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Crimen de Lebrija: Unos mensajes íntimos desataron la tragedia
La juez dictó un auto de prisión incondicional para el presunto asesino de Lebrija

La titular del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Lebrija dictaba ayer por la tarde un auto de prisión incondicional para Manuel R. M. , el vecino de El Cuervo, de 40 años, acusado del asesinato de su expareja María del Castillo Vargas Amaya.
La ú ltima víctima de la violencia machista en la provincia de Sevilla era una lebrijana de 37 años, madre de dos pequeños de 11 y 7 años, quien había denunciado a su exmarido en dos ocasiones tras separarse hace unos meses. A pesar de que tenía una orden de protección que prohibía a Manuel R. M. acercarse, doce días después de haberse dictado esa medida judicial el presunto asesino la quebrantó.
Manuel se coló a la fuerza en la vivienda de María del Castillo en la madrugada del pasado miércoles. La golpeó, la apuñaló y terminó tirándola por el balcón de la primera planta. Después cogió su vehículo y pasó por encima del cuerpo de la víctima que yacía en la acera.
Fuentes del caso confirmaron que el presunto asesino admitió que acudió esa noche a acabar con la vida de su expareja después de haber tenido acceso a unos mensajes de amor que había recibido la fallecida en su teléfono móvil. En el entorno de María del Castillo señalan que éste nunca admitió que ella decidiera poner fin a su relación.
Un fuerte dispositivo de seguridad impidió que el detenido fuera linchado en la puerta de los juzgados
En las puertas de los juzgados se palpaba la tensión desde las doce del mediodía de ayer. Numerosos vecinos esperaban la llegada del presunto asesino, que fue trasladado desde Sevilla donde había sido ingresado en el Hospital Virgen de Valme por una rotura de muñeca. Algunas fuentes señalan que podría haber caído desde el balcón al tirar a su expareja; si bien la Guardia Civil confirmaba que Manuel se había autolesionado.
Un dispositivo compuesto por agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil había blindado la entrada al edificio judicial en previsión de posibles altercados . Conforme pasaban los minutos se iban sumando más vecinos dispuestos a increpar al presunto asesino.
A las 14.15 horas llegó Manuel R. M. a los juzgados en un patrullero del Instituto Armado. Los vecinos concentrados lo insultaron: «¡criminal, asesino!» , al mismo tiempo que reclamaban «justicia». Los agentes contuvieron a los más exaltados, que querían abalanzarse sobre el detenido. Los policías abrieron un pasillo de seguridad hasta la puerta del edificio de los juzgados. El detenido salió del coche agachado y a trompicones . A punto estuvo de caerse.
Entre los concentrados, visiblemente alterado, se encontraba David Vargas, primo hermano de la víctima, que manifestó a ABC de Sevilla que el presunto asesino «era una persona normal hasta que se metió en el mundo de la droga y empezó con la cocaína; entonces comenzó a amenazarla y llegó a agredirla en el bar que tenían , incluso delante de los clientes». A juicio de David Vargas: «esto se veía venir y no han puesto remedio».
María del Castillo y Manuel regentaban el bar La Unión en El Cuervo desde mayo de este año. Con anterioridad habían sido compañeros de trabajo en una empresa de catering de Lebrija donde ella era camarera y él, cocinero.
Compañeros del detenido aseguraban que la víctima «jamás dijo nada en el trabaj o hasta poco tiempo antes de mayo cuando comenzó a comentar que le iba mal con su pareja».
Manuel R. M. fue asistido legalmente por la abogada de oficio Juana Gutiérrez Infante después de que el letrado Juan José Peña Cortés, al que le correspondía por turno de oficio, se negara a defenderlo.
Pasadas las seis de la tarde, el detenido fue sacado de los juzgados escoltado y bajo fuertes medidas de seguridad . En la puerta se habían ido acumulando más personas que reaccionaron de manera muy exaltada al conocer que Manuel iba a ser trasladado a la prisión de Sevilla II. Hubo lanzamiento de botellas, piedras y objetos al coche patrulla que trasladaba a Manuel R. M.
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