CRIMEN DE ÉCIJA

Hermanos de la víctima aseguran que el clan de «los Caseros» tenían todo organizado para «una masacre»

Este miércoles les ha tocado a los miembros de «los Raspas» contar al jurado su versión de la «encerrona» en la que murió Manuel Reyes, alias «el Pelúo» en octubre de 2018

Los dos hermanos y su padre, sentados en el banquillo de los acusados junto a dos agentes de la Policía Nacional Juan Flores

Jesús Díaz

Este miércoles se ha retomado en la Audiencia de Sevilla el juicio con jurado contra cuatro miembros del conocido como clan de «los Caseros» por asesinar a Manuel Reyes, alías «el Pelúo», y herir a otros familiares suyos, todos pertenecientes a «los Raspas» , en una reyerta entre los dos clanes en octubre de 2018 en Écija motivada por el mercado de contrabando de tabaco , según sostiene la Fiscalía. Hoy, les tocaba a los hermanos y sobrinos de la víctima contar al jurado su versión de lo que consideran «una encerrona» en la parcela donde vivían los agresores. Los cinco que han declarado han asegurado que los acusados tenían todo organizado para « una masacre ».

Manuel R.M., Manuel R.P., José Manuel R.M. y Jesús R.M., abuelo, hijo y dos nietos, son los acusados por estos hechos. El fiscal solicita para Jesús, el hijo menor, 33 años de cárcel por matar a Manuel Reyes ; al abuelo y al padre de éste 14 años de cárcel por un delito de asesinato en grado de tentativa contra un hermano de la víctima; y a José Manuel R.M., el otro hermano se enfrenta a tres años por amenazas y tenencia ilícita.

Los acusados, como así declararon el pasado viernes, sostienen que el ataque fue ejecutado por «los Raspas», quienes en número superior a la decena asaltaron su casa en el camino de Cuesta Blanca, a las afueras de Écija, y sólo pudieron defenderse. De hecho, los hijos usaron dos armas de fuego para evitar que mataran a su padre y su abuelo , que estaban siendo atacados.

El fiscal mantiene que los acusados citaron a «los Raspas» en su casa «para hablar», según las víctimas, pero le hicieron «una emboscada». Además, el representante del Ministerio Público apuntó el primer día del juicio que los acusados estaban en su parcela perfectamente colocados «como en un tablero de ajedrez ».

En esta línea se han manifestado este miércoles tres hermanos de la víctima, quienes fueron junto al fallecido en un coche a la casa de «los Caseros» porque el padre llamó a uno de ellos para que acudieran a la finca «para hablar» . Todo ello después de que horas antes hubieran protagonizado un altercado en Córdoba miembros de ambas familias. Manuel R.P., padre del principal acusado, le habría echado en cara a la mujer de un hermano «Raspas» que «le había quitado un cliente», aunque todos los declarantes este miércoles han negado dedicarse al contrabando, actividad que sí harían los acussados, según las víctimas.

La muleta era la señal

« Todo estaba organizado», «fue una encerrona», aquello fue «una masacre »,... éstas han sido algunas de las afirmaciones que han señalado tanto los tres hermanos como dos sobrinos de la víctima. A la finca, además de los tres hermanos, también se desplazaron otros familiares de «los Raspas» para «saber bien qué pasaba», según han afirmado los dos sobrinos a respuestas de los letrados de las defensas, quienes han insistido en que para que iban tanta gente sólo para hablar.

A su llegada allí, el padre y el abuelo, junto a la abuela, se acercaron a la cancela que da acceso a la finca para invitar a las víctimas a entrar. Los dos hijos permanecían en el porche de la casa .Lo hicieron de forma «insistente». Si bien, tras escuchar a la pareja de unos de los hijos acusados decirles nerviosa que se fueran, Manuel Reyes le dijo a sus familiares que no entraran .

El padre acusado abría la cancela, mientras Manuel Reyes la cerraba, pidiendo que lo que tuvieran que decirles lo hicieran ya porque no iban a entrar. Entonces, según las víctimas, el abuelo levantó una muleta como «chivata» y uno de los niños acusados disparó al aire mientras gritó « al suelo, al suelo ». Para las víctimas, la muleta era la señal para actuar.

Enseguida, según el relato de «los Raspas», los dos niños comenzaron a disparar un pistola «corta» y una escopeta mientras se acercaban a la cancela sin dejar de disparar. Ellos, «los Raspas», aseguran que empezaron a huir tras los disparos, aunque el abuelo agarró a Rodrigo Reyes por las piernas, mientras el padre le apuñalo tres veces y después Jesús le quemó con los cañones de la escopeta, ya vacía de cartuchos. El abuelo decía «mátalo, mátalo». Lo salvó, según relata el propio Rodrigo, un hermano del padre que llegó y le quitó la navaja.

« Si tiene cartuchos me mata », ha insistido Rodrigo y los otros hermanos, quienes aseguran que no portaban armas, ni bates de béisbol, ni un paraguas con la punta de acero, ni una navaja. Así lo han ido respondiendo a las defensas. Tampoco agredieron previamente a «los Caseros», han asegurado.

Antonio Reyes ha sido el primero en declarar: « En cuanto el padre abrió la cancela empezó la masacre . El abuelo levantó la muleta y los niños a disparar gritando al suelo». Todo fue muy rápido, según las víctimas, que salieron huyendo. Manuel, con la ayuda de un hermano, logró detener un coche en la carretera, que los llevó al hospital. «Le han disparado», le dijeron al conductor del vehículo, que ha declarado hoy.

Las defensas

Jesús, según Antonio, sabía a quien tenía que disparar, pues ninguno de los acusados tenían heridas de los perdigones de los cartuchos , mientras varios miembros de «los Raspas», sí. Antonio ha insistido en que lo habían preparado para matarlos a todos.

Las defensas, especialmente el abogado Francisco Baena Bocanegra, ha intentado desvirtuar las declaraciones de las víctimas con lo que éstos dijeron ante el juez instructor y la Policía, lo que les ha valido a las defensas varias advertencias por el tribunal, pues en un juicio con jurado las declaraciones previas no valen salvo apreciarse contradicciones. También han procurado situar a las víctimas en el escenario del crimen para hacer ver al jurado que desde esa posición no pudieron ver lo que pasó.

« El abuelo levantó la muleta y empezó la masacre », ha dicho Marco Antonio Reyes, otro de los hermanos del fallecido, en una declaración muy similar a la de sus familiares. Este testigo fue el que tuvo el altercado en Córdoba con uno de los acusados las horas previas.

Rodrigo ha recordado que Manuel R.P., el padre del principal acusado, lo llamó por teléfono para hablar y los citó en su casa después del incidente de Córdoba, que se lo contó su hermano Marco Antonio. «Fuimos a hablar» , ha insistido este testigo, que fue quien denunció que el padre y el abuelo los agredieron y apuñalaron, y por ello se enfrentan a un delito de asesinato en grado de tentativa.

Lo salvó la presencia de Aníbal. Uno de los hijos le dijo al padre: «Suéltalo, suéltalo, que ya lo hemos apuñalado». En el forcejeo por huir se dejó los zapatos en la finca. De allí a su casa y después al hospital. Cree que se libró de ser disaparado porque habían gastado los cartuchos .

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