LOS PALACIOS Y VILLAFRANCA
Juan García Bodi, memorias de un peajista
El palaciego trabajó durante 37 años en la recientemente liberalizada autopista AP-4
Tiroteos entre los cuerpos antidroga y narcotraficantes, persecuciones policiales , controles de alcoholemia desternillantes, conductores con crisis nerviosas, discusiones de parejas que llegan a las manos, artistas ludópatas que pasan casi todos los días para ir al casino de El Puerto de Santa María… Todo eso y más ha vivido en primera persona el palaciego Juan García Bodi a lo largo de sus 37 de trabajo en el peaje de la recientemente liberalizada autopista AP-4. «Después de tantos años de servicio es fácil imaginar la cantidad de cosas que he podido ver», afirma.
Bodi (apellido valenciano que delata sus orígenes) ha sido una de las cinco personas que más tiempo ha trabajado en la que antiguamente se conocía como la Autopista del Sur . Fue contratado por Bética de Autopistas, la empresa adjudicataria, apenas seis meses después de que la flamante vía quedara abierta en su totalidad a finales de 1971.
«Yo trabajaba en una empresa agrícola que operaba en la marisma del Guadalquivir, y unos amigos me animaron a solicitar un puesto en la nueva autopista. Hice la entrevista en las oficinas centrales ubicadas en Las Cabezas de San Juan , y al poco tiempo me llamaron para empezar», recuerda.
«Estuve 8 años como peajista, es decir cobrando desde la cabina, luego surgió la opción de ascender de categoría y pasé a ser coordinador de comunicaciones (atender los postes de auxilios, recibir las llamadas, siempre desde la central en Las Cabezas de San Juan), puesto que desempeñé durante otros 29 años, hasta que en 2008 me jubilé con 57 años por enfermedad ». Si algún compañero tenía un problema en los diferentes tramos de la autopista el que respondía era él, si había una reclamación, subían al despacho y Juan tenía que atender a los clientes.
«Al principio teníamos un destacamento de la Guardia Civil y un centro sanitario con ambulancia exclusivo para la autopista, luego, dada la poca siniestralidad que se registraba, lo quitaron y pasó a la dirección general y la seguridad social». En este sentido, una de sus tareas como coordinador era, cuando había un accidente, saber dónde estaba el mecánico o el peón para mandarlos rápidamente al lugar del siniestro, y en función de la gravedad llamar a la ambulancia, al helicóptero o a lo que hiciera falta.
Por suerte ha habido pocos accidentes graves . Cuando los había siempre eran motivados por dormidas y despistes, al principio, sobre todo protagonizados por árabes. «Las criaturas venían muertos de sueño y casi no sabían ni conducir, los únicos accidentes que ocurrían eran por ellos porque se quedaban dormidos, se perdían, les ocurrían auténticas barbaridades. Llegaban con la baca del coche cargada de váteres, colchones, bicicletas viejas…», explica.
Una anécdota muy curiosa sucedió en uno de estos percances de poca gravedad, cuyo singular epílogo recuerda a la famosa película «Solo en casa», pero con una autopista como escenario. Y es que «una vez subsanado el percance», recuerda Bodi, «el conductor marroquí que había protagonizado el suceso volvió a meterse en el coche con su mujer y sus 8 o 9 hijos, olvidándose a uno de ellos en el arcén de la vía , y cuando llegaron a su destino se percataron de que faltaba. Obviamente volvieron a recogerlo al cabo de un buen rato». Ahora vienen en coches muy buenos y conducen perfectamente, han evolucionado muchísimo en ese aspecto.
El palaciego también recuerda que con relativa frecuencia se vivían episodios de altísima tensión. Por ejemplo, cuando se llevaban a cabo redadas antidroga a la altura del peaje , ya que al tener que parar los vehículos para pagar, era el punto ideal para llevar a cabo las detenciones de los traficantes sospechosos, dando lugar, en muchos casos, a persecuciones y tiroteos, provocando lógicamente desconcierto y miedo.
Excéptico con el futuro mantenimiento de la vía
A sus 71 años Bodi también hace balance meramente profesional, y pone un ejemplo para destacar el celo con el que los operarios han mantenido dicha carretera a lo largo de este casi medio siglo de vida, resaltando la labor de los peones: «Si se rompía un quitamiedos en un accidente, a la hora ya estaba puesto y el pavimento rápidamente barrido». «Dios quiera que ahora que Fomento se ha hecho cargo de este tema la cosa siga funcionando igual de bien, aunque tengo serias dudas de que el firme y demás aspectos sigan en las mismas condiciones que hasta ahora».
«Tengo el presentimiento de que esta liberalización ha sido una maniobra política para quedar bien ante los ciudadanos, pero cuando pasen dos o tres años van a decir que hay que volver a pagar , menos, dos o tres euros, pero habrá que pagar», sentencia.
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