LEBRIJA

La Escurriura, una ferretería con 154 años de historia

Un tataranieto del fundador conduce uno de los negocios más antiguos de Sevilla y cuyo nombre procede de la época en la que el aceite llegaba en pellejos de oveja

Francisco Javier Pacheco, rodeado de los numerosos artículos que ofrece La Escurriura A.H.

ALEJANDRO HERNÁNDEZ

l año 1862 en España estuvo muy marcado por el auge del ferrocarril y la construcción de líneas como la de Barcelona-Gerona o el viaducto Puente de los Franceses de Madrid . El mismo año en que finalizó la guerra de la Cochinchina (actual Vietnam), donde las tropas españolas lucharon al lado de las francesas, en que Isabel II visitó Andalucía y nació Emilio Salgari , el lebrijano Miguel García se embarca en la aventura de abrir una tienda de ultramarinos que también ofrecía artículos de ferretería.

154 años después, el tataranieto de ese emprendedor, Francisco Javier Pacheco, mantiene abiertas las puertas de Ferretería Cerrajería La Escurriura, negocio que además incluye un estanco, siendo uno de los establecimientos más antiguos que mantienen su actividad no solo de Lebrija sino también de toda la provincia de Sevilla.

El camino elegido a finales del siglo XIX por Miguel García fue seguido por su sobrino, del mismo nombre, al que le dejó el negocio ya que el fundador no tuvo descendencia. Más tarde, Francisco Hermoso, un viajante de Las Cabezas de San Juan representante de encajes y artículos de paquetería, «se enamora de mi abuela, Castillo García, que trabajaba en la ferretería, se casan y transforman el negocio consiguiendo que fuera referencia comercial en Lebrija por la venta de grano, aceite, arroz, calzado, artículos de ferretería, aperos para el trabajo en el campo y cerraduras », señala Francisco Pacheco , que asegura que este empuje determina la continuidad del establecimiento y da origen a su curioso nombre: La Escurriura.

Cuando los abuelos de Pacheco deciden incluir el aceite procedente de los molinos de Espera entre los artículos puestos a la venta, el preciado líquido llegaba a la tienda en pellejos de oveja o cabra y era vertido en las grandes tinajas que se encontraban enterradas en el mismo suelo de la tienda.

Una vez vaciados los pellejos quedaba un resto de aceite de peor calidad resultante de escurrirlos. Este aceite era adquirido por los sectores más desfavorecidos de la población lebrijana de principios del siglo XX. Entonces era habitual escuchar «voy a por aceite de escurriura». La popularidad hizo el resto y desde antes de la Guerra Civil el negocio que comenzó como ultramarinos o colmado es conocido como « La Escurriura».

La muerte siendo aún joven de Francisco Hermoso hizo que sus hijos José y Cándido se hicieran cargo del ya reputado comercio, lo que asentó las bases de la tienda como empresa familiar. En 1988, los hermanos José y Francisco Javier Pacheco compran el negocio a su tío José dos años después del fallecimiento de Cándido.

Un negocio resucitado

«Decidimos dar un aire nuevo, puesto que el negocio estaba prácticamente muerto cuando nos hicimos cargo» , indica Francisco Javier Pacheco, que puntualiza que «de la antigua época solo conservamos el mostrador de caoba. El cambio fue integral, apostando de forma decidida por la cerrajería y los herrajes», dice a ABC Provincia.

Esta especialización es la que mantiene el actual gerente, que reconoce que «la fama de encontrar de todo aquí –algo que sigue en la mente de los lebrijanos– la hizo mi abuelo Paco, que fue el verdadero artífice de la ferretería».

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