Las cuatro vidas del sargento Jiménez

Un rescate en Bajo de Guía se complica y a punto le cuesta la vida a tres niños y un guardia civil de Montequinto

El sargento Jiménez (centro) junto a los dos comopañeros del GRS que se tiraron al agua tras el rescate ABC

Silvia Tubio

Los viejos del lugar siempre miran con recelo a las corrientes que se montan en la desembocadura del Guadalquivir . La barcaza que va y viene desde Bajo de Guía (Sanlúcar de Barrameda) a Doñana es testigo de la fuerza del agua cuando el río se funde con el mar Atlántico. Una comunión acuática peligrosa si alguien decide zambullirse en ella.

De cómo el punto más peligroso del Guadalquivir se puede convertir en una trampa mortal da fe un sargento de la Guardia Civil , con base en Montequinto , que a punto estuvo de morir al lanzarse al agua para socorrer a tres menores que se los llevaba la corriente.

El pasado 12 de agosto, la opinión pública estaba más pendiente de los abucheos que recibía el presidente del Gobierno cuando embarcaba con destino al palacio de las Marismillas que lo que sucedió poco después en la orilla que baña el Coto. Una intervención providencial de tres guardias civiles y dos vecinos evitó una tragedia mayúscula. Cuatro personas pudieron morir ahogadas .

Marcelino Jiménez es el jefe del GRS-2; uno de los grupos que ha participado en el dispositivo de seguridad que vela por el presidente y su familia. Aquella tarde, sobre las 14.15 horas, este veterano agente con 26 años de servicio se encontraba con su grupo esperando a coger la barcaza que les devolviera a Bajo de Guía. Habían acabado su jornada. «Recuerdo que estaba mirando cómo tres chavales se habían metido en el agua y se estaban moviendo muy rápido. Pensé que quizás se los estaba llevando la corriente y los seguí con la mirada. Cuando ya vi que una de las cabecitas se hundía, no lo pensé. Me lancé».

Los agentes participaban en el dispositivo de seguridad del presidente del Gobierno ABC

Ni siquiera se paró a desnudarse, se fue al agua vestido con el uniforme , botas incluidas. «Dudé un instante pero pensé que si me las quitaba no iba a llegar a tiempo. Soy un buen nadador. Pero me equivoqué. Me costaba un mundo avanzar. Tenía que tirar de brazos. Debía de habérmelo quitado todo». Dos guardias se sumaron al rescate y otros dos ciudadanos pudieron adelantar al sargento Marcelino. Finalmente pudieron alcanzar a los chicos, tres niños de 10,13 y 14 años, antes de que la corriente los desplazara de manera fatal. Desde la orilla sus madres gritaban desesperadas .

«Yo sí me desnudé antes de tirarme al agua. Conseguí coger al más pequeño de todos. Era delgado y me fue fácil levantarlo para que no tragara agua». El guardia Álvaro Álvarez sólo recuerda que al llegar a la playa, los bañistas y la familia de los niños no paraban de agradecerle lo que acababa de hacer. Pero él no fue realmente consciente hasta que pasaron horas, días. «Ahora mi madre cada vez que me ve dice que soy un héroe . Estas actuaciones compensan los malos momentos que tiene esta profesión. Te sientes tan bien».

«Me fui para abajo»

Este guardia, como su compañero del GRS-2 Alfonso Villa , no se percató al alcanzar la orilla de que su jefe se había quedado atrás. «Cuando vi que los niños habían sido rescatados, traté de salir. Pero cuando me quedaban apenas unos cuatro metros, me hundí dos veces y salí a flote otras tantas. A la tercera ya no fui capaz. Estaba agotado y me fui para abajo. Sentía que llevaba los pies lastrados», recuerda el sargento Jiménez. Por suerte, otro compañero del dispositivo de seguridad que acompaña al presidente, técnico de la UVI, se percató de que el suboficial no podía salir y fue a por él. «Si no es por Pablo, no lo cuento. Le estaré siempre agradecido porque me salvó la vida».

Con este episodio, el sargento Marcelino Jiménez ya ha consumido cuatro vidas en las cuatro ocasiones en las que ha visto muy de cerca la muerte. Su carrera profesional le ha llevado a destinos complicados, peligrosos, fuera de España y de los que no está autorizado a hablar. Su pellejo está hecho a las situaciones límites , por eso valora mucho el arrojo que demostraron los dos bañistas que también se lanzaron al agua. «Me gustaría contactar con ellos porque son merecedores de un reconocimiento». Sirva este artículo para su búsqueda.

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