CANTILLANA
La Fernanda de Cantillana lleva a La Rambla de Barcelona su devoción por la Divina Pastora
El artista transformista de 54 años es muy popular en la Ciudad Condal, donde vive desde que tenía 14, pero no se ha olvidado nunca de su pueblo ni de su Virgen
La Rambla barcelonesa puede ser para aquellos que la visitan por primera vez una experiencia apasionante, pues mezcla lo clásico con lo moderno, a través de sus puestos de souvenirs, sus pintores y malabaristas callejeros , sus turistas y motivos con los que un sevillano jamás pensaría toparse: puestos de flores empapelados con carteles de la Divina Pastora de Cantillana.
El causante de esto es Fernando Aranega González , un cantillanero de 54 años que se trasladó a vivir a la Ciudad Condal con tan solo 14 años, tras enamorarse del que sería su marido durante 40 años. Fernando, o Fernanda , como todos la conocen, se ha convertido en un icono de la capital catalana y de la farándula de sus noches de fin de semana. Devota de la Divina Pastora como nadie, lleva el nombre de su Virgen y el de su pueblo por cada sitio que pasa. Y en Barcelona, de la Pastora y Cantillana, saben mucho gracias a la Fernanda de Cantillana.
Difícil época
Los primeros días en la capital catalana los pasó en casa del pintor Ocaña, del que fue gran amiga, llegando a convertirse en su musa y posando para él vestida de ángel. «Teníamos una gran amistad, al fin y al cabo los dos habíamos pasado por lo mismo, en aquella época ser homosexual en un pueblo sevillano no era lo mejor que te podía pasar , aunque yo siempre viví mi homosexualidad con mucha naturalidad, al igual que él» cuenta la pastoreña, que remomora para nuestro suplemento sus años con el pintor.
«Me llevaba a todas las fiestas que había en aquella época, al café de la opera, todo esto con traje de pedrería », asegura.
Al poco de llegar a Barcelona, La Fernanda comienza a pisar escenarios de televisión y salas de fiesta , dejando huella en cada actuación que realiza, pues su arte no deja indifente a nadie, de ahí los clubs de fans que se han creado en torno a su figura y de los cuales ella se siente muy orgullosa. El bar Ocaña, situado en la Plaza Real , donde vivió el pintor cantillanero, es el lugar donde podemos encontrarla cada fin de semana, mientras que por el día podemos verla en los puestos de flores de La Rambla.
Carteles de la Pastora
No solo en esta zona podemos encontrarnos con los carteles anunciadores de la salida procesional de la Divina Pastora, sino que también podemos verlos en todos los bares y establecimientos barceloneses que pisa la Fernanda, porque allí donde vaya ella va su Pastora. «Si voy a un programa de televisión hablo de la Pastora, si voy a una película meto a la Pastora en el camerino , es decir, si no está la Pastora conmigo no hago nada», recalca.
Una devoción que le viene de familia pero que reforzó una de sus vecinas, según cuenta, «además tuve la suerte de que vivía enfrente de la Josefa la del Caco, que era muy pastoreña» . Y es que la Fernanda vuelve a su Cantillana natal cada 8 de septiembre, así como en cada Romería: «Soy fanática de La Pastora, me tiro todo el año hablando de ella. Contribuyo con la hermandad en todo y mi casa es un verdadero templo pastoreño», dice.
Aunque La Fernanda se vista de mujer asegura que nada más lejos de lo que se puede ver, ya que aunque lo respeta, ella no está a favor de operarse: «Puede ser que a mí me haya pillado otra época y me gusta como soy pero la que quiera operarse para encontrarse mejor, que lo haga. Yo soy transformista, voy a casa, me quito la pintura y listo», comenta a ABC Provincia.
El año pasado el Frente de Liberación Gay de Cataluña le hizo entrega de una placa en reconocimiento a sus cuarenta años de lucha en defensa de los derechos de los homosexuales.
