Unos 40 jóvenes aguardan cola en el porche de la parroquia Santa María la Blanca para reservar fecha de boda F.R.M.

Fernando Rodríguez Murube

«Aunque las puertas no se abren hasta las cinco de la tarde, llevo aquí desde las cuatro de la mañana sentada en el suelo para ser la primera en entrar, ya que sabía que iba a venir mucha gente». No, no se trata de la declaración eufórica de una fan que aguanta 13 horas de cola a las puertas de un auditorio para disfrutar en primera fila del multitudinario concierto de su estrella de rock preferida. Quien habla es Lucía , una joven palaciega que espera, con el rostro cansado pero con una mirada que irradia una cristalina ilusión, poder poner hoy el marchamo definitivo a la fecha más esperada de su vida, la de su boda, justo cuando se abre la agenda para 2021.

La conversación tuvo lugar a mediodía de este martes bajo un sol de justicia en el porche de la Parroquia Santa María la Blanca (Los Palacios y Villafranca) , donde al igual que Lucía, más de cuarenta jóvenes de la localidad aguardaban pacientes el momento en el que reunirse con el párroco Diego Pérez Ojeda para que éste les diese el beneplácito a la fecha deseada. Sin duda, «una imagen insólita» , según corrobora una vecina cercana al templo.

El motivo, al igual que tantos y tantos episodios singulares recientes, viene provocado por la pandemia por Covid-19 . Este 2020 ha quedado prácticamente desierto en lo referente a la celebración de bodas : desde el pasado mes de marzo hasta el presente mes de junio todas las ceremonias han sido canceladas debido al estado de alarma, y desde ahora hasta finales de año un elevado porcentaje de enlaces ha sido aplazado dada la incertidumbre sanitaria con la que se afronta el futuro inmediato y a corto plazo, y a las poco atractivas condiciones que permite el gobierno para este tipo de eventos a día de hoy (importantes restricciones en el aforo, tanto en la ceremonia como en el banquete, y el uso obligatorio de mascarilla), aunque la previsión es que poco a poco se flexibilicen estas condiciones.

Tantas cancelaciones, la Asociación de Profesionales de Bodas de España (APBE) calcula que se han suspendido 59.097 casamientos en todo el país solo de marzo a junio, provoca que de cara a 2021 se solapen las bodas aplazadas con las de los novios que tenían previsto comprometerse para el año que viene, provocando un overbooking de enlaces entre los 52 fines de semana del año.

Lucía, sentada y vestida con camiseta blanca y amarilla, espera desde las 4 de la mañana F.R.M.

«Teníamos fecha reservada para octubre, tanto para la ceremonia en la parroquia como para el catering, pero tal y como estaba la cosa hace un par de meses optamos por suspenderlo todo», explica Lucía. «Ya hemos dado la señal del catering para abril del año que viene, y para no perderla decidimos venir esta madrugada y ser los primeros en seleccionar fecha en la iglesia con todo el calendario libre, y así quedarnos ya tranquilos de que tenemos ambas cosas reservadas para la misma fecha».

Un caso similar es el de Ana , que tenía todo preparado para casarse dentro de un mes, pero a la semana de confinamiento vio claro que el panorama no iba a ser el soñado para celebrar su matrimonio: «Enseguida nos dimos cuenta de que la cosa pintaba mal, y para evitar estrés por la incertidumbre resolvimos que lo mejor era cortar de raíz y dejar la boda para más adelante». Así, haciendo cola desde las 7.30 de la mañana (haciendo turnos con su novio) espera poder elegir el 28 de agosto del año que viene (para el que ya tienen acordado la finca y el catering) «pensando en que haya margen suficiente para que todo vuelva a la normalidad , y porque a los dos nos gusta la idea de casarnos un sábado de verano por la tarde».

Por su parte, Domingo lleva desde las 6 en la escalinata del imponente y recio edifico palaciego para poder casarse en diciembre de 2021. «Me consta que no es habitual que se cree que esta cola, pero como sé que este año se han suspendido un montón de bodas, me puse en alerta . No obstante, confío en que nadie me quitará la fecha que traemos en mente, ya que está muy alejada y apenas tenemos gente por delante en la cola, sin duda, merece la pena la espera».

Por fortuna, Lucía, Ana, Domingo y el resto de jóvenes que integraban la cola han conseguido el objetivo de darse el sí quiero cuándo y dónde deseaban, por lo que reconocen al unísono que «la espera ha merecido la pena» .

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