Constantina
Melendo: «Dios me ha dado la oportunidad de casar y bautizar a los hijos de quienes he visto crecer»
José María Melendo, de un niño con vocación temprana a cumplir media centuria como sacerdote guiando y acompañando a generaciones en su pueblo de Constantina
En la Constantina de mediados del siglo pasado, cuando sus habitantes superaban los catorce mil (ahora no alcanzan los seis mil), un grupo de niños pasaba las tardes perdidos en juegos y actividades entre la Parroquia y la antigua Iglesia de la Concepción.
Todos ellos arropados y guiados por el párroco de entonces, el Padre Félix, y por el sacerdote Ibáñez. Entre ellos, José María Melendo , en quien el sacerdocio despertó pronto una especial entrega a los demás.
A la temprana edad de once años , siguiendo el consejo de su párroco y tras prepararse concienzudamente con un voluntarioso maestro escuela de la localidad, ingresó en el seminario menor de Sanlúcar de Barrameda. Tras cuatro años de bachillerato, en el que le acompañaron dos amigos más de Constantina, ingresa en el seminario mayor de Sevilla ya con el claro deseo de ser sacerdote.
«La vocación no es un mérito personal, es un don con el que Dios nos bendice«
En septiembre de 1969 es ordenado sacerdote por, el entonces obispo de Sevilla , Antonio Montero Moreno, a quien le agradece su apoyo incondicional durante estas cinco décadas. Ese mismo año sería nombrado coadjuntor de la Parroquia de Constantina , manteniendo este cargo once años. En 1981 es designado párroco de la localidad vecina de El Pedroso , y en 1988 empieza a ejercer como párroco de Constantina hasta el 2008.
Más de cuarenta años como profesor de Religión
Pero su relación pastoral con el pueblo de Constantina, aunque tuvo un principio, no conoce de fin. A los veintitrés años José María Melendo, empieza a ejercer como profesor de Religión en el instituto de secundaria de la localidad , y así contaría cuarenta y dos años, «toda una vida, como dice la canción«.
Asegura que ha sido un regalo poder acompañar, guiar y formar a cientos de jóvenes que han pasado por sus clases. A muchos de ellos le une una bonita amistad.
Casi el cien por cien de bodas que oficia son de antiguos alumnos , que, en algunos casos también ha bautizado él mismo. «Dios me ha dado la oportunidad de casarlos y bautizar a sus hijos» y siente que esta es la mayor prueba de amistad sincera que puede darle la vida. En este año ha celebrado siete bodas y cinco bautizos y ya cuenta con compromisos para el próximo año.
De sus alumnos, sostiene, ha aprendido en muchas ocasiones y se ha contagiado de su alegría. Su entrega y compromiso con el pueblo de Constantina le ha llevado a vivir también momentos para reír a carcajadas.
Recuerda una anécdota rodeado de un grupo de muchachos que repartían los cargos de la Junta de Gobierno de su Hermandad en las oficinas de la Sacristía.
El joven que organizaba, de quien habla mirando al cielo pues la vida se lo llevó pronto, había repartido los cargos quedando una chica sin ninguno. José María le pregunto: «¿Bueno y con ella qué hacemos?», y el chico le contestó: «Ella será la I-B-M ». El sacerdote extrañado preguntó, que qué era eso. Y el muchacho le explicó: «José María, será nuestra IBM, y veme por esto, y veme por lo otro».
Párroco jubilado, pero siempre sacerdote en activo
Ahora, ejerce la capellanía del Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles de la localidad, donde se encuentran las Hermanas de las Jerónimas . «Puedes jubilarte como párroco, pero como sacerdote, por suerte, nunca». Se siente muy querido y, realmente lo es, se percibe en un simple paseo con él por la calle.
Además cuenta con un numeroso grupo de amigos que así se lo demuestra. Hace unos años le sorprendieron con una fiesta homenaje y le obsequiaron con un pequeño recuerdo que firmaron como «tus amigos de Constantina».
Aunque no es partidario de ser el protagonista , mira con orgullo y satisfacción este medio siglo como sacerdote. «La vocación no es un mérito personal, es un don con el que Dios nos bendice».
Y así se muestra, agradecido con lo bueno y lo malo que se le ha puesto en el camino, pero, sobre todo, con todas la personas que han contribuido a que sea lo que es hoy. Para él, un hombre afortunado, para el pueblo de Constantina una parte vital de su historia en estas últimas cinco décadas.
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