Sucesos

Condenado a 18 años por matar a cuchilladas a un tendero de Carmona por dos botellas

El asesino, conocido en la localidad por el apodo de Gonso, mostró un «desprecio absoluto» a la vida de su víctima, un comerciante chino que intentó que no se marchara sin pagar

El condenado durante la primera sesión del juicio celebrado en la Audiencia Manu Gómez

Silvia Tubio

La Audiencia Provincial de Sevill a ha condenado a 18 años de cárcel a Alfonso G.R., más conocido en Carmona como Gonso, por robar y asesinar el 19 de mayo de 2018 al dueño de un establecimiento comercial ubicado en la localidad de Carmona. La sentencia difundida este lunes por la oficina de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía se ha dictado tras el veredicto de culpabilidad alcanzado por un jurado popular el 9 de julio. Un jurado que por unanimidad dictaminó que Gonso, un delincuente con decenas de antecedentes a sus espaldas y que tenía atemorizado a sus vecinos, apuñaló de manera sorpresiva a Jian Lin Wan , quien no tuvo oportunidad de defenderse.

Además del robo y el asesinato, la Audiencia lo sentencia a dos años de cárcel por un delito de atentado con la agravante de reincidencia -ya había sido sentenciado por el mismo delito en 2017-, imponiéndole asimismo el pago de una indemnización total de 300.000 euros a la familia de la víctima. Y es que después de apuñalar al comerciante, huyó a su casa y allí se atrincheró. La Guardia Civil lo rodeó y mientras trataba de convencerlo para que se entregara, arrojó desde el rellano de la escalera una botella de vidrio llena de gasolina y provista de una mecha en llama al lugar donde se encontraban los agentes, que pudieron esquivarla.

En la sentencia, la magistrada presidente del tribunal subraya el «desprecio absoluto» que mostró el condenado hacia la vida de la víctima, apuñalando hasta en seis ocasiones en el cuello y la cabeza por un par de botellas. Las grabaciones de las cámaras de seguridad del establecimiento y un grupo de personas que estaban fuera del comercio y presenciaron el crimen convencieron a los miembros del jurado de lo que había ocurrido. Alfonso G. R. accedió a la tienda de Jian Lin Wan sobre las 20.30 horas. En las imágenes se ve, según detalla la sentencia, como el tendero atendió a su asesino como un cliente más e introdujo una botella de cerveza y otra de anís en una bolsa de plástico. El acusado aprovechó un momento en el que se giró la víctima para marcharse del establecimiento sin pagar. El comerciante salió del mostrador y siguió a su asesino hasta la puerta del establecimiento.

A escasos metros del establecimiento, relata la sentencia en su capítulo de hechos probados, víctima y agresor iniciaron un forcejeo en el que ambos tiraban de la bolsa de plástico donde iban las dos botellas. El Gonso, «de manera súbita e inesperada» para la víctima, sacó un cuchillo que llevaba oculto en el antebrazo , bajo las mangas de la cazadora, y le propinó las cuchilladas al tendero que comenzó a sangrar de manera abundanta. Moriría minutos después.

Alfonso G. R. huyó y se refugió en su casa donde acabaría siendo detenido tras atacar sin éxito a los agentes.

Sobre el asesinato, la sentencia precisa que el jurado dio por probado que se trató de «un ataque inopinado, ejecutado con la ventaja añadida que proporciona al agresor un instrumento de la letalidad de un arma blanca, con la que se acuchilla de forma repetida» a la víctima, de forma que «no existe posibilidad alguna de defensa. Cualquier capacidad de reacción está de antemano anulada por la sorpresa con la que el ataque se desencadena y por la inferioridad de la víctima».

La Audiencia aplica dos atenuantes en los tres delitos, puesto que considera probado que, el día de los hechos, el acusado se encontraba en estado de intoxicación por el consumo de drogas, lo que «limitaba levemente sus capacidades intelectivas y volitivas sin impedirle conocer el alcance de sus actos», así como que padece un trastorno de personalidad de tipo antisocial, un trastorno adaptativo y un trastorno por uso de sustancias (cocaína) que no merman su capacidad cognitiva pero sí la capacidad volitiva en grado leve. En su declaración, Gonso admitió que sabía lo que hacía, pero que se había defendido del ataque del comerciante, que le mostró unas tijeras que nadie vio. Una versión que no se creyó el jurado.

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