Muere Manuel «el de Los Amarillos», uno de los personajes más populares de Los Palacios

Nos deja uno de los hombres más queridos, que representa una generación de palaciegos que estamos perdiendo y forman parte ya de un nuevo Pueblo lejano

Manuel Cabeza ante la Santísima Virgen de las Nieves. Ca. 1980. Roque

Julio Mayo

En la mañana de este viernes ha fallecido, a la edad de 95 años, Manuel Cabeza García (1926-2021), popularmente conocido en Los Palacios como Manuel «el de Los Amarillos» , por los muchos años que se llevó trabajando en su juventud limpiando el interior de los autobuses de la empresa de transportes nacida en este mismo pueblo, en 1927.

Pese a su gran inocencia, se ha ganado el cariño de todo el pueblo gracias a la enorme nobleza, entrega y alta vocación de servicio que ha prestado hacia los demás, extensible incluso a no pocos colectivos locales. Queda imborrable la estampa de su peculiar fisonomía: delgado, enhiesto y cubierto casi siempre con gorra de visera .

Él no entendía de dinero, pero fue un gran mandadero, con tal de no decir que no y ayudarle a la gente. Cuando trabajó como repartidor de prensa por los bares, llevaba dos bolsas de pipas vacías y decía: «en esta me pones el dinero, y en la otra la propina». Vendió las clandestinas papeletas verdes , en el ejercicio de cuyo oficio demostró su diligencia como vendedor. Era capaz de vender más que nadie y nunca le ganaron en voluntad, ni en constancia.

Por sus valores humanos, a pesar de sus limitaciones, a Manuel se le respetaba su pueblo. Pese a su deficiencia tenía una gran memoria y, sobre todo, un altísimo sentimiento de fidelidad hacia quienes les manifestaban cariño. A su modo, tenía establecido un particular recorrido diario por entre las tabernas y los bares del pueblo, buscando a quienes le apreciaban para que lo invitasen a una tapa. Así llegaba a casa de Faustino el de los Candiles , al Bar Moral , al de Currela , a la taberna de Currón , a la Peña Bética o al Bar de Manolo Mayo , entre otros muchos establecimientos de la localidad. Nunca bebió alcohol, pues lo que más le atraía era la tapita. ¿De qué quieres el aperitivo, Manuel?, y sin dudarlo, respondía: «de jamón mismo». Y es que a Manuel le gustaba tanto comer que se convirtió en tradición avisarlo para que compareciera en comilonas y remimbras, a cuya cita llegaba siempre puntual provisto con su cuchara grande, acomodada en el bolsillo de la camisa.

Popularizó al Betis

Lo más ofensivo que se le podía decir a Manuel era: «¡fuera el Betis!» . A los chiquillos que le lanzaban este improperio, metiéndose con él, los perseguía corriendo por las esquinas durante todo el día. Cuando joven, era incansable, ¡anda que no corría «ná»! Quería tanto al Betis, que en un pueblo como el de Los Palacios no ha habido quien lo haya defendido tanto como él. Pero el mérito radica en que lo amó, con locura, cuando el equipo verdiblanco se paseaba por los campos de Segunda y de Tercera División. Su beticismo lo llevaba a gala todo el día, por todas las partes del pueblo. Pedía dinero por las calles para que sus amistades le comprasen el carnet y poder ir así los domingos, en el autobús que ponía la Peña Bética, a ver el Betis. Cuando perdía algún partido, decía siempre: «es que no corren».

Era bético y de La Liara , porque este legendario equipo local también vestía de verde. Gracias a la labor incansable de defensa y difusión entusiasta de aficionados al balompié como Manuel, el Real Betis ha crecido y ha terminado haciéndose aún más popular si cabe. Mi abuelo Francisco Mayo, que regentó la Peña Bética de Los Palacios muchos años, contaba siempre con su ayuda para todo y no se cansaba de manifestarme que no había conocido a un hombre más trabajador, ni más leal que Manuel.

Pastoral de la estampita

Fue un gran exponente de la pastoral de la estampita. Mantuvo una gran disposición por entregarse en cuerpo y alma en la venta de papeletas para rifas, lotería, así como medallas, estampas y todo tipo de recuerdos que la hermandad de turno le encomendase. Durante las procesiones lo veíamos recorrer el itinerario de punta a rabo de modo incesante, tratando de hacerle llegar a todo el mundo al Señor y a la Virgen. En un papel tenía apuntado el dinero que costaba lo que vendía, y como no entendía de vueltas, el pobre Manuel confiaba en que la gente se la devolviesen sin engaños. De la Virgen de Los Dolores , a la que le profesaba especial devoción por su afinidad familiar con Enrique El Plancho , de l os Remedios , de los Ángeles y de todas las imágenes devocionales nuestras ha vendido miles de estampas, todas las que lleva el pueblo entero en sus carteras o mantiene puesta sobre cualquier mesilla, cómoda o cabecero de la cama.

Estrechó una relación muy especial con la hermandad de la Virgen de las Nieves , a través de José Manuel Caro y Joaquín Galán , quienes lo requerían para vender lotería, papeletas y estampas de culto de la Virgen. Cuando se fundó el Coro de campanilleros de las Nieves llevaban con ellos a Manuel, a quien le entusiasmaba contarle al pueblo que había cosechado un éxito rotundo haciendo el pajarito, en uno de los villancicos. «Niña, estaba la Plaza de bote en bote», les decía a las mujeres que lo paraban por la calle. Y es que imitaba con su garganta el canto de los pájaros . Si alguien se lo requería, era capaz de hacérselo con tal de que lo invitasen. Era tan querido Manuel por sus amigos, que, llegada la fecha de la Navidad, acudía a ellos para recibir los aguinaldos como si se tratara de un hijo.

La fotografía que ilustra este obituario retrata fielmente el amor que Manuel sentía por la Patrona de su pueblo, el mejor espejo en el que pudo mirarse para mantener siempre un comportamiento puro y limpio, similar al de la mismísima Virgen de las Nieves. Los Palacios pierde hoy a uno de sus hijos más reconocidos, aunque no haya sido distinguido oficialmente, que mejor representaba las mejores virtudes de su tejido humano. Si Joaquín Romero Murube tuviese que volver a escribir su libro Pueblo lejano, hubiese incluido a Manuel no solo por su popularidad, sino por su carácter entrañable y encomiables valores humanos.

A lo largo del día será velado en el Tanatorio «Nuestra Señora de las Nieves», mientras que la misa de corpore insepulto se oficiará este sábado, 22 de octubre, a las 10:00 horas, en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Los Palacios y Villafranca, a cuya conclusión se procederá a la cristiana sepultura de sus restos mortales en el cementerio de San José de la localidad.

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