FUENTES DE ANDALUCÍA
Fuentes de Andalucía se pasa del anís a la ginebra
Destilerías Rigo, fundada por Ricardo Gómez García hace 70 años con el anís como producto estelar, se centra ahora en la ginebra aromática, en la cresta de la ola. Produce cien mil litros de licores al año
El 2 de julio de 1947 la F ábrica de Aguardiantes de Ricardo Gómez García realizó su primera destilación: 320 litros de anís seco de 45 grados. De ello da fe un documento facsímil que preside la oficina que ahora ocupan sus nietos: Ricardo y Camilo Gómez León, quienes continúan destilando licores 69 años después en el mismo alambique de cobre y bronce del que brotó aquel primer anís.
Como una de las empresas más antiguas de Fuentes de Andalucía , la historia de Destilerías Rigo es también un buen trozo de la historia del municipio, que tiene en la marca uno de sus principales embajadores. Los anisados, licores exclusivos de regaliz, menta, cacao, el coñac o las ginebras de Rigo son bebidas muy queridas, que forman parte de la identidad de los vecinos. Pero primero fue el anís, del que en el año de estreno salieron a la venta más de 4.000 litros. Al año siguiente, la cifra se multiplicó por cuatro .
La receta
«En aquella época, era la bebida reina y el producto era de mucha calidad», apunta Ricardo Gómez, quien asegura que la receta que emplean hoy día sigue siendo la misma: «Sólo anís en grano, agua y alcohol, todos de primera y de la tierra, porque, como se dice, el buen anís se hace de Despeñaperros para abajo».
No obstante, reconocen que el consumo de este espirituoso licor ha caído vertiginosamente en los últimos años porque está « demonizado» y es «chivato : su olor no se puede esconder al interlocutor». De hecho, los bidones del aguardiente no se reutilizan, su aroma lo impregna todo.
Además, como cuentan, se concibe como un licor de personas mayores que la juventud no frecuenta. Sin embargo, gustar, gusta; algo de lo que habla el Carnaval fontaniego , con sus estampas típicas de los puestos de degustación de Anís Rigo siempre a rebosar.
Los anisados se fraguan con una destilación, excepto el bidestilado de 55 grados , el «pata negra » de este caldo. El alambique que compró el abuelo, ya con 109 años de vida, sigue funcionando. «A ver si cuando tengamos su edad estamos como él», comentan los hermanos entre risas. Es un «cabeza de moro» (por su forma de turbante árabe) de cobre y bronce de los que ya no se fabrican. Gracias al fuego vivo, por él suben cadenciosos los vapores de las materia primas que, en contacto con el agua y tras 12 o 14 horas de destilación, producirán los finos licores.
Destilerías Rigo produce en la actualidad unos 100.000 litros de licores al año, la mayoría de ginebra, que continúa expandiéndose como la pólvora. Ricardo apunta que en 2015 nacieron 486 nuevas marcas de ginebra : «Un bombazo. Algo parecido tardará en verse».
En 2012 se apuntaron a las ginebras aromáticas de moda, todas nacidas de una misma «madre», la ginebra clásica del abuelo de 1952, que aromatizan con ingredientes naturales de la tierra: cáscaras de naranja o mandarina, esencias naturales de fresa, frambuesa, cereza y mora, la más consumida.
«Nuestro abuelo no se asombraría al verlas: él era un revolucionario», afirman. Defienden lo artesanal y auténtico de su ginebra, comercializada como «Gin 1947 », así como la que es, según ellos, una de sus principales cualidades: su benevolencia. «La mayoría de las ginebras tienen fama de ‘cabezonas’, de dar mala resaca, pero l a nuestra es más benevolente» , aseguran.
Luchan por mantener un negocio en el que los dos hermanos lo asumen todo y el relevo familiar no está claro. Ambos tienen hijos, pero prefieren que sigan estudiando y buscando sus propios caminos, aunque «esto siempre es una opción» , apuntan. «Cuando empecé a trabajar aquí, no era santo de mi devoción, pero ahora me encanta lo que hago: crear algo que a la gente le gusta y mantener la tradición de generación en generación. Nuestra marca la llevamos muy adentro» , dice.
El futuro es imprevisible, como los gustos de los consumidores. La ginebra continuará en boga algunos años, pero también empieza a sonar el vodka. Con el anís no se sabe qué pasara, aunque sigue teniendo sus fieles. «En licores está todo inventado , la cuestión es dar con el gusto del cliente en el momento indicado» subrayan.
Un alambique de 109 años
La vida de la fábrica gira en torno al centenario alambique, comprado por el abuelo a una fábrica de Montellano. Este «cabeza de moro», con una capacidad de 600 litros, ha sido mimado desde sus inicios. Así en un carta enviada por su antiguo propietario al fundador de Rigo, se lee: «Desde luego yo desearía ir a ver funcionar mi queridísima caldera, que le deseo sea una fuente de ingresos y sus anisados salgan con la gracia y el salero de Andalucía ». Millones de litros han pasado desde 1947 por su serpentín, donde el agua fría condensa los vapores que por él pasan. En su hogar se mantiene el fuego vivo, con leña, para que la destilación, esta suerte de alquimia, se produzca. E l chorrito de licor mana lento, «dormilón» por la piqueta de la caldera, mientras los desechos salen por el pocillo.