LOS PALACIOS
Se divorcia de su bomba de oxígeno y vuelve a la vida tras recibir dos pulmones: «¿Así de bien vive la gente?»
Celia Parejo, la joven de Los Palacios sometida a un doble trasplante pulmonar, agradece la generosidad de la familia que le ha permitido volver a respirar sin problemas
Hace unos meses aparecía en este mismo suplemento la cruda y a la vez emotiva historia cargada de esperanza y generosidad de unos padres de Los Palacios que tras recibir en octubre de 2014 la trágica noticia de la muerte de su hijo Antonio Jesús de apenas 17 años, decidieron, convencidos de que sería su voluntad, donar todos sus órganos y mejorar o salvar la vida a ocho personas . Solo saben que han sido vidas de personas del norte de España. Poco más.
Justo un año después, el 30 de octubre de 2015, Celia Parejo recibía en otro punto de Los Palacios una llamada de la unidad de trasplantes del hospital Reina Sofía de Córdoba . Estaban a punto de aterrizar en la ciudad califal dos pulmones procedentes de un donante del norte de España que en principio se ajustaban a su perfil.
Sístoles y diástoles a toda máquina, y lágrimas de emoción y miedo fueron el efecto inmediato de esa llamada que nunca olvidará. El resultado verdadero ha sido un cambio radical en su vida. Celia llevaba 15 meses en lista de espera, el tiempo que hacía que le comunicaron sin tapujos que el trasplante era la única opción para mejorar su paupérrima calidad de vida.
Diagnosticada desde pequeña de fibrosis quística , una enfermedad hereditaria y degenerativa provocada por un funcionamiento deficiente de pulmones y páncreas , le detectaron en marzo de 2014 un neumotórax, lo cual provocó un empeoramiento dramático de su ya de por sí frágil salud.
De hacer prácticamente vida normal pese a tener una escasa capacidad pulmonar de poco más del 20% de su valor teórico, incluso llegó a hacer el camino de Santiago hace tres años, pasó a estar conectada 24 horas a una bomba de oxígeno , hacer dos horas diarias de fisioterapia para eliminar el exceso de mucosidad, recibir un ciclo de antibióticos todos los meses y un carrusel de más de veinte ingresos hospitalarios de una media de quince días.
A pesar de todo, Celia, imbuida por su gran fuerza interior, no ha perdido su eterna sonrisa durante esta durísima etapa y ha encajado con optimismo y alegría cada vez que ha sentido a su alrededor silbando a las balas del destino.
En octubre acabó su calvario, llegó el trasplante bipulmonar con más de nueve horas en quirófano y, con él, una mejoría notable en la calidad de vida. «Es un antes y un después, casi había olvidado la sensación de respirar sin problemas . Ahora me pregunto ¿así de bien vive la gente?», asegura con rotundidad y una dosis de humor intrínseca.
Según expertos, el apoyo emocional es imprescindible en estos casos y ayuda directamente a la pronta recuperación. Algo de lo que sin duda Celia va sobrada. Cuenta con el apoyo de su familia, el amor incondicional de su novio Juanma, así como el aliento de un nutrido grupo de amigos que le demuestra su lealtad, cariño y admiración en todo momento.
Vivir la vida
Si en los momentos más críticos no cedió en su lucha por la existencia, ahora, con casi un ochenta por ciento de capacidad pulmonar, rezuma alegría y felicidad: «Ahora solo quiero vivir la vida, disfrutar cada momento como si fuera el último . Ahora puedo realizar todas esas actividades que antes eran sólo un sueño: hacer deporte, salir con mis amigos, viajar...». Actualmente hace vida normal, con la salvedad de la gran cantidad de pastillas que tiene que tomar todos los días (casi cincuenta) para evitar el rechazo del órgano trasplantado.
Antonio Jesús y Celia representan las dos caras de una misma moneda: la tragedia y la esperanza, la vida en su máximo exponente, dos historias conectadas casi en tiempo y en lugar y abrazadas por la solidaridad.
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