hija de la sirvienta de la familia de Leoncio terminó dedicándose profesionalmente a los mismos menesteres que su madre. Estuvo limpiando casas hasta que se jubiló hace un año con una invalidez del 49%. «Tengo esa invalidez porque cuando era pequeña vivíamos en el campo sin agua y sin luz. Teníamos que cargar en carros el agua para beber y lavar la ropa. De tanto empujar el carro se me dobló la paletilla. Yo he trabajado como una mula», dice sin resentimiento.
Pasaron los años y Rosario no logró nunca conocer a su presunto padre. «Y o siempre estuve esperando al padre que nunca conocí porque mi madre me decía que el día menos pensado aparecería por la puerta. Ella se lo creía pero nunca llegó a pasar. Una vez me llevó a la casa de Leoncio de Madrid para que me conociera Leticia, mi abuela. Fuimos a verla y nos echó por las escaleras abajo, casi nos mata. Nos dio con la puerta en las narices -recuerda- y nos dijo que no volviéramos a aparecer por allí. Yo tendría unos 7 años pero recuerdo los rasgos de mi abuela. Entonces mi madre desistió de un nuevo encuentro».
Rosario se casó con 22 años y seguía con la pena de no haber conocido a su progenitor. « Al final, me puso en contacto con Gabriel, hijo de Leoncio y la duquesa de Medina Sidonia . Durante años estuvimos hablando por teléfono. Él me ponía al día de la familia pero nunca me puso en contacto con Leoncio porque decía que él no quería», indica esta ecijana, quien intentó por todos los medios hablar con su padre, incluso llamando al palacio de Soria. «Cuando cogían el teléfono los guardeses me llamaban impostora, me insultaban y colgaban el teléfono. Así que me moriré con la pena de no haber conocido en persona a mi padre. Cuando mi madre aún vivía consultamos a un abogado de oficio para que nos defendiera, pero él nos desanimó porque decía que sin dinero no nos podíamos meter con gente tan poderosa. No nos ha escuchado nadie. Si no teníamos para comer, ¿cómo nos íbamos a meter en pleitos?».
«Murió comiendo bombones»
«Cuando murió Leoncio en 2008, Gabriel me llamó para comunicarme la noticia y la verdad es que lo sentí mucho, aunque no lo conocí. Me dijo Gabriel que había muerto porque se atragantó comiendo bombones. Mis hijos -señala Rosario- fueron una vez al palacio de Soria, donde está enterrado Leoncio, y un vecino les dejó las llaves para poder visitar su tumba».
Las relaciones entre la familia de Rosario Bermudo y la de Leoncio fue intermitente. «Mi hija Nuria llegó a ir a la casa de Gabriel en Madrid y éste la trató como a una sobrina. Él le pedía que le llevara fotos mías y de mis hijos, yo creo que para ver si nos parecíamos a su padre y su madre. Gabriel se portaba como un hermano e incluso me animó a interponer la demanda de filiación para que se reconociera que yo era hija de Leoncio. Cuando se produjo el juicio hace dos años incluso me abrazó y me animó a seguir con la demanda, como él se defendió su herencia frente a la esposa de su madre. Él me decía: "Igual que yo he defendido mi parte, tú tienes que defender lo de papá"».
Quien reclama la filiación de Leoncio González de Gregorio afirma que «hasta hace poco, la relación con mi hermano Gabriel era buena. De hecho, hace cinco años nos reunimos con él, mi abogado, Fernando Osuna ; el letrado de Javier, el hijo menor de Leoncio; y mis hijos Nuria y Alberto. Ese día, Gabriel me habló como hermana. Sin embargo, ahora sale en la televisión diciendo barbaridades de mí, que soy una mentirosa, que hemos hecho trampas con las pruebas, pero yo no voy a ponerme a su altura».
Pruebas de ADN
«Yo sólo quiero que se haga justicia a mi madre, que yo pueda llevar el apellido de mi padre y que yo pueda heredar lo que me corresponde», deja claro Rosario, quien le apena que el proceso judicial se esté alargando a cuenta de la exhumación de su presunto padre. «Hace un año -recuerda- se suspendió la exhumación porque su hija Pilar nos dijos que se iba a hacer la prueba. Ahora, el Juzgado de Primera Instancia que lleva la demanda de filiación ha ordenado de nuevo la exhumación el próximo 23 de marzo».
Nuria, la hija de Rosario Bermudo, confirma que en la demanda se presentó una prueba de ADN realizada con los restos dejados en una botella de agua por Leoncio, el hijo mayor del marido de la duquesa de Medina Sidonia. «Las pruebas dieron positivo al 99,9%, lo que confirma que mi madre y él son hermanos», añade Nuria, quien declara que «ahora Gabriel nos acusa de haber dicho que mi madre no quiso hacerse la prueba con él porque no era hijo de su padre, cosa que nunca hemos dicho. Él tampoco se ha ofrecido a hacerse la prueba».
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